NUEVA YORK: El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) adquirió, para su colección permanente, la obra Sin Título de la artista cubana Tania Bruguera.
Esta imponente video instalación y performance, creada para ser presentada en la VII Bienal de La Habana en 2000, es la primera de una serie que la artista ha presentado en todo el mundo entre los años 2000 y 2009. Cada pieza, cada distinta performance nos conduce hacia el imaginario socio-político que desencadenan en nuestras memorias ciudades y momentos históricos.
La perspectiva desde donde se realizan las obras es la de aquéllos que no pertenecen a ese contexto, ni han sido parte de la historia que los ha construido. Las obras producidas en este conjunto intentan desmitificar la imagen política a priori que se establece sobre determinados espacios sociales por parte de quienes son ajenos a ellos. La necesidad de cambiar esa imagen se experimenta manipulando sus símbolos políticos por antonomasia. El conocimiento superficial que tenemos sobre la realidad de una sociedad ajena suele basarse en la información que se desprende de la difusión de sus estereotipos, a partir de lo que se construye una imagen preconcebida de la misma que se instaura en la conciencia colectiva y modela un estado de opinión. El hecho que la serie se titule Sin Título -y entre paréntesis encierre el lugar donde se va a realizar la obra y el año-, es una invitación a enfrentarnos a un contexto socio-político sobre el que carecemos de conocimiento pero del cual tenemos una opinión. Es un llamado a comprender la transitoriedad y la fragilidad de las definiciones sobre los contextos que no son propios, para entender que su realidad es más compleja que la información que sobre ella creemos tener.
Sin Título es la primera obra de Bruguera que entra a ser parte de la colección permanente del MoMA y fue adquirida gracias al Modern Women’s Fund Committee y el Committee on Media and Performance Art Fund.
La pieza consiste en un Video-performance-instalación que se realiza en una de las bóvedas, oscura y húmeda de La Fortaleza de La Cabaña, espacio que solía ser, desde tiempos de la colonización española hasta unos años antes de la exhibición, una cárcel militar para prisioneros de conciencia. El suelo cubierto de bagazo de caña de azúcar en descomposición crea una situación de inestabilidad que dificulta el caminar. Al entrar al espacio completamente oscuro, se percibe una tenue luz al final de éste que proviene de una pantalla de televisión, que cuelga del techo, en donde se ve material histórico con la imagen de Fidel Castro.