NUEVA YORK: El pasado 17 de octubre, McNally Jackson volvió a ser eje de presentación de la nueva literatura latinoamericana. Conducido el diálogo por el escritor Alexis Iparraguirre, se presentaron “El amor según” del mexicano Sebastián Antezana y “Goo y el amor” de la chilena Claudia Apablaza, ambos publicados bajo el sello de Sudaquia Editores. Las obras, atravesadas por una misma ráfaga, la del amor, construyen periferias hacia el acercamiento de esa eterna y confusa emoción entre los seres humanos.
En el caso de Apablaza, el instrumento radicó en las nuevas redes sociales. Las demostraciones afectivas, el interés y el deseo a través de “Likes” de Facebook. Hay un reflejo nítido de la vigilia de quien hasta la madrugada, en vela, puede pasar de uno a otro perfil, de una a otra foto, volver, volver entre “amigos” y “amigos de mis amigos”. La escritora asegura que: “el tema de lo amoroso se siente, no se puede conceptualizar mucho”. Sobre este particular, la autora insiste en que para “Goo y el amor”, partió de la cierta imposibilidad de los signos: “en el lenguaje uno se aproxima a ciertas realidades, pero nunca se resuelve… es imposible habitar la realidad, uno se aproxima”.
Para la construcción del texto, Apablaza comentó que abordó la idea de un proceso, ya que esta es su tercera edición-versión “Este es un libro proceso, siempre”.
“Hay una mirada en abismo de sus sujetos protagónicos” concluyó antes de leer un fragmento de la novela que revela lo vertiginoso del retrato humano entre redes sociales: frenesí, desesperación, amor e incomunicación son fundamento de “Goo y el amor”.
Antezana eligió para su intervención compartir un texto en torno a su novela. Construida como un despojo, reveló que fue escrita en paralelo a su proceso de tesis en Inglaterra, para inmediatamente (entre risas) corregir que fue escrita “en vez” de su tesis durante su estadía. Sucesora de una obra de largo aliento, el autor perseguía a manera de expulsión, sustentar la trama de manera concisa. Si bien en “Goo y el amor” los sentimientos son atravesados por un objeto de la tecnología (las redes sociales) la tecnología tendrá su forma en la obra de Antezana con la fotografía.
El autor sostuvo que se trata de “un intento de ver lo que pasa en las fracturas del amor… usé la figura de la fotografía porque me interesaba explorar cómo funciona la tensión entre el amor y su pérdida, cómo el cuerpo puede servir de plataforma tanto de deseos como de angustias”.
Iparraguirre, atento al diálogo entre los autores, resaltó la idea del “territorio” en ambas exploraciones. El territorio “virtual” de la pantalla ante los afectos y el sentimiento de claustro o encierro, parecido al de la desesperación amorosa. Antezana respondió afirmando que principalmente su interés radicaba en crear un ambiente más bien opresivo y que para ello situó toda la trama en dos cuartos cerrados, para finalizar reflexionando que quizás sin darse cuenta escribió la novela atravesando esa misma situación.
De esta forma se suman ambas obras al catálogo de la nueva narrativa en español, apoyada por los esfuerzos editoriales de Sudaquia Editores y el respaldo de la casa de nuestras letras, McNally Jackson.
Y siguen los encuentros editoriales en McNally Jackson ya que la próxima semana tendremos dos importantes citas, la primera con la poesía y la segunda con la narrativa. El viernes 24 a las 6pm los poetas Paul Guillén y Giancarlo Huapaya presentarán la Antología de Poesía Peruana Contemporánea “Asymmetries” que contiene también poemas de Roger Santiváñez, Mariela Dreyfus y Miguel Ángel Zapata.
ASYMMETRIES es una antología de poesía peruana contemporánea que pretende mostrar el mapa de las poéticas que se desarrollaron desde los años 50 hasta los años 80.
En ese sentido, el libro expone las poéticas de Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela, Carlos German Belli, Pablo Guevara, Rodolfo Hinostroza, Antonio Cisneros, Mario Montalbetti, Juan Ojeda, Luis Hernández, José Watanabe, Juan Ramírez Ruiz, Enrique Verástegui, Miguel Ángel Zapata, Roger Santivánez, Mariela Dreyfus y Eduardo Chirinos.
Todos los poemas de la antología están publicados en su versión original con su traducción al inglés. Las traducciones son realizadas por reconocidos escritores e investigadores de la poesía peruana, entre los traductores y traductoras tenemos a Joseph Mulligan, Michelle Gil-Montero, Eileen O’Connor, Rose Shapiro, Zachary Payne, Allita Kelley, Maureen Ahern, William Rowe, David Tipton, Clare Sullivan, Brandon Holmquest, Maggie Messerschmidt, C. A. de Lomellini, Steven F. White, Elsa Costa y G. J. Racz.
El sábado a las 4pm, siempre en McNally Jackson, en el contexto de “La Tertulia”, espacio en el cual se leen y comentan libros de autores hispanos, la escritora mexicana Elisa Díaz hablará de Muerte súbita de Alvaro Enrigue, también de México. El debate será moderado por el argentino Mariano Rouge.
Alvaro Enrigue, con su novela Muerte súbita ha ganado el “Premio Herralde” y el “VII Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska”.
Un jurado conformado por Ana Clavel, Eduardo Antonio Parra y Vicente Quirarteescogió por unanimidad Muerte súbita de entre 80 títulos concursantes.
Participaron novelas de diferentes regiones de Iberoamérica: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, Perú, Puerto Rico, y Uruguay y el jurado escogió Muerte súbita por “considerar que logra crear un retablo barroco donde se sintetizan múltiples tiempos y espacios en una estructura armónica y compleja. La novela se inscribe en una tradición contemporánea que reflexiona sobre la creación misma y urde un entramado poético de la historia que inaugura un espacio para la imaginación verbal mediante una propuesta estilística original y novedosa”.
En Muerte súbita un 4 de octubre de 1599, a las doce en punto del mediodía, se encuentran en las canchas de tenis públicas de la Plaza Navona, en Roma, dos duelistas singulares. Uno es un joven artista lombardo que ha descubierto que la forma de cambiar el arte de su tiempo no es reformando el contenido de sus cuadros, sino el método para pintarlos: ha puesto la piedra de fundación del arte moderno. El otro es un poeta español tal vez demasiado inteligente y sensible para su propio bien. Ambos llevan vidas disipadas hasta la molicie: en esa fecha, uno de ellos ya era un asesino en fuga, el otro lo sería pronto. Ambos están en la cancha para defender una idea del honor que ha dejado de tener sentido en un mundo repentinamente enorme, diverso e incomprensible.
¿Qué tendría que haber pasado para que Caravaggio y Quevedo jugaran una partida de tenis en su juventud? Muerte súbita se juega en tres sets, con cambio de cancha, en un mundo que por fin se había vuelto redondo como una pelota. Comienza cuando un mercenario francés roba las trenzas de la cabeza decapitada de Ana Bolena. O quizá cuando la Malinche se sienta a tejerle a Cortés el regalo de divorcio más tétrico de todos tiempos: un escapulario hecho con el pelo de Cuauhtémoc. Tal vez cuando el papa Pío IV, padre de familia y aficionado al tenis, desata sin darse cuenta a los lobos de la persecución y llena de hogueras Europa y América; o cuando un artista nahua visita la cocina del palacio toledano de Carlos I montado en lo que le parece la máxima aportación europea a la cultura universal: unos zapatos. Acaso en el momento en que un obispo michoacano lee Utopía de Tomás Moro y piensa que, en lugar de una parodia, es un manual de instrucciones.
En Muerte súbita el poeta Francisco de Quevedo conoce al que será su protector y compañero de juerga toda la vida en un viaje delirante por los Pirineos en el que una hija idiota de Felipe II será propuesta para reinar en Francia y Cuauhtémoc, prisionero en la remota Laguna de Términos, sueña con un perro. Caravaggio cruza la plaza de San Luis de los Franceses, en Roma, seguido por dos sirvientes que cargan el cuadro que lo convertirá en el primer rockstar de la historia del arte, y el amateca nahua Diego Huanitzin transforma la idea del color en el arte europeo a pesar de que habla en castellano imaginario. La duquesa de Alcalá asiste a los saraos reales con una cajita de plata rellena de chiles serranos y usa un verbo que nadie entiende, pero parece temible: «xingar». Muerte súbita se vale de todas las armas de la escritura literaria para dibujar un momento tan deslumbrante y atroz en la historia del mundo que sólo puede ser representado mediante la más venerable y maltratada de las tecnologías, el artefacto cuya regla de oro es que no tiene reglas: Su Majestad la novela. Y estamos ante una novela realmente majestuosa, de enorme ambición y gran calidad literaria.
La escritora invitada Elisa Díaz Castelo quien presentará la novela de Alvaro Enrigue estudió Literatura Inglesa en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus poemas en español han sido publicados en la antología de alumnos de la poeta María Baranda, Sublevación y Delirio, y en las revistas Lado B y Sobremesa. Una crónica suya saldrá en la revista Los Bárbaros en octubre. Con el apoyo de la beca Fulbright y la Goldwater (NYU), cursa la Maestría en Literatura Inglesa en la Universidad de Nueva York (NYU).