La configuración del cielo con la que comienza la semana es similar a la que observaremos el primer día del próximo año. La Luna transitando por Acuario, en la primera fase de su ciclo mensual. Ambiente de Luna Nueva, que es el más propicio para los inicios. Pero, también por las posiciones que ocupan los tres planetas personales: Venus, Marte y Mercurio.
El próximo miércoles siete, Venus, ahora tras los pasos de su comadre la Luna, sale de Capricornio e ingresará en Acuario. Un cambio significativo en la manera de sentir y de expresar lo que se vive interiormente; así como también en la forma de manejar las posesiones y los recursos materiales.
Con Venus en Acuario el amor es menos comprometido en sus manifestaciones externas, la amistad prevalece y el sentido de solidaridad humana está por encima de las exigencias propias de una relación de pareja. Es el amor como ágape, que implica el disfrute en la entrega desinteresada. Es también el desprendimiento en el uso de los bienes económicos.
El opuesto y complemento de Venus es el aguerrido Marte. Representa la otra cara de la moneda: el espíritu individual, que emprende, lucha y conquista. Ahora transita por el último decanato de Acuario. En esa zona del cielo se halla como a la deriva, ya que se desprende de lo concreto y se lanza hacia la conquista de las utopías.
Marte se prepara para pasar al signo en el que iniciará el nuevo año: Piscis. Ése es el último tramo de la rueda zodiacal, el que precede a Aries, donde encuentra el ambiente competitivo que le es natural. Curiosamente, Marte pasará a Piscis el día previo al Solsticio, cuando el Sol esté llegando al extremo sur.
El próximo 19 de diciembre se presentarán dos cambios energéticos singulares para preparar el Solsticio y el Año Nuevo: Marte se sumerge en las oceánicas profundidades de Piscis y Mercurio comenzará su retrogradación. Lo que le dará al nuevo período anual un toque muy particular.
Desde la puesta de Sol del pasado viernes 2 de diciembre, Mercurio, el ligero, pequeño y más cercano planeta a la incandescencia solar, que representa los procesos de la mente y la habilidad de la palabra, la astucia y la inteligencia práctica, el lenguaje, el comercio y las relaciones interpersonales, los traslados y las encrucijadas, ingresó en el invernal signo de la Cabra Montesa.
El astro de las comunicaciones se adelantó al Sol en su arribo anual a territorio capricorniano, en donde prolongará su estadía por un tiempo superior al que nos tiene acostumbrados en cada signo zodiacal.
La permanencia de Mercurio en Capricornio será de unos dos meses, con una breve pausa de una semana, cuando retorne a los últimos grados de Sagitario (del 4 al 12 de enero). Lo habitual es que Mercurio no extienda su alojamiento en cada signo zodiacal por más de de cuatro semanas.
Desde el paisaje capricorniano, Mercurio comenzará su cuarto y último período anual de retrogradación, luego de un par de semanas en continua disminución de su velocidad. El diminuto astro estará impregnado de la difícil capricornidad hasta el siete de febrero del próximo año.
La cualidad estructurada, firme, formal, exigente, inflexible y controladora de Capricornio no es afín con la naturaleza versátil, dinámica, inestable, acomodaticia y adaptativa de Mercurio. Por tal motivo, ha comenzado un período de dificultades en las relaciones de intercambio y en los asuntos que requieren de acuerdos y entendimiento entre los humanos. Condición que se acentuará mientras dure la retrogradación planetaria, del 19 de diciembre al 08 de enero (21 días).
Bajo estas complejas circunstancias astrales que dibujan los tres planetas personales, estrenaremos el Solsticio decembrino, símbolo de la fría noche invernal, que tenderá a prolongarse en los tiempos por venir, ya que ésa será la misma configuración cósmica con la que inauguraremos el Año Nuevo 2017, marcado por la retrogradación del habilidoso Mercurio.
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