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Vampirizar el dolor

Tras el asombro y la rabia queda el dolor, solamente el dolor.

Lo que ocurrió en el Club Pulse de Orlando deja una herida profunda que obliga a una reflexión. Indigna profundamente la vampirización del luto ajeno que, sin un mínimo atisbo de sensibilidad y mucho menos de responsabilidad, hizo el candidato republicano Donald Trump.

Mientras las imágenes de la tragedia mantenían a todos con el corazón en vilo, mientras familias y amigos, buscaban a sus seres queridos entre las víctimas, Trump con la voracidad de quien olfatea en la desgracia ajena un posible beneficio, inundó el éter con tweets que buscaban desacreditar al Presidente Obama y a Hillary Clinton, criticando la prudencia y seriedad con la cual ambos enfrentaron un momento tan dramático.

Manipulando rabia, dolor e indignación Trump lanzó invectivas contra los musulmanes sembrando más y más odio. Luego, tras notar que la mayoría de los norteamericanos tomaba distancia de su racismo y por lo contrario se inclinaba a apoyar la tesis de Obama y Clinton sobre la necesidad de una regulación de las armas, cambió estrategia y, con oportunismo descarado, dijo que se reuniría con los dirigentes de la NRA (National Rifle Association) para analizar la posibilidad de aplicar medidas restrictivas en la venta de armas a personas sospechosas de conexiones con el terrorismo.

Por otro lado también los dirigentes del ISIS se lanzaron como aves de rapiña sobre la matanza. Ellos, que han hecho de la muerte su religión, aprovecharon la acción homicida de Omar Seddique Mateen para exaltar su gesta y ponerle el sello del Califado. La verdad es que el ISIS necesita a los muertos causados por «lobos solitarios» para maquillar la constante pérdida de control en sus territorios.

Será tarea de los investigadores definir hasta qué punto la tragedia de Orlando responde a un acto de terrorismo o sencillamente de terror y si están realmente involucrados y hasta qué punto los del ISIS.

Lo único claro, hasta el momento, es que el ataque fue dirigido contra dos comunidades bien definidas: la LGBT y la latina. Sí, porque, aunque pocos lo subrayen, es importante recordar que la discoteca Pulse es uno de los lugares en el cual se reúnen los latinoamericanos y esa noche en particular era una “noche latina”. El ataque homicida de Omar Seddique Mateen ha desenmascarado la persistencia de un sentimiento de intolerancia hacia dos grupos bien específicos de personas catalogadas como “minorías”. Personas “diversas”.

Trump y muchos como él prefirieron gritar consignas contra los musulmanes para tapar esa realidad incontestable e incómoda ya que mucho de ese odio lo han ido sembrando personas como ellos quienes se consideran “normales”.

Habría que preguntarles: ¿qué significan diversidad y normalidad?  ¿En base a cuáles cánones alguien es normal? Cuántas injusticias y violencias se perpetran con el fin de defender las reglas que encierra la palabra “normalidad”, un concepto tan absurdo como mutable, ya que depende de la persona que lo expresa. En nombre de la “normalidad” hay madres quienes todavía mutilan los genitales de sus niñas, familias dominadas por el yugo de estrictas reglas religiosas, niños quienes maltratan a los amiguitos inmigrantes o gitanos, adolescentes que le prenden fuego a indigentes. Podríamos seguir al infinito. Muchas de las acciones más reprobables se escudan detrás de la palabra “normalidad” que siembra odios en nombre de una identidad grupal.

La intolerancia es un mal que no conoce fronteras y que cobra víctimas en todas partes. Hace pocos días una diputada laborista del Reino Unido también fue atacada por un hombre quien la apuñaló y luego le disparó al grito de “Britain first”.  Helen Joanne Cox luchaba para que los inmigrantes y en particular los sirianos fueran aceptados en su país, defendía a los más débiles, y estaba en contra del Brexit, el referéndum que determinará el próximo 23 de junio si los británicos seguirán dentro de la Unión Europea. Helen Joanne Cox tenía 41 años y deja a dos niños pequeños.

Como bien subrayó en una nota muy emotiva el periodista de CNN Anderson Cooper los muertos de Orlando son mucho más que números. Eran seres humanos con sueños, y frustraciones, amarguras y alegrías. Ellos merecían vivir, ellos al igual que la diputada británica y todas las víctimas inocentes de la violencia en cualquier parte del mundo merecían ese futuro que les fue arrancado en un instante.

El año pasado celebramos un Gay Pride lleno de alegría. Finalmente las personas de un mismo sexo tenían el derecho de casarse en cualquier lugar de Estados Unidos.

El próximo domingo el desfile marchará entre lágrimas.

Dolor es lo que queda y respeto es lo que se exige.


Photo Credits: Eric Garcetti

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