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David Barguil

Especial Proceso de Paz en Colombia: David Barguil

Profundas y aún lejos de cicatrizar, son las heridas que ha dejado el largo y sangriento conflicto que han vivido los colombianos durante más de cincuenta años.

Los derechos humanos de la sociedad civil han sido repetidamente pisoteados, tanto por la guerrilla, como por los paramilitares y los agentes del Estado. Muertes, torturas, desapariciones y desplazamientos, han dejado estelas de víctimas y han regado odios profundos por todo el territorio.

El narcotráfico, con su poder de corrupción, ha barrido todo ideal y ha vuelto aún más violento y cruento el día a día de los ciudadanos, quienes viven en un país signado por males endémicos, como son las asimetrías regionales y la desigualdad social.

En estos años, varios presidentes han tratado de poner punto final al conflicto, pero lejos han estado de lograrlo. Desde hace casi tres años el Presidente Juan Manuel Santos ha emprendido un delicado camino hacia la paz, abriendo un diálogo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el grupo guerrillero más importante. Cinco son los temas que están sobre la mesa, todos sumamente delicados: desarrollo rural, oposición política y participación ciudadana, fin del conflicto armado y consecuente reintegración de las Farc a la vida civil, eliminación del narcotráfico, derechos de las víctimas y justicia. Los más controversiales siguen siendo el fin del conflicto con la consecuente reintegración de los miembros de las Farc a la vida civil y, sobre todo, a la vida política y el de la justicia.

Si bien, la mayoría de la población aspira a la conclusión de la guerra, no todos están de acuerdo con el camino y las decisiones que está tomando el presidente Santos. Según las más recientes encuestas, los ciudadanos le tienen desconfianza a las Farc y sus intenciones. Entre sus más aguerridos críticos están el expresidente Uribe y los simpatizantes de su partido, Centro Democrático.

En este especial dedicado a la paz en Colombia, nuestro editor asociado, Juan David Aristizábal, recogió una serie de entrevistas a jóvenes políticos de distintos partidos, quienes expresan sus diferentes opiniones con relación al proceso de paz.

Los lectores podrán así conocer mejor los entretelones de una situación con muchos claroscuros, diversas aristas y diferentes lecturas.

 

David Barguil: “En Colombia estamos metidos en una pelea muy mezquina y de corto plazo”

 

David Barguil

Tiene 35 años y preside el Partido Conservador Colombiano. Llegó a los 28 años al congreso y no es parte de la coalición del gobierno de Juan Manuel Santos. Sus proyectos de ley y trabajo legislativo se han concentrado en fortalecer el poder ciudadano frente al poder de los bancos. Apoya los acuerdos de paz.

David es hijo de una maestra, pagó su carrera a crédito y empezó su vida política en un movimiento llamado “Por el país que soñamos”, liderado por el actual alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa. Hoy es parte del partido conservador.

No cree que se dejó llevar por el sistema tradicional. “Vengo de un pequeño pueblo de la costa caribeña de Colombia. Cuando decidí meterme en política, mi departamento tenía una crisis de liderazgo. Muchos de los representantes, senadores, líderes habían estado involucrados en la ‘para-política’. Con un equipo de soñadores decidimos aprovechar esa crisis, para proponer una renovación de formas y figuras en la representación política”.

Cree en el capitalismo y también en que el sistema capitalista está en peligro en Colombia. “Colombia ha crecido económicamente en los últimos 10 años, pero la desigualdad se mantiene. La riqueza no le ha llegado a los más pobres. El modelo no está funcionado porque en el país muchos sectores económicos abusan con carteles y monopolios”.

Está dispuesto a trabajar para que las Farc tengan un espacio en la democracia; pero reconoce que el debate no se limita a si habrá paz con las Farc o no.

 

¿Por qué no hay que dar ese debate?

Necesitamos pasar la página. Las Farc no pueden seguir determinando la agenda del país. En 1998 se eligió a Pastrana para que hiciera la paz con este grupo guerrillero; en el 2002 a Uribe para que se les enfrentara con dureza y a Santos para que llevara adelante y concluyera la negociación. Ya es hora de que la agenda del país no se limite a la relación con las Farc. Yo les digo: «bienvenidos en la democracia, después de cumplir con lo acordado”.

 

¿Cuál es el debate entonces?

El debate que hay que profundizar es sobre el discurso con el que las Farc se insertan en la democracia. Ellos propulsan la estatización de la economía, el agrandamiento del Estado, el asistencialismo, el populismo electoral. Y yo creo que hoy es necesario que nos preocupemos sobre todo por lo que ellos vienen a plantear como grupo político. Yo no quiero lo que ellos plantean para Colombia.

 

Pero usted va un paso adelante que los mismos promotores de los acuerdos. Usted ya dijo que sí a los acuerdos y está pensando en el post acuerdo. ¿Por qué el país está en el debate del sí y el no?

Creo que ese debate se da porque el presidente se comprometió a una refrendación de los acuerdos. Pero todos los colombianos queremos la paz y la crispación que vive el país político se está dando porque nos estamos enfrentando a un gran cambio, un cambio muy fuerte en la forma de hacer política. Ojalá sea bueno.

¿Por qué cree que viene un cambio tan importante en la forma de hacer política?

Estamos ante la introducción de un salto generacional y político. La gente está cansada de los partidos políticos, de la politiquería y de la corrupción. El 2018, en las elecciones presidenciales, vendrán sorpresas. Tendremos una nueva lógica. La gente está cansada de lo que hay. La firma de los acuerdos ayuda a crear esa coyuntura.

 

¿Por qué apoya los acuerdos de paz pero plantea otras reformas?

Sin duda apoyo los esfuerzos de paz del Gobierno. El Partido Conservador lo ha intentado muchísimas veces. Dos de los expresidentes conservadores de los últimos 30 años lo han intentado. Yo aún estoy esperando los acuerdos definitivos, pero tenemos que seguir luchando y estableciendo otros acuerdos entre quienes estamos en la institucionalidad.

 

¿Eso quiere decir que se necesita una Asamblea Nacional Constituyente?

Creo que si. No solo para hacer reformas en el sector de la justicia, sino también en la organización territorial y política. Colombia es un país de regiones, así que es necesario profundizar la descentralización.

 

¿Y el liderazgo actual de Colombia está preparado para eso?

 Yo estudié una maestría en liderazgo positivo y estrategia y me he dado cuenta que en el liderazgo actual en Colombia, se repiten dos tipologías de personas nefastas para la transformación del país: las que se mueven por la ambición del poder y las que quieren enriquecerse. Es algo que tiene que cambiar. Para hacer las reformas que requiere Colombia se necesita un liderazgo basado en el servicio y en el amor.

 

¿Su partido está a la altura de esa filosofía de liderazgo?

Hemos buscado la independencia. En los temas que no creemos que sea necesario apoyar al gobierno, no lo hemos hecho. Sin embargo en lo que se refiere a la paz y otros grandes retos nacionales, hemos dado siempre prioridad a las necesidades de Colombia que, para nosotros, son más importantes que los intereses individuales de los miembros del partido.

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