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Lopez Obrador Trump
Photo by: The White House ©

¿Qué precio tiene la dignidad?

Indignación y vergüenza ajena es la reacción que provocó la actitud servicial del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, frente a su homólogo estadounidense Donald Trump.

En su primer viaje al extranjero López Obrador llegó a Washington para celebrar la reciente entrada en vigor del Tratado Comercial con Estados Unidos y Canada (TMEC) que sustituye el NAFTA. En cuanto pisó tierra norteamericana AMLO se deshizo en elogios hacia el jefe de Estado norteamericano. Cada una de sus palabras representó una hiriente humillación para su gente, para todos esos mexicanos quienes viven en Estados Unidos, trabajando de sol a sol 365 días al año, y que en repetidas ocasiones Trump llamó delincuentes y violadores.

Muchas han sido las veces en las cuales López Obrador, haciendo la vista gorda, ha permitido a Trump pisotear a su gente y a su mismo gobierno. Aceptó sin chistar la orden de implementar una política migratoria asesina que ha resultado más eficiente de cualquier muro porque ha reducido el paso de los centroamericanos en más de un 80 por ciento. Lo hizo a pesar de conocer bien las situaciones inhumanas de las cuales huyen esos migrantes.

Sin embargo, en esta ocasión superó todos los límites de la decencia. Con su presencia en Washington y sus declaraciones, permitió a Trump alabar a los mexicanos quienes viven en su país diciendo que son personas muy trabajadoras. Bien sabía que, de esta manera, estaba dando un gran espaldarazo a la campaña electoral del actual jefe de Estado quien, al acercarse noviembre, empezó a disfrazarse de Caperucita Roja. Y quizás esas maniobras tendrían éxito si no quedaran esculpidas en la mente y en el corazón de los mexicanos, quienes sí conocen de dignidad, los insultos constantes, las amenazas, las persecuciones de las que han sido objeto durante la triste presidencia del mandatario norteamericano.

Es obvio que los dos líderes son tal para cual. Las semejanzas entre ellos superan ampliamente las diferencias. En sus discursos grandilocuentes, saturados de demagogia y populismo, aluden a razones e “ideologías” diferentes, pero las acciones y los resultados son los mismos. Ambos están más preocupados de los números que puedan arrojar las encuestas evaluando su popularidad, que de las necesidades de sus pueblos. Ambos están tan concentrados en sus egos que no escuchan las voces de sus consejeros. Ambos rechazaron los informes científicos frente a la pandemia y pusieron en serio riesgo a los ciudadanos que deberían proteger. Ambos están dispuestos a vender el alma al diablo con tal de obtener resultados económicos.

Y así, mientras los falsos halagos acompañaban cada paso de la fastuosa visita de estado, millares de personas siguen muriendo en la frontera.

A las pocas horas de haber llamado a los mexicanos “gente increíble”, adjetivo este que aparece regularmente en los discursos de Trump, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza presentó sus datos más recientes y declaró que las detenciones de migrantes en la frontera han aumentado en un 40 por ciento. Esos migrantes, aduciendo como excusa el riesgo de contagio, son deportados con un juicio exprés. No les es concedido enfrentar un proceso legal como establecen los derechos humanos. Recientemente Trump amenazó con quitar la visa a los estudiantes quienes no pueden asistir a clases presenciales a causa de la pandemia. Una vez más utiliza a los migrantes para sus fines; en este caso forzar la mano a las Universidades obligándolas a reabrir sus puertas a pesar del riesgo de contagio que eso representaría.

Sin embargo, el jefe de Estado mexicano prefirió mirar hacia otro lado. Ni una palabra en defensa de su gente.

¿Será que López Obrador olvidó las condiciones infrahumanas en las cuales son mantenidos los inmigrantes ilegales capturados en la frontera, antes de ser deportados? ¿Acaso borró de su memoria las imágenes dolorosísimas de los niños separados de sus padres y enjaulados como animales? ¿Habrá que recordarle que miles de ellos siguen desaparecidos?

La amnesia de la que sufre es tan profunda y vil que no solamente no reaccionó frente a tanto dolor e injusticia sino que prometió exacerbar el control en su frontera para evitar el paso de los desesperados que llegan de Centroamérica.

Y sí, es verdad, volvió a casa con el nuevo Tratado y la comitiva de empresarios que lo acompañaba tuvo lucrosas reuniones.  Probablemente estará convencido de haber llevado a cabo una gran maniobra diplomática.

Entonces nos gustaría preguntarle: ¿Presidente, qué precio tiene la dignidad?


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