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Mauro Bafile
viceversa

Millennials e industria 4.0

Robotización y capacitación. Dos desafíos que América Latina deberá enfrenta más pronto que tarde. La región, no sin muchos sacrificios, dejó muy atrás el triste recuerdo del estancamiento de los años ’80. En esa década, que economistas, políticos y duchos en la materia calificaron de “perdida”, era común que los países sufrieran problemas por sus déficits fiscales elevados en demasía, deudas externas abultadas, tasas altas de inflación, nivel de desempleo preocupante y caída del Producto Interno Bruto. Desde entonces ha pasado casi medio siglo de historia. Se han producidos cambios políticos importantes, a veces verdaderos cataclismos, que han trascendido al ámbito económicos y social. Hecha la salvedad para Venezuela, inmersa en una crisis de proporciones dantescas; para todas las naciones latinoamericanas el 2017, de acuerdo a las proyecciones de la Cepal y del Banco Mundial, será un año de crecimiento económico. Este puede atribuirse tanto al comportamiento de los “commodities” como a las estrategias macroeconómicas más conservadora aplicadas por los gobiernos. La región, luego de tanto penar, comienza a ver la luz al final del túnel.

El crecimiento global de América Latina, que la Cepal estima en alrededor del 1,1 por ciento, sigue siendo inferior a las expectativas. Y el peligro de una recaída, de no tomarse las medidas apropiadas, sigue latente. La región, que muestra finalmente algunos logros en materia económica, pareciera destinada a no tener respiro y a estudiar nuevas medidas para enfrentar los retos del futuro, para evitar caer nuevamente en la espiral recesiva. En fin, expertos estiman que se acerca el fin de los altos precios de las materias primas. Esto podría crear dificultades económicas a los países, frenar su crecimiento y frustrar las aspiraciones de mejoras de todos los estratos sociales de la sociedad, desde el más pudiente hasta el más humilde, pasando por la clase media emergente. El riesgo, hoy, es que podría revertirse la tendencia a la reducción de la pobreza absoluta y relativa en América Latina con repercusiones serias en la estabilidad social, política e institucional de las naciones.

Para no volver a navegar en las aguas turbulentas de la crisis, la región deberá prepararse a cambios fundamentales que pasan necesariamente por la formación de la nueva generación al salto hacia la “industria 4.0”, un concepto novedoso de organización de los medios de producción. De acuerdo a la Cepal, Latinoamérica, en un futuro próximo, dejará de ser una región joven con altas tasas de fecundidad y natalidad. De hecho, pareciera avanzar a paso firme hacia el envejecimiento de su población. Se torna necesario, por lo tanto, implementar políticas que tomen en cuenta esta nueva realidad demográfica, lo cual implica un cambio de mentalidad y una nueva arquitectura industrial que apueste en la robótica.

Si antes la economía se apoyaba en industrias intensivas en mano de obra, hoy deberá hacerlo en complejos fabriles modernos. La capacitación de las nuevas generaciones deberá ser su arma fundamental para el desarrollo. De hecho, el “operario del futuro” deberá contar con competencias para lidiar con máquinas inteligentes. En fin, con la habilidad y la preparación para el análisis, la comprobación y, sobretodo, la decisión. Debe saber aprender y adaptarse. Estar consciente de que la innovación es hecha por y para las personas.

El desafío de la región, a largo plazo, es apostar en los hijos de los “baby boomers”. Decimos, en la “generación X» y los «millennials”, cuyas herramientas naturales son internet, el móvil y los “social media”, poseedora de un alto nivel de estudios de grado superior y para la cual la vida se desarrolla en el mercado global.


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Photo Credits: Yuri Samoilov

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