En las noches sucesivas del domingo 13 y lunes 14 se está produciendo por segundo mes consecutivo una Super Luna; es decir, la observación de una Luna Llena más grande de lo habitual. La condición de Super Luna se adquiere cada vez que se presentan simultáneamente dos eventos astrales de distinto orden: Plenilunio y Perigeo.
Cuando caiga la noche de su propio día (lunes), nuestro reluciente satélite reflejará la luz que recibe de nuestro Sol. En ese momento mostrará su superficie esférica en una dimensión suprema, ya que habrá reducido su distancia de nuestro planeta al mínimo punto, en los últimos 69 años.
Una Super Luna no es otra cosa que la expresión de la máxima polaridad. Más allá de los efectos físicos del alineamiento Sol-Tierra-Luna y de sus consecuencias emocionales y psíquicas, se presenta el carácter simbólico de la oposición del Sol y de la Luna; así como también de lo que representan las zonas siderales por donde transitan nuestras dos luminarias.
En estos momentos, el Sol se impregna de la dimensión oculta y transformadora del Escorpión, mientras que la Luna se conecta con el carácter visible, sensual y corpóreo del Toro. Es la confrontación entre Sol y Luna, el este y el oeste, entre la noche y el día, lo superficial y lo subterráneo, lo femenino y lo masculino. La lucha del diminuto y escondido alacrán, dotado de su ponzoña venenosa, contra el corpulento y fiero toro embistiendo con sus afilados y visibles cuernos.
El eje zodiacal donde tiene lugar el alineamiento es el que corresponde a los 22° de Tauro y Escorpio. Las constelaciones de Perseus y Serpens son las que sirven de albergue a nuestras dos luminarias; así como las estrellas fijas Algol y Unukalhai actúan como anfitrionas de esta confrontación de nuestros dos cuerpos celestes más luminosos, la Luna y el Sol.
Como en su trayectoria nocturna la Luna pareciera ser más grande cuando emerge por el Este, una vez que el Sol se haya ocultado, y se pone por el Oeste, poco antes del amanecer; en el continente americano se podrá apreciar mejor su tamaño por el horizonte marino (o de planicie) poco antes de la aurora, o justo después del crepúsculo del lunes 14.
En las costas orientales de Asia, en Oceanía y en las regiones insulares del Pacífico, podrá percibirse mejor no sólo el enorme tamaño lunar, sino también el fluir de las mareas y de las corrientes energéticas, ya que nuestro satélite emergerá desde el horizonte oceánico a la misma hora en que pasará por el punto más próximo a la Tierra.
Pocas horas antes del alineamiento Sol-Tierra-Luna se ha presentado ya, en las costas de Nueva Zelanda, un terremoto que superaría los 7.0 grados de magnitud, acompañado por amenazas de tsunami, con enormes olas. Un claro ejemplo de estas alteraciones de los flujos de energía que provoca tal cercanía lunar.
Esta vez el Sol escorpiano está acompañando un punto sideral conocido como Luna Negra, símbolo del poder misterioso de lo femenino, con malignas intenciones, asociado con Lilith, figura mítica que representa la primera mujer compañera de Adán, que compite con él y desarrolla su capacidad de dominación y de imposición del sacrificio, la inhibición y la castración, desde las oscuras profundidades de la psique.
Toda la simbología que rodea esta extraordinaria manifestación de la Luna nos indica que vivimos tiempos de extrema polarización y conflictividad, con el surgimiento de oscuras fuerzas que activan en la humanidad tensión y frustración, junto al temor, por la sensación de haber perdido las condiciones para una convivencia equilibrada. Estos signos deben servirnos para tomar consciencia colectiva del rumbo hacia el cual se dirige la especie humana, como entidades espirituales que somos.
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