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mauro bafile

Mercosur, regreso a los orígenes

Mercosur vuelve a ser noticia. En realidad, en estas últimas semanas nunca había dejado de serlo. Venezuela, a pesar de la oposición de Paraguay, había asumido su presidencia con arrogancia y, de cierta manera, con prepotencia. Arrogancia y prepotencia, en diplomacia, raras veces pagan. Es así como en días pasados, los miembros fundadores del organismo  – léase, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay – decidieron suspender a Venezuela de la presidencia “pro-tempore”. No sólo. Advirtieron al gobierno del país caribeño que, de no adecuar oportunamente la legislación a las normativas del organismo (entre estas el protocolo sobre el Compromiso con la Promoción y Protección de los Derechos Humanos firmado en 2005 en Asunción), dejará de ser miembro de Mercosur a partir del primero de diciembre.

La resolución deja acéfalo al bloque comercial más importante de Latinoamérica. Es una situación sin precedentes y revela el cambio profundo que se está dando en la región. Para las naciones del Cono Sur no se trata tan sólo de asignar la presidencia del organismo a una comisión integrada por representantes de los cuatro países, sino de dejar bien sentado que Mercosur debe regresar a lo que era antes: un organismo regional de integración económica.

Es evidente que la decisión de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay deja mal parado al gobierno de Venezuela, quien se encuentra cada vez más aislado en el contexto regional, y tendrá reflejos importantes en el seno de la Organización de Estados Americanos. De hecho, la actitud inflexible de Paraguay, frente a la presidencia “pro-tempore” de Venezuela, se había estrellado contra el titubeo de Brasil y Argentina y la actitud complaciente de Uruguay. Conductas comprensibles. Sus empresas, estadales y privadas, operan en Venezuela, participan en la realización de grandes obras y esperan que el país petrolero les pague las deudas acumuladas que se cuentan en millones de dólares. Argentina, además, tenía una razón adicional para la prudencia y la mesura: las ambiciones de su canciller Susana Malcorra quien aspira a la secretaría general de la ONU.

En estas semanas, la actitud del gobierno de Venezuela, que a través de un comunicado anunciaba de manera unilateral haber asumido la presidencia “pro-tempore” de Mercosur, ha irritado a los demás socios ya no propensos, como en la época de Kirchner, “Lula”, Rousseff y Mujica, a aceptar sus desplantes y desvaríos. Han quedado atrás, muy atrás, los tiempos en que la política y una simple llamada entre presidentes permitía solucionar las diferencias.

Para Venezuela y para Mercosur se abre una nueva etapa. Para el país suramericano, que atraviesa por una profunda crisis política e institucional que lo ha llevado al umbral de una catástrofe humanitaria, la decisión de Mercosur tendrá evidentemente reflejos internacionales. Por un lado, acelera el proceso de aislamiento político que se ha venido gestando en los últimos años; por el otro, podría inducir a la aplicación definitiva de la “Carta Democrática”. Para el organismo, en cambio, es el regreso a su origen: la integración económica. Nunca, hasta el ingreso de Venezuela, estuvo planteado transformar el bloque comercial en un instrumento político. Mucho menos, ideologizar la integración aunque las corrientes del pensamiento político y económico no le fueron extrañas. Es evidente que llegará el día en el cual, la madurez de los países integrantes llevará el Mercosur a dar pasos firmes hacia la integración global. Decimos, económica, comercial y política. Mas, por el momento, ese es tan sólo el sueño de unos pocos.


Photo Credits: Cancillería del Ecuador

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