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Cromoforo

Cromóforo: un caos de color para el disfrute

Pensar, soñar, crear con colores. Es lo que hacen Sergio Urbina y Enzo Sebastiani dos jóvenes de 25 años quienes hace unos años decidieron juntarse para formar Cromóforo. Ambos han estudiado Bibliotecología y ambos se sentían atraídos por el arte y la fotografía. “Nos conocimos en la Universidad y, tras desarrollar un trabajo para la facultad, decidimos juntarnos y unir nuestra creatividad en un proyecto de arte”.

Sergio Urbina y Enzo Sebastiani hablan al unísono, las frases se entremezclan y es casi como si conversáramos con una sola persona. Aún cuando divisamos las diferencias que existen entre ambos entendemos que en este caso esas diferencias son enriquecedoras.

Sergio ama la fotografía y escribe guiones para comics, y Enzo comparte la pasión para la fotografía y paralelamente a sus estudios de bibliotecólogo ha desarrollado cursos de diseño y pintura. Al crear Cromoforo, se han ido involucrando más y más en el proyecto, experimentando con el arte abstracto, irónico, lúdico.

“La pasión por el color – dice Sergio – es algo que llevamos adentro todos, es algo relacionado con la infancia, con esos primeros años en los que descubrimos la magia de los creyones y su capacidad de dar vida a unas líneas negra sobre un papel blanco. Nuestro acercamiento al color tiene algo de esa ingenuidad. Es inocente, imprevisible. Es casi una sorpresa para nosotros ver como de esa paleta de colores van surgiendo obras capaces de tomar una vida propia, distinta. Así como pasa a los dibujos que un niño llena de color”.

“Nuestro acercamiento al color – sigue Enzo – fue intuitivo. En un primer momento empezamos a intervenir objetos cotidianos. Nos entusiasmaba ver como tazas, platos y otros objetos se transformaban en obras de arte gracias al color, a la pintura abstracta”.

“Este trabajo – vuelve a tomar la palabra Sergio – ha sido muy natural, divertido, espontáneo. Lo hacíamos para satisfacer nuestros gustos, para abrir un espacio a nuestras obsesiones y necesidades artísticas. Hemos experimentado con diferentes materiales, desde la cerámica hasta la madera, el aluminio, el plástico. Es un disfrute ver como los colores modifican los espacios y los objetos”.

La creatividad generalmente es solitaria. ¿Cómo logran desarrollar un trabajo artístico juntos?

Se ha creado un equilibrio entre nosotros basado esencialmente en el respeto que sentimos el uno por el otro. Tenemos una estética y un lenguaje diferentes pero buscamos los puntos de encuentro y tratamos de cohesionar nuestra creatividad en una misma pieza. Algunas veces el trabajo fluye con facilidad, otras un poco menos, pero en general encontramos un equilibrio. Hay que agregar que ambos también desarrollamos obras individuales y es tanta la confianza que nos tenemos que muchas veces buscamos y respetamos el consejo del otro. El nuestro es un trabajo de hormiguitas, es como armar un rompecabezas. Seguimos buscando y explorando hasta que ambos nos sentimos satisfechos.

– Su país, Venezuela, como todo trópico está dominado por colores violentos, exagerados. Los divisamos en su naturaleza, en la luz, en el cielo. ¿Hasta qué punto sienten que ese ambiente influenció su trabajo?

Mucho. El trópico es sinónimo de colores. En la costa, donde está mi casa, la luz es tan fuerte que enceguece. El color tiene que librar una eterna batalla contra esa luz que lo diluye. En Venezuela vivimos en medio de excesos, excesos de colores, de detalles, de ruido. Es inevitable sentir esa influencia. Hay que agregar que Venezuela tiene un legado de color muy importante gracias a artistas como Cruz Diez.

Y sin embargo sus trabajos se parecen más a los que realizan otros artistas jóvenes en distintas partes del mundo.

Es verdad, nos inspira mucho el arte de  HENSE, quien con sus colores interviene espacio grandes como silos, así como de Brian Donnelly cuyo nombre artístico es Kaws y de Chad Wys. Amamos las obras de Koons, Basquiat, Warhol, Pollock y Rothko.

En sus últimos trabajos utilizan íconos que se repiten y que extraen de la cultura norteamericana y en particular del mundo de Disney, como Mickey Mouse.

Nuestra inspiración se nutre del pop art. Nos entusiasma la posibilidad de transformar una y otra vez, a través del color y del arte abstracto, símbolos tan tradicionales como Mickey. Es una metamorfosis sorprendente. Algo conocido y normal como un Mickey, se vuelve una pieza irónica, diferente, transgresora. Nos encanta profundizar el aspecto lúdico del arte.

¿Hasta qué punto es importante ese aspecto lúdico en realidades difíciles como la de Venezuela y hasta qué punto el arte puede cambiar la vida de las personas y ayudarlas a superar las dificultades cotidianas?

Sergio y Enzo quedan pensativos y luego contestan entremezclando impresiones y frases en un dueto que se transforma en una sola voz.

– La vida para nosotros ha cambiado desde que nació Cromoforo. Ha sido como encontrar un camino para expresarnos, explorar, crecer. Estamos en una búsqueda constante y la profundización de nuestra preparación a través de cursos, talleres, libros, camina paralelamente con la alegría de la sorpresa que permite crear con la libertad de quien no está encasillado en la Academia. Eso no significa que no queramos profundizar nuestros estudios porque entre nuestros proyectos futuros está el de cursar un master en arte, sino que al momento disfrutamos la libertad de explorar y experimentar. El arte, la cultura, la creatividad son importantes para todos pero sobre todo para las personas que viven en países agobiados por grandes dificultades como puede ser Venezuela. Nuestro caos de color se transforma en un espacio de disfrute, de juego, de abstracción.   

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