El extraño ritual de apagar las velas con un soplido, en la celebración del cumpleaños, está lleno de significados: la exhalación del aire contenido en los pulmones es una forma de expresar la existencia de vida; pero, al mismo tiempo, la llama apagada como efecto de ese soplido, representa el cese de la luz y el calor, también asociados con la vida.
Soplar las velas encendidas es simultáneamente un acto que se vincula con la desaparición de lo vivido (cada una de las velas que se apagan, que representan cada uno de los años transcurridos) y con la expresión de vida acumulada, el viento generador del movimiento, que es expresión de aquello que tiene vida.
La llama de una vela encendida puede acabarse como consecuencia de la cera consumida, que representa al mismo tiempo el final de la vela misma, o puede ser el efecto de una acción externa que ocasiona el repentino cese del fuego vital. La misma diferencia se presenta con la muerte de un organismo vivo, que puede ser natural o provocada.
En el plano terrenal, la experiencia de vida se desarrolla como un proceso identificado con el paso del tiempo, aunque éste no tenga una expresión física material, se relaciona con el movimiento de los astros en el espacio, lo que nos sirve de referencia para contar los días, los meses y los años, que a su vez se manifiestan en la duración natural de los órganos vivos.
El pasado domingo 16, la Luna, nuestro lucero nocturno, se colocó en un punto intermedio entre la Tierra y el Sol, formando un ángulo de 90° con cada uno de ellos, y seguirá avanzando en los próximos días hasta reducir ese ángulo a cero. Es un proceso que dura una semana (una cuarta parte del mes lunar), y se le conoce como la Luna Menguante.
El Sol, por su parte, tomará el mismo tiempo de la Luna Menguante (una semana) para acabar su tránsito por Cáncer. Ambas luminarias compartirán simultáneamente sus respectivos procesos de terminación. El próximo fin de semana se sincronizarán la Luna Nueva (inicio del ciclo lunar) y una nueva etapa solar, la que corresponde al signo de Leo.
La coincidencia del inicio del mes lunar con el del paso solar por uno de los doce signos zodiacales no es común, ello sucede aproximadamente cada tres años (36 meses lunares). Estamos por tanto en una semana de terminaciones, como lo estaremos en junio de 2020, y lo estuvimos en octubre de 2014.
Esta semana terminal también contará con la resaltante posición del planeta Urano, ya que recibirá de Marte y el Sol el caudal energético que estimula su ubicación a 90° de ellos. Este planeta –ahora repotenciado-, que representa los eventos abruptos y las situaciones inesperadas, se combina con los factores agonizantes del ciclo lunar y del tránsito canceriano del planeta guerrero y de la inagotable energía que provee nuestro Sol.
Estos procesos terminales se asemejan al que ocurre cuando el fuego va consumiendo la cera de una vela. Cuando la vela ha perdido su tamaño nos anuncia el cercano final de su existencia y de la llama que emite. En esta ocasión, a la natural extinción de la llama provocada por la cera consumida, se le suma la acción del soplo externo, representado por el factor Urano.
La presente semana de luna agonizante nos prepara para la nueva lunación que llegará a su máxima expresión en el plenilunio de agosto y el siguiente novilunio, que estarán acompañados por sendos eclipses de nuestras dos luminarias. Entramos, por tanto, en un período de alteración de la normalidad: la muerte de lo que se va acabando y el surgimiento de lo que está por nacer. Como el ciclo de la vida, o la duración de una vela encendida, todo final implica un cambio hacia una nueva forma de existencia.
🇺🇸 Ahora puedes leer el Código Estelar en inglés: http://bit.ly/2uw3T6C
Traducido por Jorge Pardo Febres-Cordero, Traductor Público Certificado (Español-Inglés-Español) – [email protected]
Photo Credits: letavua