Nunca he muerto, o eso creo. O me estoy muriendo todo el tiempo.
Las grietas, el polvo, las cortinas luidas. Los azulejos del baño que al destruir una casa, son lo último que se va, o lo primero que queda.
Me estoy muriendo todo el tiempo. Cada vez que suena el teléfono, ¿cómo era el mundo sin la muerte?