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Periodismo: una profesión peligrosa

Dos jóvenes periodistas Allison Parker, de 24 años, y el camarógrafo Adam Ward, de 27 años han sido asesinados brutalmente mientras hacían una entrevista en directa desde Bridgewater Plaza, en Smith Mountain Lake. Ambos trabajaban para la televisión WDBJ7, ambos tenían una brillante carrera por delante.

Allison y Adam se suman a la larga, demasiado larga, lista de periodistas asesinados en el mundo.

El día anterior Donald Trump, siguiendo con su show que tantos resultados le está dando, ha sacado con la fuerza al periodista de Univisión Jorge Ramos sin dejarle formular las preguntas que quería hacerle. Lo que más impactó en esta ocasión no es la actitud de Trump a quienes ya todos conocemos, sino la de los colegas periodistas quienes siguieron sentados como si no estuviera ocurriendo nada grave. Nadie tuvo el valor de levantarse e irse en solidaridad con un colega.

Si todo esto pasa en un país en el cual supuestamente se respeta profundamente la libertad de prensa podemos vaticinar un futuro siempre más difícil y peligroso para todos los que se dedican a la profesión de comunicador, sea a través de la escritura, de un micrófono o de una cámara.

Las agresiones a los periodistas, los ataques de los que son víctimas a diario por parte de políticos o de personas con un gran poder económico o social, las amenazas, obligan a una reflexión y a una toma de posición como ciudadanos.

En América Latina y el Caribe la libertad de prensa está en grave peligro.

Son muy recientes las imágenes de las agresiones a los periodistas que en Tucumán, Argentina, cubrían las informaciones sobre posibles fraudes en las elecciones locales. Y no podemos olvidar a los que fueron recientemente asesinados y torturados en México.

Pocos, demasiado pocos, son los países en los cuales los periodistas pueden desarrollar su trabajo con relativa tranquilidad.

Una justicia manipulada hábilmente por los gobiernos, la longa manus del narcotráfico y sus connivencias con los caudillos locales, la intolerancia de gobernantes poco democráticos que emplean todos los medios a su disposición para obligar a la autocensura, han transformado nuestra profesión en una de las más peligrosas.

Una prensa libre es lo único que nos garantiza el conocimiento real de lo que está pasando en el país en el cual vivimos y en el mundo. Es un derecho al que no podemos ni debemos renunciar y, como todos los derechos, también encierra unos deberes. El deber fundamental es mostrar a los periodistas que no están solos, que hay una sociedad que aprecia y valora su trabajo. No importa la tendencia política, el medio para el cual trabaja, no importa si es un periodista estrella o está apenas comenzando su carrera, lo verdaderamente importante es que, frente al abuso, la injusticia, la violencia, las amenazas, la sociedad entera esté dispuesta a tomar una firme posición en defensa de sus comunicadores. Esto debería valer antes que nada entre nosotros los periodistas.

Es realmente lamentable que ninguno de los periodistas que asistieron a la rueda de prensa del candidato republicano haya dicho o hecho nada para expresar su indignación y solidaridad con Jorge Ramos. ¿Acaso no entendieron la gravedad de ese gesto en alguien que podría llegar a ser Presidente de los Estados Unidos? ¿Cómo puede ser más importante seguir haciendo preguntas, retóricas porque ya Trump se repite y sus respuestas perdieron toda originalidad, en lugar de denunciar una actitud indigna en un país democrático?

¿Se imaginan si en la próxima rueda de prensa del candidato republicano no asistiera ningún periodista? Esa sí sería una noticia para recordar.


Photo Credits: Terry Drummond at Juniper Park for Canadian Journalists for Free Expression

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