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Sanciones solitarias

El Presidente Obama ha dejado de lado los titubeos y ha decidido apoyar a los parlamentarios que pedían sancionar a algunos venezolanos excelentes. Son siete, cinco de ellos militares activos y directivos policiales. Para justificar esta decisión tan drástica el Presidente dijo que “Venezuela se está transformando en una amenaza para la seguridad de Estados Unidos”. Dijo también muchas otras cosas, entre ellas que las sanciones no están dirigidas al pueblo venezolano sino más bien a unos funcionarios que han violado los derechos humanos de su mismo pueblo y quienes además cometieron actos de corrupción. Pero esas otras palabras se extraviaron en el aire.

Pocas veces las sanciones han logrado los objetivos que las motivaron. En Cuba, por ejemplo, han sido el gran bastión del castrismo.

Con gran habilidad política el gobierno del Presidente Maduro, dejando de lado las rencillas internas, ha focalizado toda su atención hacia esas sanciones, magnificándolas, transformándolas en una amenaza bélica hacia Venezuela, gritando que son una antesala a un bloqueo económico y a una invasión militar.

Y así, una vez más, las sanciones se transformaron en un boomerang que, lejos de debilitar, puede fortalecer al gobierno hacia el cual están dirigidas.

Distinta, muy distinta, hubiera sido esa medida si hubiese sido compartida por otros organismos internacionales como la Unión Europea, La OEA, el Mercosur y Unasur.

Pero, en esos organismos, la prudencia es la regla que determina cada decisión. No han faltado las voces críticas con relación al manejo de la fuerza y la represión en las manifestaciones de la oposición venezolana, ni hacia la detención de opositores políticos, último el Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma, pero nadie se atrevió a llegar a los extremos de unas sanciones.

Mucho más efectiva hubiera sido la acción del gobierno norteamericano si hubiese llevado adelante una atenta acción diplomática vuelta a sensibilizar a los otros países para seguir ejerciendo una presión internacional sobre los líderes venezolanos obligándolos a modificar su actitud autoritaria y a liberar a los presos políticos.

Por lo contrario las sanciones norteamericanas llegan casi como un regalo para el gobierno que iba perdiendo consensos a causa del clima incandescente que se vive en Venezuela donde a la violencia de la criminalidad se agrega la de los políticos, a la crisis económica que disuelve el bolívar día tras día se añade la carencia ya crónica de productos básicos alimentarios y, peor aún, farmacéuticos. Y todavía no ha llegado la crisis verdadera porque aún se están recibiendo los pagos del petróleo a los precios de vacas gordas.

Estas sanciones solitarias, impuestas por el “monstruo gringo” y el “imperialismo rapaz”, calificativos que tan fácilmente se utilizan para alimentar los nacionalismos, han regalado un flamante trapo rojo con el cual distraer a los venezolanos y achacar a guerras de todo tipo los desaciertos de unos gobernantes que han sido capaces de llevar al país a una condición realmente inimaginable. Y peor aún ha permitido al Presidente pedir una habilitante con un contenido tan difuso que es imposible predecir las consecuencias.

Difícil, muy difícil va a ser ahora el trabajo de la oposición que, por un lado, tiene que explicar que las sanciones están dirigidas a siete venezolanos por razones bien específicas y no a todo el país, tiene que impedir que la habilitante se transforme en un disuasivo para los que deben ir a votar en las próximas parlamentarias y debe evitar los excesos que podrían surgir a raíz del desespero de la población; excesos que traerían solamente otros muertos, más dolor y podrían ser una válida excusa para postergar “ad infinitum” las elecciones.

Va en esa dirección el comunicado que emitió la MUD (la Mesa de la Unidad que reúne a la heterogénea galaxia de partidos y movimientos políticos que constituyen la oposición) bajo el título: «Bloqueando las propiedades y suspendiendo la entrada de ciertas personas que han contribuido a la situación de Venezuela». Allí leemos, entre otras cosas, “Preferimos la acción preventiva que implica el acatamiento de los métodos, reglas e instituciones que la comunidad internacional dispone dentro del Derecho, que acciones sancionatorias unilaterales”.

El gran desbalance que existe en Venezuela entre los medios oficiales y los de la oposición vuelven aún más cuesta arriba el trabajo de los dirigentes políticos de oposición.

Es una lástima que el gobierno de Obama se haya dejado condicionar por parlamentarios que buscan consensos en una base latina radicada en Estados Unidos y que tiene una visión distorsionada de lo que realmente necesitarían los que viven en Venezuela. Los venezolanos, en su gran mayoría, buscan paz y esperan reconstruir un país donde no haya enemigos sino opositores. Es una lástima también que los organismos internacionales, comenzando por la Unión Europea, no tengan la capacidad de superar la etapa de los comunicados y de buscar instrumentos para definir una estrategia conjunta a través de la cual condenar y sancionar, con acciones concretas, a las personas que violan los derechos humanos en cualquier país del mundo.

Una vez más la historia enseña que entre las condiciones que determinan y condicionan las relaciones internacionales hay una gran variedad de factores. En esa categoría el último es el bienestar de los pueblos.

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Henry Alvarez
Henry Alvarez
9 years ago

Al principio me adherí a la idea que encabeza esta nota periodística, de que se trataba de proporcionarle un soplo de oxigeno al gobierno venezolano. Sin embargo, a medida que se han venido desarrollando los acontecimientos, tengo la impresión de que no se trata de un ¨trapo rojo¨ sino que trasciende esta lectura e intenta de alguna manera arrinconarlo. El gobierno de EEUU, luego de declarar a Venezuela como enemigo de su seguridad, se ha volcado a denunciar la corrupción de altos funcionarios en el lavado de dinero a través de la empresa que sustenta al gobierno como lo es… Seguir leyendo »

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