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Ruth Bader Ginsberg
Photo by: Deb Nystrom ©

Vivir sin RBG

Todos sabíamos que su vida estaba sujeta a un hilo finísimo, el hilo de una voluntad de hierro que desafió la muerte durante muchos años hasta que, finalmente, tuvo que darse por vencida. Ruth Bader Ginsburg, Jueza amada y odiada con igual pasión, aguantó los dolores de un cáncer que la iba carcomiendo por dentro, con tal de salvar los ideales a los cuales ha dedicado su vida entera. No los ha olvidado ni cuando supo que la vida se iba alejando de su cuerpo. Las últimas palabras que dirigió al país, las dejó en una carta en la cual pide que no elijan a su sustituto en la Corte Constitucional, antes de las votaciones.

Una petición que se dirige al corazón, al sentido ético de un pueblo. Mas, que puede ser desoída por los políticos. Dependerá de la fuerza que tendrán quienes desearían borrar muchos de los derechos humanos de los cuales hoy gozamos. Derechos a los cuales dedicaron y dedican su vida personas como Ruth Bader Ginsburg.

Las mujeres le debemos no solamente la aprobación de leyes fundamentales como la que garantiza el derecho al aborto, sino también el respeto en una sociedad en la cual se esconden corrientes profundamente machistas, una sociedad patriarcal que anhela someter el cuerpo y la mente de las mujeres.

Nadie puede olvidar su célebre frase en el Tribunal: “No pido favores para mi sexo pido que dejen de pisotearnos”. Han pasado muchos años desde el momento en el cual ella pronunció esas palabras y sin embargo, siguen siendo de gran actualidad.

Ruth Bader Ginzburg defendió enérgicamente los derechos de las minorías, todas las minorías. Nadie debe olvidarlo a menos de dos meses de las elecciones.

No deben olvidarlo las mujeres pero tampoco la comunidad LGTBQ+, los inmigrantes, los afroamericanos. No deben olvidarlo los latinos. La xenofobia golpea a todos, independientemente de su condición legal.

Lo más probable es que en estas últimas semanas y con el panorama que deja la silla vacía de RBG, grupos religiosos y sobre todo los evangelistas, afilen sus armas y redoblen los esfuerzos para lograr la reelección de Trump.

Igual énfasis pondrá la Rusia de Putin bien interesada en debilitar los derechos humanos en el mundo. En la misma línea se encontrarán la China y todos los gobiernos autocráticos, dictatoriales y los partidos de derecha extrema. Crecerán las fake news y los ataques en las redes que habrá que desenmascarar y denunciar.

La única posibilidad de evitar un retroceso gravísimo en la historia de la humanidad es que todos vayan a votar y que lo hagan a sabiendas de lo que podrían perder.

Ruth Bader Ginzburg nos enseñó que los derechos de los cuales gozamos no son productos de la casualidad. Son el resultado de muchas batallas. Ahora nos toca a nosotros tomar el mando, y, en este momento, salvarlos con un voto.

Miles de jóvenes lloran la muerte de esta Juez inolvidable. Quizás, viendo su reacción, los líderes demócratas, no solamente de Estados Unidos, sino de todo el mundo occidental, entiendan que ha llegado el momento de volver a construir un camino de ideales acorde con nuestros tiempos, ideales que logren darle nuevamente sentido a la política, único baluarte contra los populismos.

La mejor manera de honrar a Ruth Bader Ginzburg es la de tomar consciencia de nuestras responsabilidades.


Photo by: Deb Nystrom ©

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