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Photo by: August Brill ©

Mujeres y jóvenes son los grandes factores de cambio

Los últimos grandes eventos internacionales: las elecciones de midterm en Estados Unidos, la victoria de Lula en Brasil y la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima, Cop27, han sido la prueba más fehaciente del compromiso social, político y ambiental de las mujeres y los jóvenes. Reside en ellas y ellos la esperanza de un futuro mejor, más justo, más atento a los derechos civiles y humanos, más inclusivo y más preocupado por el ambiente.

En Estados Unidos el Presidente Biden, a pesar de las críticas de algunos sectores de los demócratas, basó su campaña en la defensa de todas esas temáticas restando importancia a los problemas económicos que, en cambio, han sido el caballo de batalla de los republicanos. Su discurso funcionó y movilizó a esos sectores de la sociedad que son más reacios a confiar en la política: los jóvenes de la generación Z.

Ellos se volcaron en las urnas y su contribución fue decisiva para la victoria de demócratas como Maura Healey, la primera mujer declaradamente lesbiana, gobernadora de Massachussets, James Roesener, primer hombre transgender diputado por New Hampshire y Maxwell Alejandro Frost, quien, en Florida, con solo 25 años se adjudicó un escaño en el Congreso.

Las mujeres, en cambio, votaron en masa para defender, antes que nada, el derecho al aborto, en peligro desde el momento en el cual la Corte Suprema revirtió el fallo Roe vs Wade y derogó la protección constitucional que garantizaba la interrupción legal del embarazo. Y no solo, también para defender la paridad de género en un país que, bajo el influjo de Trump se volvió profundamente machista y paternalista.

El resultado fue que no hubo esa marea roja vaticinada por el tycoon. Contra todos los pronósticos los demócratas mantuvieron la mayoría en el Senado aunque la perdieron en la Cámara.    

En Brasil la participación de las mujeres y los jóvenes resultó decisiva para el triunfo de Lula. Si bien haya mujeres que no salen de la influencia anestésica de los evangélicos, una gran mayoría de ellas volvió a gritar #EleNão, y votó en contra de Bolsonaro sobre todo en segunda vuelta, cuando la diferencia entre los dos candidatos resultó ser más estrecha de lo que anticipaban los pronósticos.

El continuo atropello y desprecio del gobierno del ex Presidente de Brasil hacia los derechos civiles, la comunidad afroamericana, las mujeres, la comunidad LGBTQI+, los más vulnerables, fue el resorte que impulsó todos estos sectores y, en primis, a las mujeres a asumir la responsabilidad de expresar con el voto su deseo de cambio.

Ni hablar de la revolución que encabezan las mujeres en Irán. A pesar de las amenazas que conlleva cualquier manifestación de rebeldía en un país teocrático en el cual las mujeres son privadas de cualquier derecho, ellas se volcaron a la calle dispuestas a morir o ir presas, como lamentablemente pasó a muchas de ellas.

Son mujeres de todas las edades en una mezcla intergeneracional que motivó a muchos hombres y sobre todo a muchos hombres jóvenes a marchar con ellas respaldando una lucha que, como todas las luchas por los derechos civiles, no es para beneficiar una sola parte de la población sino a todos y todas.

Y finalmente otro momento clave en la participación de mujeres y jóvenes en otra batalla fundamental, la del calentamiento global, lo vivimos en el transcurso de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima, Cop27, que se realizó en Egipto, en una Sharm-el-Sheij vacía, blindada y con los militares en las calles dispuestos a sofocar cualquier manifestación.

Aun así, los jóvenes recogieron el testimonio de Greta Thunberg y participaron en masa para que se oyera su voz, para manifestar y plantear soluciones.

Protagonista fue el rol de las mujeres quienes son las más afectadas por el cambio climático. En una manifestación que reunió a activistas de todo el mundo hablaron de los grandes problemas que tienen que enfrentar: sequías, incendios, ciclones, contaminación del agua. Son ellas quienes hablaron de los y las activistas muertos, de las amenazas que reciben a diario, de las migraciones obligadas, de los decesos infantiles.

Desgarradora la lectura que hicieron las mujeres de América Latina y el Caribe quienes mencionaron los nombres de las y los activistas quienes perdieron la vida defendiendo el ambiente. Una lista larguísima que se incrementa día tras día.

En diferentes partes del globo, en diferentes situaciones, las mujeres y los jóvenes son quienes están liderando las luchas para que todas y todos podamos volver a construir futuro.


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