Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Venezuela
Venezuela

OEA, Venezuela en la encrucijada

Venezuela en una encrucijada o, lo que es lo mismo, entre la espada y la pared. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, volvió a manifestar su preocupación por la coyuntura política y social de Venezuela. En un documento de 75 páginas, entregado al presidente del organismo latinoamericano y hecho público a través de las redes sociales, sugirió suspender, que no expulsar, a Venezuela de negarse el gobierno del presidente Maduro a celebrar elecciones generales en un plazo de 30 días.

El ultimátum del Secretario General de la OEA, como era de esperarse, provocó la ira del gobierno venezolano. La reacción fue inmediata. La cancillería, a través de un comunicado y con su lenguaje peculiar, expresó el “más profundo repudio” a lo que calificó “ilegítimo e ilícito informe”. No esgrimió argumentos para desmentir lo afirmado por el Secretario General de la OEA. En cambio, trató de descalificar al ex ministro de relaciones exteriores de Uruguay tildándolo de “conocido enemigo del pueblo de Venezuela”. Nada nuevo. Además, el presidente Maduro ha puesto repetidas veces en tela de juicio la utilidad de la OEA. Al igual que el extinto presidente Chávez, considera que el organismo latinoamericano responde “a los intereses del imperio y del capitalismo mundial”.

La coyuntura actual se presenta al gobierno del presidente Maduro más que compleja. Venezuela es hoy diplomáticamente más vulnerable y débil. Las piezas del castillo de naipes, construido por el presidente Chávez, están cayendo una detrás de otra. La “revolución chavista”, la cual otrora parecía un tsunami indetenible capaz de cambiar los equilibrios políticos de nuestro hemisferio, pareciera hoy haberse transformado en una marejada sin el empuje necesario para transformar las relaciones de poder en América latina. En Argentina, el kirchnerismo fue derrotado por la fórmula Macrí-Michetti; en Brasil, el gobierno de la presidente Dilma Rousseff no resistió a las acusaciones de corrupción y la tormenta desatada por el “Caso Odebrecht” ha puesto al descubierto un entramado de descomposición política sin precedentes. En Bolivia, las aspiraciones desmedidas de Evo Morales fueron  redimensionadas por un referéndum que ha negado al presidente de la República la posibilidad de candidarse nuevamente; al tiempo que, en Ecuador, el candidato de Rafael Correa, Lenin Moreno,  ha sido obligado a una segunda vuelta que expertos en la materia interpretan como un peligroso examen y, en todo caso, un retroceso político del partido de gobierno.

Un contexto complejo y confuso. Cada vez más sola y ya no desde una posición de fuerza, Venezuela se enfrenta a las críticas de Almagro, quien solicita la aplicación de la “Carta Democrática”.

Tal vez sea verdad, como afirmó la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, que Venezuela haya superado el EPU (Examen Periódico Universal de Derechos Humanos del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas). No obstante, también lo es que la delegación venezolana haya rechazado todas las recomendaciones hechas sobre los temas más controvertidos. Los mismos de siempre. Decimos, la falta de libertad de expresión, la existencia de prisioneros políticos, las detenciones arbitrarias, la carencia de independencia de los poderes públicos, el cerco a la Asamblea nacional y la crisis humanitaria, la cual se expresa a través de la carencia de alimentos y medicinas.

Expresó que  en el País no existen, por ser prohibidas, restricciones al libre ejercicio de derechos como la libertad de expresión, de información,  de reunión y de asociación pacífica. También rechazó los cuestionamientos en materia de alimentación y salud – léase escasez crónica de alimentos y medicinas -, por  considerarlos una “tergiversación, irrealidad o falsedad”. Además, ha reafirmado su negativa en permitir que una delegación de la “Comisión” viaje al País.

Para que Venezuela sea suspendida de la OEA será necesario que 18 de los 35 Estados miembros voten la moción. Por ende, resulta muy difícil que la sugerencia de Almagro se transforme en un hecho. Difícil, pero no imposible. Los analistas consideran que mucho dependerá del entramado diplomático que se logrará construir con los países integrantes de Petrocaribe, los cuales dependen del petróleo venezolano.

La suspensión de Venezuela de la OEA, o tan sólo el hecho de ser abierto un debate sobre el tema, tendrá obviamente sus repercusiones. En el ámbito internacional, será un duro golpe a la credibilidad del gobierno del presidente Maduro. El “chavismo” siempre ha cuidado con particular esmero su imagen internacional. Lo ha hecho, en especial, el presidente Chávez, quien pretendía proyectarse como líder continental. En cambio, en el ámbito nacional, entregará nuevos argumentos para estimular el nacionalismo del cual todavía se nutre el discurso demagógico del presidente Maduro.

La suspensión de Venezuela de la OEA, en lo económico, no pareciera tener importancia particular. El Banco Interamericano de Desarrollo ha tenido un rol periférico en el país. Sin duda dificultará el acceso al grifo del crédito internacional. No obstante, cabe destacar que este ha ido reduciéndose significativamente a pesar de haber sido Venezuela un deudor excelente.

De ser aceptadas las sugerencias del Secretario General de la OEA, se cerrará más aún el cerco al gobierno del presidente Maduro. Sin embargo, el aislamiento internacional no será suficiente para provocar un cambio de actitud y de políticas; para derrotar la vocación autoritaria de quienes, hoy, detentan las riendas del país. Una vez más, recaerá en la Oposición la tarea más difícil. Los líderes de la Mesa de la Unidad deberán archivar sus aspiraciones personales y diseñar un programa a largo plazo que permita la gobernabilidad del país. Tendrán que aprovechar las presiones externas para mediar y lograr un “gobierno de transición”. Ya no se trata tan sólo de reconstruir la infraestructura económica destruida en dos décadas de mal gobierno. Tal vez esto sea lo más fácil. Difícil y complejo será sanar las heridas y restituir a la sociedad la ética y la moral que se han extraviado en el camino.


🇺🇸 Ahora puedes leer los Editoriales también en inglés: http://bit.ly/2mKveLP

Photo Credits: Julio César Mesa

Hey you,
¿nos brindas un café?