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La tarde errante

«La tarde errante»: crónica de una lectura de poesía en Nueva York

NUEVA YORK: Eran las 4 de la tarde cuando llegué a la esquina de Amsterdam y la 165 el domingo 11 de octubre. Lo primero que vi fue un carrito lleno de libros en oferta y, por supuesto, me paré a mirar títulos. Entonces pensé en el largo viaje de vuelta y mi mochila ya bastante cargada (con material de lectura para la ida), y me contuve.

Al entrar me encontré con un espacio lleno de color y de libros. Escuché voces en español: alguien describía un taller de escritura para niños. Cuando le dije que había venido a leer pero que había llegado muy temprano, la mujer detrás del mostrador me señaló la mesa donde transcurría el diálogo en español. «¿Por qué no te sientas y tomas una copa de vino mientras esperas?»

Word Up es un espacio único en más de un sentido. La librería es administrada y atendida exclusivamente por voluntarios. Los libreros, de edades y orígenes diversos, provienen de Estados Unidos, la República Dominicana, Puerto Rico, Canadá, Israel, Argentina, Nigeria, Guatemala y Pakistán. Además, Word Up es un centro comunitario donde se organizan toda clase de eventos culturales, y está íntimamente conectada con la vida del barrio.

Cuando me acerqué a la mesa, me hicieron un lugar y rápidamente me incorporaron a la charla. Mientras conversábamos, fueron llegando mis compañeras de mesa: Claudia Prado, originalmente de la Patagonia, hoy residente en Jersey City, Denise León, de la provincia de Tucumán, en Nueva York con una beca, y Silvina López Medín, de Buenos Aires, que se mudó a Brooklyn por dos años. De ahí la idea de Denise y Claudia de titular la lectura «La tarde errante» pensando en ese verso sobre “las tardes errantes” de  Amelia Biagioni.

Diversos en su contenido y en su propuesta estética, los poemas construyeron un espacio de evocación donde se mezclaron la añoranza, la potencia de los elementos, el deseo, el dolor y la muerte. Las distintas voces se sucedieron en una atmósfera de calidez y camaradería que me acompañó en el tren de vuelta a casa. Sentí que la lectura había sido un éxito: buena poesía, buena compañía y la calidez de un lugar que puedo hacer mío. Sé que habrá otras visitas a Word Up, y otros proyectos compartidos.

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