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Gerd Leufert y su inolvidable legado

NUEVA YORK (Viernes 16 de septiembre): Análogos y opuestos es el título de la importante exhibición de obras de Gerd Lafert que inaugura el próximo viernes la galería Henrique Faría.

Lafert nació en Alemania en 1914 en la localidad de Memel (actualmente Klaipeda, Lituania) y se mudó a Venezuela en 1951. Aquí desarrolló una impresionante actividad en el área del diseño gráfico y de las artes plásticas que incluyen el ejercicio de la docencia en la Universidad Central de Venezuela , en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas y en el Instituto de Diseño Neumann en Caracas. En el último tercio de la década de los cincuenta (1957) asume la dirección artística de la revista El Farol, que convierte en una de las primerísimas referencias del diseño gráfico formal venezolano. También se encarga del departamento de diseño del Museo de Bellas Artes( M.B.A.) de Caracas. Leufert es el padre de la Emblemática como área del diseño gráfico en Venezuela, sus trabajos han sido seleccionados en diferentes publicaciones nacionales e internacionales y han sido parte de importantes exposiciones. En 1990 recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas. 

Leufert fallece en Caracas en enero de 1998

Al hablar de la exposición que quedará en la Galería Henrique Faría hasta el 29 de octubre, la curadora Tahia Rivero escribe: La actividad creadora de Gerd Leufert abarcó casi todos los medios artísticos frecuentes de su época marcando notables precedentes en los ámbitos y géneros en los que incursionó. Dueño de una sorprendente intuición sumada al interés por la experimentación, abrió numerosos y significativos caminos en la práctica artística en Venezuela y estableció las bases de la profesión de diseñador gráfico, oficio al que se dedicó a su llegada al país en 1951.

Diseñador, dibujante, grabador, pintor y escultor, además de pedagogo y curador, en sus últimos años también exploró atinadamente en la fotografía. Gerd Leufert personifica al creador inquieto y agudo capaz de reconocer y responder a los problemas que le planteó el arte de su tiempo.

Formado en la Escuela Superior de Diseño en Hannover y más tarde en la Academia de Bellas Artes de Munich bajo la tutela del reconocido diseñador y tipógrafo Fritz H. Ehmcke, Leufert contaba con una sólida estructura de conocimientos teóricos y técnicos que inmediatamente aplicó en sus primeras experiencias de trabajo tras su arribo a Venezuela. Los movimientos artísticos de vanguardia que sacudieron a la Europa de entreguerras, la implantación del proyecto moderno que considera la producción del diseño y las artesanías con base al criterio de la forma y la función, las nuevas tecnologías y los inventos respaldados por la revolución industrial son las referencias sobre las que Leufert construye su identidad multidisciplinaria. De personalidad cordial y emprendedora, se relaciona con un grupo selecto de profesionales y artistas con quienes desarrolla proyectos e ideas novedosas, y relaciones de amistad fructíferas y perdurables. En 1952 conoce y da inicio a su relación con la artista de origen alemán, Gego (Gertrud Goldschmidt, Hamburgo, 1912 – Caracas, 1994) al lado de quien permanece hasta el final de su vida.

Leufert cultiva una actividad radial que va del diseño gráfico al quehacer artístico sin dilemas ni jerarquías e incorpora de una y otra práctica elementos que objetan los protocolos académicos del arte o que restablecen la creatividad del diseñador. De la extensa obra de Leufert se puede decir que es análoga y opuesta y que basa su desarrollo en la honda comprensión de la estructura que le brindó el diseño. Análoga porque independientemente del medio y la técnica, comparte características y similitudes conceptuales y formales. Opuesta por la simetría de los contrarios que propicia la recuperación del sentido ontológico de la forma, es decir las formas que aún no se han cargado de significados (1) y cuya narrativa es solo la vigencia en el tiempo, la posibilidad (o imposibilidad) de ceder a un contenido semántico. De allí, como en el caso de las Nenias (1985), la tensión inquietante que provocan en el espectador acucioso.

Para la exposición que se presenta en la galería Henrique Faria Fine Art se ha hecho una selección panorámica, a una escala proporcional, que intenta dar cuenta de la amplia producción de este excepcional artista.

En la sala de atrás se ubican tres monocromos de los años cincuenta e inicios de los sesenta, son las obras más tempranas, realizadas básicamente en blanco o negro. El plano de un mismo color opera como un fondo sobre el cual concurren episodios plásticos de color y textura; si bien las piezas son de voluntad abstracta, en casos comoAM (1956), la línea longitudinal que la atraviesa remite al horizonte y por tanto a un paisaje difuso y distante. En esta misma sala se muestran tres dibujos de iguales dimensiones que bajo el mismo título Untitled (1959), recuerdan estadios de las planchas litográficas en proceso de entintado con rodillo. Aparecen de nuevo los recursos y la experiencia del diseñador que observa su trabajo cotidiano con la sensibilidad del artista. Estos experimentos de luz y sombra encuentran su máxima expresión en Composición azul (1956), en donde una incidental retícula, hecha de gruesos trazos de tinta negra, desafía el paso de la luz y el color. Aquí, podemos apreciar también, un conjunto de dibujos en tinta, guache y tinta de color, sin título, que pertenecen al mismo grupo exhibido en la exposición Espacios imaginarios y reales, Tintas de Gerd Leufert, Museo de Bellas Artes de Caracas, 1994. Allí se presentaron paisajes del norte de Europa que parecen ejercicios de grafismos libres y dibujos abstractos como una continuación de los anteriores pero sublimando la naturaleza del paisaje. Ese conjunto de dibujos fue realizado a lo largo de tres décadas: sesenta, setenta y ochenta, y se podría decir que son formalmente cercanos a los monocromos, razón por la que se presentan juntos. Con esta analogía se aprecia el desplazamiento de un soporte a otro y, aún más, el cambio en la poética del medio. Sin embargo, se mantiene perceptible la conexión de Leufert para crear sobre el plano espacios de distintas calidades a partir de la síntesis que impone el grafismo, similitudes que tienen origen en su trabajo tipográfico y caligráfico. Recordemos que Leufert fue un experto diseñador de alfabetos y como comunicador ejercía la maestría de acoplar el contenido semántico del mensaje con el visual.

La serie New York Drawings (1963) está constituida por dieciocho dibujos en grafito sobre papel, de los que se exhiben solamente algunos porque fueron realizados en un viaje a esta ciudad. En ellos prevalece la geometría del círculo. Para dibujarlos Leufert va rellenando el grosor de las líneas que los definen haciendo evidente el trazo de grafito. A su vez, un tratamiento de sfumatura  los torna nebulosos.  Ruth Auerbach afirma que en uno de ellos “el encuadre que alterna listones rojos y azules domina el plano creando una perspectiva ilusoria que, como principio y punto de vista determinado antecede, sin duda, los planteamientos que una década después proponen losListonados”.

En la sala frontal se ubican las pinturas de grandes formatos realizadas en los años sesenta y los Listonados de los setenta. En el ambiente artístico venezolano, en el cual imperaban las tendencias abstracto geométricas y en particular la cinética y neoplasticista, la obra de Gerd Leufert no parece interesarse por los fenómenos ópticos y de movimiento. Luego de sus primeros trabajos, casi todos con prevalencia del blanco y el negro, vuelca su investigación hacia un tratamiento libre, instintivo y radical de los planos de color, los contrastes de proporción, disposición y rotación de las formas sobre la superficie pictórica. Una geometría de extensiones cromáticas y elementos lineares que en ocasiones es también orgánica, sinuosa en sus bordes e inesperada en sus contraposiciones. Estas obras manifiestan la herencia del diseño con la libertad que ostenta el hecho creativo. Sin embargo, está claro que sería la experiencia en el campo del diseño lo que determinaría su conocimiento y dominio de la gramática visual con la que construyó su lenguaje.

Varios Listonados se exhiben junto a las pinturas a manera de diálogo y contrapunto. Estos marcos rectangulares de distintas geometrías, formas y colores, proponen un planteamiento lúdico y perspicaz por cuanto cuestionan el plano como espacio del objeto del arte pero a la vez determinan su desplazamiento a un objeto accesorio. Con este juego de contrarios se plantea una analogía entre el marco y el plano pictórico vacío en términos de significado y, a la vez, se establece una simetría de valores asignados por el canon al que la obra contraviene. En palabras de Juan Calzadilla es oportuno concluir que “Leufert ha demostrado ser un artista experimental. Su obra significa en cada período un punto de evolución condicionado siempre por las posibilidades que le ofrecen los materiales y por la necesidad de ser contemporáneo”.

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