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Andrea Arroyo

Ningún voto es inútil

El voto es sin duda uno de los pilares de las democracias occidentales, solamente uno de los pilares. Por sí solo no podría sostenerla, necesita estar acompañado por instituciones sólidas, garantías de transparencia y árbitros confiables. Condiciones nada fáciles de garantizar. Generalmente los políticos intentan, de una manera u otra, crear condiciones que permitan aventajar su coalición. Sin embargo, hay naciones en las cuales la estructura de base de la democracia es suficientemente sólida como para asegurar la confiabilidad del sistema electoral. En esos casos ir a votar es todavía más importante. No hacerlo significa dejar en manos de otros el futuro propio, de los seres queridos y del país en el cual se vive.

El próximo 2 de noviembre culmina otra elección en Estados Unidos. En algunos estados, como Virginia y New Jersey se escogerá un nuevo gobernador, en otros los parlamentarios, los alcaldes y demás cargos públicos.

Lejos de ser una “elección menor” este voto es sumamente importante. No solo determinará la vida de ciudadanos de grandes ciudades como por ejemplo Nueva York, Boston, Dallas, Minneapolis y Seattle, que son llamadas a escoger a su nuevo alcalde, sino también definirá una tendencia que podría tener gran repercusión el próximo año, cuando otra vez los ciudadanos deberán acudir a las urnas para votar a los miembros del Senado y de la Cámara.

Según una reciente encuesta de Momouth University Poll, los votantes republicanos estarían más motivados y decididos a ir a votar, sobre todo en estados clave como Virginia. Sería muy grave para los demócratas perder esa gobernación, pero más grave aún lo sería para la población que podría asistir a un retroceso en derechos humanos y laborales.

Un ejemplo, pequeño pero muy significativo de lo que podrían dejar estas y otras elecciones similares, lo ofrece el spot publicitario de Michele Fiore, aspirante candidata republicana para la gobernación de Nevada, estado en el cual se votará en 2022. Sus 30 segundos de propaganda terminan con tres disparos que marcan los puntos firmes de su campaña electoral. El Washington Post definió a Michele Fiore the gun-toting, calendar-posing politician. Su spot parece casi una caricatura y muchos mirarán ese video en youtube solamente para reír convencidos de que una persona así nunca podría lograr su objetivo. Lo mismo dijeron cuando Trump empezó su escalada hacia la Casa Blanca.

Llama la atención que el público más apático en lo referente a la elección, siempre según la encuesta de Momouth, estaría compuesto en su mayoría por mujeres, afroamericanas, latinas y blancas sin distinción. Algunas consideran que, sea cual sea el ganador, sus vidas no cambiarán y otras que el peligro de Trump está superado y su voto ya no es tan necesario.

Lamentablemente la realidad es bien diferente. Aún con un Senado dividido exactamente a la mitad, la aspiración del Presidente Biden de invertir 6 trillones de dólares en mejoras sociales, recibió un duro golpe y ese Budget se redujo hasta llegar a estar cerca del 1,5 trillones. Ese dinero estaba destinado a mejorar esencialmente la vida de las mujeres reconociéndoles el derecho a la licencia de maternidad pagada, ayudas para los hijos, kínder y escuelas de calidad gratuitas para todos. Es fácil imaginar cuál sería el destino de cualquier proyecto vuelto a mejorar la vida de las clases media y baja si los republicanos volvieran a ser mayoría en los Parlamentos locales y en el nacional.

La pandemia, la crisis económica y la oposición dentro y fuera de su partido, han mermado la posibilidad de alcanzar muchas de las metas que se había fijado el jefe de Estado. Es comprensible la amargura y decepción de quienes habían celebrado con grandes esperanzas el cambio de gobierno. Lo que no es comprensible es que la reacción sea la apatía. 

No votar en esta ocasión puede ser tan dañino como sería en cualquier votación. Ningún voto, en ningún momento, es inútil o menos importante.


Ilustración por: Andrea Arroyo ©

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