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Una memoria imaginada

Fotografías experimentales sobre desaparición forzada en la Comuna 13 de Medellín, Colombia*. 

Intentaron atrapar su memoria. Incendiarla. La humareda agotó el espacio posible para recordar. Los hechos y sus secretos. Abrumados. Las imágenes y sus protagonistas. Axfixiados por la ceguera. La familia y el hogar a punto de terminar destrozados.

Sus voces atormentadas, con la utopía por perdurar en la incertidumbre, hablaron. Dijeron sus primeras palabras. Ma. Celebraron el balcuceo. . El infantil balcuceo que retumba antes de que una madre alcance a su hija. Ni con el quebranto herido o las lágrimas quemadas, lo lograron.

No lo lograron. Antes de las cenizas, en plena quema del sentido y, justo cuando su pasado continuaría por la línea de los omitidos, de los que fueron callados por la represión, su madre la sostuvo firme. En una unión de memorias en movimiento, de fuerzas reveladas ante la muerte.

Juntas desbordaron las márgenes con otras historias, que, al hacer temblar y mover los sedimentos, quebraron el tiempo de la gran memoria que desaparece. Esa que intentó someter el presente a repeticiones mecánicas con un pasado sin luchas y, a costa de finales, pretendió hacer creer en un olvido de la nada con algún nadie.

Inicio. Un nacimiento incluso después de conocer el rostro de la caída. Con alguna madre, la suya, fue suficiente para devolverle su nombre. Su lugar. Uno incierto que sobrepasó la destrucción.

Pero su memoria en medio de la batalla, en la que resistió ante la pérdida, quedó despedazada por el intento de desaparición. En un eterno naufragio por encontrar sus partes.

Como una recomposición de recuerdos que perviven en su fragmentación constante.

Como una madre que, a pesar de los inconclusos y las indeterminaciones, escuchó los murmullos de su hija que hablan sin tiempo, sin orden y sin cuerpo.

Como la sutileza que necesitan dos corazones para escuchar sus sentimientos. En un campo traslúcido donde conviven la ruptura; y todo el dolor que implica soportarla, con la existencia; y todo el abismo que la sostiene incesante para perdurar.

Como una eternidad que agujerea el curso de la historia y entrelaza su propio tiempo con retazos de la ausencia.

Como una balsa con un recorrido incierto que abre nuevos caminos con surcos imperceptibles en una marea alta.

Tan alta que surgen unas memorias en movimiento, con su propia corriente. En un constante recorrido hacia un camino de aguas compuesto de silencios, vacíos, tensiones y conflictos. De recuerdos que evocan y declaman; sin necesidad de orillas, formas o cuerpos, otras memorias que no sucumben ante la desaparición forzada.

*Las fotografías intervenidas fueron tomadas del álbum personal de los familiares que buscan a sus desaparecidos. Por un lado, apreciamos a Karol Vanessa Restrepo, hija de la lideresa Margarita Restrepo. Por otro lado, vemos a Javier Laverde, esposo de la lideresa Luz Elena Galeano. Margarita y Luz hacen parte del Colectivo de Mujeres Caminando por la Verdad de la Comuna 13 de Medellín. 

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