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Andrés Neuman

Andrés Neuman y David Unger: La literatura protagonista en el City College

NUEVA YORK: Dos escritores extraordinarios y muchos jóvenes y docentes ansiosos de escuchar sus palabras, llenaron el Auditorio de la División de Estudios Interdisciplinarios del City College. Andrés Neuman y David Unger, sus libros y la literatura en general fueron los protagonistas de una noche realmente especial, el pasado miércoles 12.

Tras una presentación cálida y exhaustiva del decano de la División Juan Carlos Mercado quien habló de la extensa obra literaria de Neuman y luego, al presentar a David Unger, recordó el reciente premio Miguel Ángel Asturias que recibió el escritor en su tierra natal, Guatemala, la palabra pasó a Unger quien a su vez presentó brevemente a Neuman y nuevamente citó su extensa obra literaria, sorprendente si tomamos en cuenta que el escritor argentino-español tiene solamente 37 años. Hasta el momento Andrés Neuman ha escrito cinco novelas, Bariloche, La vida en las ventanas, Una vez Argentina, Hablar solos, El viajero del siglo, además de una gran cantidad de cuentos, ensayos y poesías.

Por su parte David Unger a su vez es autor de cuatro novelas, Vivir en el maldito trópico, Ni chicha ni limonada, Para mí eres divina, El precio de la fuga, un libro infantil La casita, una colección de poesía y pronto saldrá su última novela El manipulador. También es un excelente traductor y ha traducido 14 libros del español al inglés, incluida la versión del Popol Vuh de Víctor Montejo, y tres libros infantiles de Rigoberta Menchú.
Andrés Neuman, con la sencillez que caracteriza a los grandes, leyó algunas páginas de El viajero del siglo traducido al inglés con el título Traveler of the century. Es este el primero de sus libros que ha sido traducido al inglés.

El viajero del siglo mereció el Premio Alfaguara y el Premio de la crítica que otorga la Asociación Española de Críticos Literarios y para el cual tuvo que competir con grandes como Antonio Muñoz Molina, Luis Mateo Díez y Javier Cercas.

Tras leer algunos párrafos de su libro y hablar brevemente de sus personajes y del espacio y el tiempo imaginarios y a la vez reales en el cual fueron colocados, fue respondiendo las muchas preguntas que le dirigieron los presentes, ansiosos de conocer más sobre esa historia y al mismo tiempo sobre su proceso creativo.

En el transcurso de la noche se habló de las distintas lecturas que puede tener el libro y de las emociones que desencadena. Es una novela histórica sin ser histórica, habla de amor y desamor, de comunicación y de distancias. El mismo Neuman dijo en una ocasión que es “una novela futurista que sucede en el pasado”. En la conversación con el público el escritor habló de la influencia que ha tenido sobre su vida el haber emigrado de Argentina a España tras una decisión de sus padres. Recordó la dificultad de insertarse en una ciudad que hablaba su mismo idioma pero lo hablaba diferente. Afloró el dolor del desarraigo, sobre todo cuando hay que vivirlo en una edad en la cual no eres tu el que toma las decisiones. David Unger también habló de su emigración, de lo difícil que es para un adolescente aceptar una nueva vida entre personas muy distintas por costumbres, tradiciones, educación.

Pero también se analizó el proceso creativo y Neuman dijo que cada libro, cada personaje requieren de un trabajo diferente, es diferente el lenguaje que los caracteriza y también lo son la puntuación y la sintaxis.

Los personajes del libro, Hans y Sophia, fueron los grandes protagonistas de la noche y en algunos momentos nos pareció verlos sentados entre el público, ansiosos de escuchar las tantas cosas que se decían sobre sus vidas, sus emociones y sus laberintos.

La conversación hubiera podido continuar durante horas pero, lamentablemente, tuvo que terminar a la hora establecida así que no nos queda más remedio que seguir esta conexión con los dos escritores a través de sus libros.

Y para no perder la magia del encuentro terminamos esta nota con una poesía de Andrés Neuman que recitaron en español y en inglés. Lo hacemos con la esperanza de que emocione a nuestros lectores tanto como nos ha emocionado a nosotros:

El Jardinero

Aprendí con mi abuelo a plantar árboles.
Los sauces necesitan
más agua, Andrés, que tú
y sus raíces
al principio no son
demasiado profundas.
A veces crecen rápido
y otras veces se estancan en la tierra,
asustados del aire.

Hoy no existe ni abuelo ni país
ni tampoco ese niño, pero queda
aquel sauce encorvado al que -me digo-
Andrés, hay que cuidar,
estas raíces frágiles,
este miedo a la altura de la vida.

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