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Carlos Fonseca

Coronel Lágrimas: El sui generis caleidoscopio narrativo de Carlos Fonseca

Carlos Fonseca es un joven escritor costarricense de veintiocho años que en 2015 publicó Coronel Lágrimas, su primera novela, por medio del sello editorial Anagrama. Fonseca es alegre, jovial, sencillo y nunca hace alarde de su erudición, pese a todos los logros académicos alcanzados en sus casi tres décadas de existencia que muchos de sus contemporáneos envidiarían. Posee una memoria descomunal, cuenta con amplios conocimientos sobre literatura, historiografía y matemáticas, y vive tranquilo y sin afanes en Londres, la megalopolis británica surcada por el Támesis.

Llegó de ocho años a Puerto Rico. Desde muy pequeño estuvo rodeado de un ambiente intelectual que lo llevó a interesarse por el fascinante orbe de los números. A los dieciocho años, interesado en los teoremas y las ecuaciones, comenzó a estudiar matemáticas en Stanford. Asimismo, obnubilado con el quehacer literario, decidió cambiar de programa académico y en esa misma institución universitaria californiana, emprendió estudios de literatura comparada. Tiempo después fue aceptado para cursar estudios de maestría y doctorado en la Universidad de Princenton en la que tuvo el privilegio de estudiar en los cursos impartidos por Ricardo Piglia, quien tiempo después no dudó en referirse a Fonseca como «su alumno más brillante». En el segundo semestre de 2015, el escritor costarricense comenzó su posdoctorado en la Universidad de Cambridge, donde se desempeña como profesor. Coronel Lágrimas ha ido cosechando buenos comentarios entre la comunidad académica. Sobre la obra, Ricardo Piglia la elogió en estos términos: «La ópera prima de Fonseca tiene la forma de un caleidoscopio verbal intrigante e inolvidable». Coronel Lágrimas relata los días finales de la vida de un irreverente matemático que vive aislado como un anacoreta en los Pirineos. Su vida se va agotando mientras emprende un utópico proyecto enciclopédico en el que las ciencias exactas convivan con las humanidades. En este ejercicio narrativo, Fonseca intercala diferentes narradores: construye una voz colectiva que relata la vida del protagonista, mientras a la par, yuxtapone su existencia con los acontecimientos políticos más preponderantes del siglo XX. He aquí una amena conversación con el novelista costarricense en la que comenta algunos aspectos creativos que le ayudaron a crear su ópera prima.

¿Por qué Coronel Lagrimas, su primera novela, es una reescritura de la vida del matemático Alexander Grothendieck? ¿Por qué afirma usted que se trata de un ejercicio totalmente ficcional, con puntos de fuga y cambios radicales? ¿Qué tiene de fascinante la vida del matemático? ¿Cómo llegó a este personaje? 

Yo en algún punto quise ser matemático. Estuve muy involucrado en el mundo de las matemáticas. De esos ámbitos, de hecho aún me quedan muchos amigos. Uno de ellos me relató la vida fascinante de Grothendieck. Me parece alucinante su biografía ya que su vida atraviesa muchos de los acontecimientos políticos del siglo XX. Y termina él convertido al final de su existencia en un ermitaño. Creo que lo que experimentó él en su ocaso es una alegoría de ese siglo. En el sentido en que había comenzado muy involucrado políticamente y terminó esta centuria en una suerte de ascetismo, en medio de una serie de separaciones con respecto a la vida política. El siglo anterior empezó con una adicción a la política y culminó adicto a la información. Es un poco lo que también le ocurre a este matemático, quien termina su vida tratando de construir un proyecto enciclopédico, encerrado en su vivienda en los Pirineos, que es el punto de partida que rescato para comenzar la trama de mi novela.

¿Qué tiene de fascinante la vida del matemático? ¿Cómo llegó a este personaje? ¿Cómo accedió a su vida? ¿Qué le llamó la atención de su biografía para atreverse a crear una novela a partir de su figura?  

Un día, mi amigo matemático, me contó esta anécdota: Grothendieck durante mayo de 1968, en plena guerra de Vietnam, decide llevarse a sus estudiantes graduados a esa nación, a Hanoi. Decide entonces darles una clase en esa ciudad vietnamita en medio de la confrontación. Esto me pareció un acto de protesta surreal, casi como una especie de representación artística y política. Esto me sedujo mucho. Cuando comencé a leer la biografía del matemático, encontré un montón de acciones alucinantes que él emprendió a lo largo del siglo XX. Me pareció entonces una figura clave para comprender la historia política del pasado siglo.

¿Por qué partir de su vida, si antes de que él muriera en 2014, expresó abiertamente en su retiro en los Pirineos que no deseaba que se publicara nada sobre su obra?

Coronel Lágrimas es una propuesta mía que va en contra de los deseos de Grothendieck. Cuando terminé la novela en diciembre de 2012, el matemático no había muerto. Culminé la obra con un terror absoluto de que se fuera a enterar de que alguien había escrito un material sobre su vida. Debo añadir que se trata de una ficcionalización total de su vida. Por ejemplo en la novela, el coronel que sería Grothendieck, nace en México y tiene toda una vertiente latinoamericana y cierta relación con América Latina que en el plano real nunca existió. Hay una total intervención mía sobre la vida del matemático.

¿Por qué se refiere a su protagonista como el Coronel? ¿Tiene formación militar? 

Me sedujo la idea de un coronel que había podido estar presente en los grandes hechos políticos y las guerras más preponderantes del siglo XX. No obstante, él nunca participó en ninguna de estas contiendas. Es una especie de “Coronel” de la inacción, un militar similar al Bartleby de Melville que se niega a participar en las coyunturas políticas, pero que había sido testigo de la historia política del siglo pasado. Es un “Coronel” sin guerra, un individuo que estuvo presente en los campos de batalla pero que nunca participó en las confrontaciones. Me pareció que podría ser muy afín a ciertos sujetos políticos que comenzaron muy políticamente activos. Sin embargo, estas figuras terminan el siglo en un marasmo de inacciones, cercanas y similares a este personaje, un anacoreta, matemático, enciclopedista. Como si se tratase de un Borges retirado en los Pirineos, incapaz de observar la realidad política que tiene lugar en su decadencia y en sus últimos años de vida.

Entonces ¿el ocaso del Coronel Lagrimas es ficcional o tiene mucho que ver con los días finales de Grothendieck?

Comparte con Grothendieck el hecho de que murió como un ermitaño, viviendo aislado del mundo en los Pirineos, pidiendo que no se hiciera pública ni su obra matemática ni sus reflexiones filosóficas. El matemático terminó su existencia en medio de un proyecto enciclopédico-filosófico-alucinado e inconcluso, relacionado también con teorías esotéricas, con esquemas pseudo-filosóficos. Siempre estuvo muy inquieto por adquirir nuevos conocimientos.

¿Se podría decir que Coronel Lagrimas es una síntesis de la historia no oficial del siglo XX, con sus guerras, revoluciones y líderes macabros? Eso pareciera usted sugerirlo en un plano ficcional al final de la novela.

En Coronel Lágrimas hay una coincidencia entre la Gran Historia con mayúscula de los eventos con los que se recuerda el siglo XX y por otra parte una microhistoria de figuras marginales que el Coronel intenta rescatar y que inundan la historia de la novela como si se tratase de una enciclopedia, o un catalogo, emparentado con la tradición de Borges, o de Juan Rodolfo Wilcock y su gran libro La Sinagoga de los Inconoclastas.

De esa manera, a la luz de las ideas de Hayden White cuando afirma que la historia es como una ficción ¿cómo se puede entender al Coronel Lágrimas a la luz de las ideas de este teórico? 

Tuve el privilegio de tener a White como profesor en Stanford. Creo que fue ahí que adquirí el gusto por el estudio de la filosofía de la historia. Me interesa mucho la idea que propone White de considerar la historia como si fuera una ficción. Por eso, me apasiona poder intervenir la Gran Historia por medio de la ficción. Esto en si mismo es un gesto político. No creo que sea algo nuevo: es algo que ya está en Borges y luego en Italo Calvino. Al autor de Ficciones le interesaba mucho la Gran Historia. Era alguien que estaba inmiscuido en los libros, pero siempre intentaba crear historias, microhistorias o historias mínimas que intervinieran en el imaginario histórico tradicional o conservador que se tenía del pasado. El acercamiento de Borges era un poco más conservador, pero en el trabajo de su sucesor Ricardo Piglia, se puede detallar una suerte de intervención política sobre el imaginario histórico más clásico.

Hablemos del narrador o narradores de la historia. En primer lugar es posible contemplar a un narrador omnisciente que muta en algunos apartados hacia una voz colectiva, que tal pareciera una comunidad académica que contempla los días finales del Coronel. También se intercalan estos narradores con flashbacks, y diálogos epistolares entre el Coronel y los otros personajes. ¿Cómo están construidos los narradores de su novela? 

Se trata de un narrador en primera persona, plural, un nosotros que mira la escena en una suerte de omnipresencia extraña para algunos lectores asiduos de novelas, pero que al pasar el tiempo, me fue pareciendo un narrador común, ya que se trata de un dispositivo narrativo muy cercano al Reality Show, que en mi opinión, es una vida que los espectadores ven todo el tiempo en vivo: los personajes saben o a veces no saben que los estamos viendo, pero siempre hay un ojo narrativo que flota sobre la escena. El narrador colectivo que utilizo en Coronel lágrimas tiene mucho de un Gran Hermano histórico, enfrascado en un Reality Show, que relata un día de la vida de este protagonista, en su sentido más cotidiano: al protagonista le da hambre, debe ir al baño, etc. Traté entonces darle un matiz cotidiano a la narración.  

Entonces ¿podemos emparentar a ese narrador colectivo con una comunidad académica que está estudiando el legado del protagonista en medio de la vivienda que habitó en los Pirineos? 

Hay un cierto tono académico, casi como un historiador colectivo, o un grupo de posibles biógrafos del Coronel que flota sobre la escena y que va recolectando aquellos datos que consideran más importantes de esa vida que narran. Algo relacionado con el registro policial. Esa historia construida por las fuerzas policiales y el Estado, que estuviera mirando por encima a esta vida, intentando buscar un crimen posible. Mientras escribía la novela buscaba en este sentido generar también una especie de reflexión sobre el género policial.  

¿Es posible analizar a esta voz colectiva como un grupo de arqueólogos que se encuentran ejecutando una investigación arqueológica? 

La idea me parece muy sugerente. Es decir, preguntarse: ¿Qué significaría hacer una arqueología de una vida? ¿Qué significa mirar una vida como un objeto de estudio arqueológico? Creo hoy día el Estado se acerca un poco con esa mirada a la vida privada de sus ciudadanos.

¿El narrador al final de la novela, afirma que para relatar la vida del Coronel, se necesita un nuevo género narrativo. Se necesita concebir una farsa trágica que anule lo trágico y lo cómico ¿Cómo se puede explicar lo anterior? ¿Está proponiendo en Coronel Lágrimas una subversión de los géneros narrativos? 

Cuando estaba escribiendo la novela, noté que estaba muy presente el problema de la diferenciación entre la tragedia y la farsa. Ambos géneros narrativos son de mi interés y que siempre han estado muy ligados. Subyace aquí la famosa frase de Marx que cuestiona la diferenciación entre tragedia y farsa. La anterior problemática sujeta también al género de la comedia. Entonces en la escritura del Coronel Lágrimas yo siempre me cuestioné cómo ser capaz de narrar una vida que se mece o que fluctúa entre lo trágico –ya que la vida del protagonista es una existencia trágica que termina en una especie de aislamiento total- pero en otro sentido, un tipo de farsa, puesto que para alguien que fue tan políticamente activo, fue extraño que terminase en ese aislamiento absoluto. Creo que esta fue una cuestión narrativa muy interesante siempre vigente en la novela y que remite a lo afirmado por Hayden White: si la historia es como una ficción, lo importante es descubrir bajo cual género narramos esa ficción. La historia se puede narrar como una tragedia, se puede relatar como una farsa, como una comedia. Dependiendo del género narrativo que escoja el escritor, la historia tendrá un sentido distinto. El truco con el que maniobré durante la escritura de la novela, fue la mixtura de géneros narrativos y demostrar que la historia tiene muchas vertientes y muchas salidas.

¿La vida del Coronel entonces es una farsa, inclusive su ocaso catalizado por su alcoholismo es una farsa? 

¿Por qué surge el alcoholismo al final de la novela? Cuando el Coronel comienza a consumir alcohol, traté de darle una velocidad distinta a la narración. En esta instancia, el alcohol le ayuda al personaje a relajarse. Es donde finalmente se atreve a relatar su historia personal en la que él se niega a seguir a su amor hacia las tierras caribeñas. Esta decisión cambiará su vida. El alcohol le ayuda a acceder a esa coraza privada, ese secreto íntimo que él intenta esconder amparado por su frenético ritmo de trabajo cuando intenta construir esa enciclopedia objetiva y académica. El alcohol le permite observar la historia a través de otros lentes.

¿Su novela se puede considerar hija de las ideas de Batjin cuando el teórico ruso afirmaba que era el único género inacabado, en el que hay cabida para todo? 

Cuando yo leí a Batjin en los primeros años de doctorado, sus ideas me chocaron muchísimo. Recuerdo que escribí un ensayo sobre la novela como muñeca rusa. La novela es una especie de género caníbal, bajo el cual caben todo tipo de géneros. Es una muñeca rusa de los géneros bajo la cual el escritor puede ir anidando distintas historias, una detrás de otra. En Coronel Lágrimas hay tres historias anidadas de manera consecutiva. Por una parte, la Gran Historia del siglo XX con sus ribetes políticos y eventos más destacados. En otro plano, podemos disfrutar con la vida cotidiana del Coronel. Por último, narro la historia marginal y micropolítica de la enciclopedia que está construyendo el matemático en las que subyacen una serie de mujeres infames que entran al registro histórico transversalmente. Relacionar la novela con las idea de Batjin me parece algo muy acertado.

¿Por qué la ecuación del Coronel, al igual que el teorema de Riemann-Roch-Grothendieck, cambió su vida?

Cuando incluí en la novela la ecuación que hizo famoso a Grothendieck, ocurrió algo curioso: yo estaba investigando sobre la vida del matemático y me encontré ese teorema que es real y verídico. Es una ecuación pero es como un poema concreto en el que hay una sobresaturación simbólica, casi como si el lenguaje matemático adquiriera cierta densidad emotiva, como si Grothendieck decidiera conferirle emoción a las matemáticas. Cuando aprecié la ecuación, me dije: aquí se esconde un secreto. Es como si alguien en su tiempo libre, exclamara: voy a escribir un poema con toda la emoción pero en clave íntima que casi nadie lo va a poder descifrar. Me llamó la atención la idea de esa suerte de confluencia entre la matemática y la poesía. En Coronel Lágrima hay algo que a su vez está muy relacionado con el proyecto de Grothendieck en el que intentó crear un metalenguaje, denominado por él como La teoría de las categorías. Un metalenguaje capaz de combinar a las ciencias exactas con la poesía y las humanidades. Ese proyecto todavía hoy me parece fascinante.  

En la ficción ¿qué papel tuvo el Coronel en Vietnam? En el plano político ¿Es el coronel un idealista-pacifista como Woodrow Wilson o Gandhi? 

Grothendieck al final de su vida se convierte en un pacifista total. En Coronel Lágrimas hice un giro cercano a los personajes que confecciona Vila-Matas en su Bartleby y compañía, sujetos que se retraen de la realidad, y deciden actuar como el personaje de Melville y optar por la inacción. Deciden aislarse del pragmatismo de la vida cotidiana. Estos antecedentes literarios se acercan al perfil del protagonista de mi novela. Debo admitir, sin embargo, que no estaba pensando en estos referentes mientas escribía Coronel Lágrimas.

¿Qué relación tiene el Coronel con la contracultura de los 60 y la cultura hippie? 

Dentro de la ficción, el Coronel se politiza en un momento muy particular que es cuando ocurre el mayo francés de 1968. Es un momento en el que su madre regresa luego de muchos años de estar en un sanatorio en España. De repente la madre enciende el televisor y ve las imágenes de los muchachos y los obreros protestando en las calles parisinas. En la novela intento reflexionar sobre esa coyuntura histórica de los 60, donde ese grupo enorme de estudiantes y miembros de la clase media, que antes no estaba politizado, se politiza, pero que luego de treinta años no siguieron politizados de la misma manera. Habría que emprender un análisis de lo que pasó luego del mayo francés. Estudiar por qué ocurrió ese cambio político y de mentalidad tres décadas después. Por qué tuvo lugar ese cambio en una generación entera.

¿Por qué el México de la Revolución de 1910 es vital en esta historia? 

Quise crear una novela que estuviese narrada desde la información que yo pudiera encontrar en Wikipedia o en las enciclopedias. Me interesó narrar desde un país desconocido para mí. Por eso no relato desde Puerto Rico o Costa Rica, naciones con las que tengo mucha cercanía y que conozco bien. La historia política de México en el siglo XX imita o cuestiona los problemas políticos de la historia política europea de esa centuria, que era la otra historia política que yo trabajé.

¿Quiénes son las divas del Coronel? ¿Por qué las nombra con el apelativo de divas? 

Las llamo divas porque son mujeres infames que se niegan a asumir el papel conservador que la sociedad machista y patriarcal les había asignado. Diseño un catalogo o taxonomía de mujeres que se niegan a la posición social que se les había asignado y que intentan intervenir en la Gran Historia aunque hayan sido olvidadas. Muchas de las divas alquímicas o que el coronel clasifica son reales. Si uno las busca en Google, es posible acceder a sus biografías. Son microhistorias de otras historias posibles que podría incluir a más mujeres que hicieron grandes intervenciones dentro de la historia de las ciencias o la historia de las humanidades, o en la historia del conocimiento.

¿Qué simbolizan los espejos desplegados en la casa de retiro del Coronel? 

Con los espejos trabajo algo de naturaleza borgeana. También con los laberintos como ciertos espacios de reflexión continua dentro de la novela. Yo tengo una relación extraña con los espejos. Es una relación de fobia que hace que pasen desapercibidos para mí. No recuerdo haber puesto tantos espejos dentro de la novela. Pero esto debe ser un síntoma de que son tan cercanos para mí ya que simplemente se tornan casi invisibles.

¿Cómo define la estructura de su novela? ¿Es un caleidoscopio como sugiere Ricardo Piglia? 

La imagen de caleidoscopio que provee Piglia es muy acertada. Otra forma de verlo, es a través de la figura del rompecabeza o puzzle que tanto le gustaba a Georges Perec. Tiene la estructura de ciertas piezas que se van acercando a una imagen más total. O podría acercarse, tal vez, a una muñeca rusa en la que tres historias están anidadas una sobre otra.  

¿Por qué los lectores deben leer su novela? ¿Qué hay de novedoso en ella?

Siempre es difícil recomendar las obras propias. Me parece que es más fácil decir dentro de que tradición se inserta uno. Me parece que alguna de las cosas que le han parecido novedosas a los críticos tiene que ver con una tradición de pensar la novela como una forma experimental, algo que calza muy bien dentro de la tradición del Grupo Oulipo, dentro del cual se encontraban gente como Georges Perec, Italo Calvino, o Raymond Queneau. Coronel Lágrimas es una novela que pone en entredicho la manera tradicional como se narra una historia. Es posible pensar que hay muchas aristas distintas para darla a conocer a los lectores. Una historia tan sencilla. La historia de una vida. La novela es una reflexión sobre la historia política del siglo XX que ofrece un horizonte distinto a los posibles lectores de mi primera obra publicada. Van a encontrar una voz narrativa sui generis que le cuestionará el espacio desde el que narramos y que significa narrar y qué significa contar la historia.

 

Sobre el autor

¿Qué está haciendo en su investigación en el Posdoctorado en Cambridge?

Estoy muy enfocado en explorar la relación entre literatura y archivo histórico. Estudiar la manera como en la literatura contemporánea latinoamericana, surgen vínculos entre narraciones y novelas muy ligadas a los archivos, ya sean de naturaleza civil o también en los que se guarda información sobre genocidios. Estoy analizando un libro de Rodrigo Rey Rosa que tiene el título de El material humano que relata episodios del genocidio guatemalteco. Se basa en los archivos de estos hechos atroces. Estoy leyendo con atención Insensatez que también hurga en ese mismo archivo, del escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya. Me parece que luego del periodo del testimonio que marcó una etapa dentro de la literatura latinoamericana, surgen ahora una serie de ficciones de archivo que intentan narrar la forma conflictiva a través de la cual el artista intenta producir arte después de la catástrofe histórica. Me interesan en este sentido, trabajos fotográficos como los del argentino Marcelo Brodsky o ficciones documentales como Los rubios, documental dirigido por Albertina Carri. Me parece que se está produciendo ahí nuevo tipo de narrativa, a medio camino entre el archivo histórico y la ficción, entre lo documental y lo ficcional.

¿Qué libros ha publicado además de Coronel Lagrimas?

Coronel Lágrimas es mi primera novela y mi primera publicación. Antes había publicado entrevistas en publicaciones literarias. Pero no había publicado ni siquiera un cuento antes, ni ningún libro de relatos y ninguna otra novela. Este es mi primer trabajo publicado.

¿Qué libros está preparando en este momento?

Estoy escribiendo mi segunda novela. Es un trabajo más extenso, que intenta explorar los límites políticos del arte. Para diciembre debo tener listo el primer borrador. También, estoy trabajando en dos proyectos académicos: la publicación de mi tesis doctoral en la que exploro la relación entre literatura y desastres naturales en el siglo XIX y siglo XX en América Latina, al igual que un volumen sobre la relevancia política del concepto de catástrofe.

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