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techo de cristal
Photo by: Encuentro de Feministas Diversas ©

¡Qué difícil resquebrajar el techo de cristal!

Colombia y Chile: dos países, dos realidades diferentes, una aspiración común: aumentar la presencia de las mujeres en el mundo político e institucional. 

Chile pareciera haberlo logrado tras la toma de posesión del Presidente Gabriel Boric quien, no solamente logró ganar las elecciones gracias al voto mayoritario de las mujeres, sino que constituyó un gobierno, que él mismo declaró feminista, en el cual por primera vez las mujeres ministras son mayoría. Hasta un Ministerio liderado tradicionalmente por hombres, el de Interior, está a cargo de una mujer, la doctora Izkia Siches.

Antes del actual gobierno en Chile la presencia femenina en la política y en general en puestos de poder era escasa a pesar de la Presidencia de Michelle Bachelet y de su gobierno que, sobre todo en el primer mandato, dio mayor espacio a las mujeres.

El estudio realizado por Montserrat Sepúlveda y Alejandra Zuleta titulado “Asignación Desigual de Mujeres al Gabinete en Chile 1990-2020” evidencia la disparidad de género en el número de ministros en los distintos gobiernos. “Desde 1990 a 2020 -se lee en el informe- solo 69 mujeres han sido designadas como ministras de un total de 303 cupos disponibles”. Sepúlveda y Zuleta muestran asimismo como en la mayoría de los casos a las mujeres fueron asignados ministerios tradicionalmente considerados femeninos. 

Un cambio de tendencia se vio cuando el país eligió a las personas que trabajarían en la creación de una nueva Constitución. Las mujeres obtuvieron la mayoría de los votos y cuando se aplicó el “criterio de corrección” instrumento creado para asegurar la paridad de género, hubo que sumar a siete hombres para llegar al número de 77 mujeres y 78 hombres. Sin ese instrumento correctivo las mujeres hubieran sido 84. Un resultado que rompió todos los clichés según los cuales las mujeres tienen menor arrastre electoral.

El gobierno de Boric profundiza esa tendencia no solamente por el número de mujeres que le acompaña en el gobierno sino por su manera de expresarse cuando habla de política de género, de paridad y de feminismo. 

Es evidente que Boric representa una nueva generación de izquierda, mucho más democrática y feminista y mucho menos populista y machista/narcisista.

Diferentes los señales que llegan de Colombia, país en el cual se realizaron recientemente las elecciones parlamentarias. A pesar de un avance en la representación de parlamentarias, serán 85 las congresistas, es decir 30 más de las que ocupan curules actualmente en la Cámara y en el Senado, la paridad de género todavía es una meta difícil de lograr.

No obtuvieron los resultados merecidos los grandes esfuerzos realizados por diferentes grupos feministas y aunque exista una Ley que obliga a que el 30 por ciento de los cargos públicos sean liderados por mujeres, esas cuotas casi nunca se cumplieron. El actual gobierno de Iván Duque comenzó con una buena representación de mujeres ministras; sin embargo, a lo largo del tiempo ellas fueron desapareciendo y sus cargos fueron ocupados por hombres.

Igual desigualdad la vimos en la candidatura de aspirantes a la presidencia. De los 19 precandidatos solo cuatro fueron mujeres, Francia Márquez, Arelys Uriana, Aidé Lizarazo e Ingrid Betancourt. 

El candidato Gustavo Petro, quien tiene fuertes chances de ser el próximo Presidente, empieza a mostrar las costuras en su relación con el feminismo y las minorías. Tras suscribir un pacto con la política afroamericana de amplia trayectoria Francia Márquez, quien obtuvo casi 800mil votos en las elecciones para la candidatura, para incluir a un candidato afro cada cinco en las listas para el Senado, cuando tuvo que escoger entre un candidato afro y el hombre blanco Daniel Quintero, alcalde de Medellín, escogió a este último.   

Lo que más preocupa es la profunda mentalidad machista arraigada en el país que pareciera pertenecer también a Petro. 

Su actitud bastante despectiva con respecto a las feministas y su ambigua posición en lo que se refiere a sus luchas más importantes, han causado desencanto entre las mujeres y el alejamiento de varias políticas. 

A diferencia de Boric, con Petro la realidad muestra a un político ligado a viejos esquemas de poder y a una mentalidad que tiene poco interés en resquebrajar el techo de cristal que impide la emancipación de las mujeres.


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