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Venezuela en la encrucijada

La diatriba entre Gobierno y oposición en Venezuela, lejos de suavizarse, se vuelve cada día más áspera y dura. Si por un lado la oposición, cohesionada en la Mesa de la Unidad (MUD) organización que trata de contener las diferencias inevitables entre los partidos que la conforman, pide con firmeza que se trace un camino para la realización de un Referendum Revocatorio antes del 10 de enero de 2017, el Gobierno, a través del Consejo Supremo Electoral (CNE), trata de aplazarlo, hasta después de esa fecha, para que sea, eventualmente, el vicepresidente quien asuma el control del país. Un cambio aparentemente gatopardiano pero que, al mismo tiempo, agudizaría las guerras internas en el chavismo que ya han creado fracturas profundas pero aún controladas.

En el medio está una población que sufre las consecuencias de los desaciertos de una política económica que, desde hace muchos años, ha estado centrada en el presente, sin visión de futuro ni mucho menos previsión para enfrentar posibles caídas de los precios del petróleo.

El ex Presidente Hugo Chávez utilizó los ingresos petroleros para afianzar su posición dentro y fuera del país, agudizando el mal antiguo de la corrupción y el actual Presidente Nicolás Maduro, apresado entre la memoria endiosada de Chávez y las guerras internas en el chavismo, no ha tenido la capacidad ni la posibilidad de tomar las decisiones, dolorosas pero necesarias, que habrían podido empezar a frenar la caída vertical del país.

La política domina y mata la economía, la vida se hace cada día más difícil para los ciudadanos obligados a la humillación de colas y control de documentos para adquirir bienes de primera necesidad y medicinas, mientras asisten impotentes a un grave deterioro de su calidad de vida. Es el mismo mal que, en otras épocas, padecieron muchos países de América Latina pero del que se sentían inmunes los venezolanos, máxime después de más de un decenio de precios altísimos del crudo.

La gente hoy muere por falta de medicinas, por brotes de enfermedades que habían sido olvidadas, por una delincuencia que domina las calles sembrándolas de miedo. Es necesario un cambio real y también se deberá llegar a una reconciliación entre las partes porque ningún país ha salido de situaciones traumáticas sin diálogo y sin mediaciones.

Pero no se puede pensar en diálogo mientras el gobierno ordena purgas, absolutamente fascistas, para punir con el despido a los funcionarios, empleados, obreros que han firmado para pedir el Referendum. Esa medida va en contra de cualquier regla democrática y pisotea el derecho humano del voto y de la expresión libre.

El primero de septiembre es una fecha particularmente importante para los venezolanos. La oposición está organizando una marcha de grandes dimensiones en Caracas. Están previstos autobuses para que desde el interior las personas se puedan movilizar hacia la capital y los partidos de la MUD aseguran que hay millares de ciudadanos dispuestos a emprender ese viaje. La razón de la movilización es pedir que se agilicen los trámites del Revocatorio y permitir que se realice antes del 10 de enero de 2017.

La marcha debe ser pacífica y los líderes de la oposición tienen la gran responsabilidad de garantizar la incolumidad de los ciudadanos y evitar cualquier desviación que podría ocasionar enfrentamientos y represión.

Por otro lado el Gobierno, ya en estado de alerta como demuestran las muchas tanquetas de los militares diseminadas por la ciudad, debe dejar que la manifestación se desarrolle en paz sin bloquear la entrada de los autobuses ni las de la metropolitana.

La agresividad verbal del Presidente y del ex Presidente de la Asamblea Diosdado Cabello, amén de otros líderes del PSUV, no ayuda a crear un ambiente tranquilo pero se espera que las amenazas tengan únicamente la finalidad de amedrentar y disuadir a los ciudadanos, sin llegar nunca a concretarse.

El primero de septiembre es una fecha clave para los venezolanos. No solamente para la oposición que tiene la oportunidad de demostrar su capacidad de convocatoria, sino para el futuro de todos.

Los venezolanos demostrarán si están dispuestos a compartir un mismo suelo, a superar los odios y a vivir en una democracia en la cual sea posible disentir sin que eso signifique la pérdida de la libertad y, peor todavía, la pérdida de la vida.


Photo Credits: Noel-Fotografia

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