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Michel Temer
Michel Temer brazil

Los temores de Temer

La crisis política en Brasil pareciera no llegar a su fin. El presidente de la República, Michel Temer, a quien algunos sectores consideran el hombre que detrás de bastidores movió los hilos del traumático impeachment a Dilma Rousseff, corre el riesgo de ser arrastrado por el tsunami de la corrupción. Acusado de abuso de poder político y económico, cuando integraba la fórmula Rousseff-Temer en las elecciones de 2014, se considera hoy el presidente de un gobierno acorralado. Por ahora, ha logrado sortear todos los obstáculos que se le han presentado a lo largo y ancho del camino transitado.

El fallo del Tribunal Supremo Electoral, pese a las pruebas aplastantes contra la fórmula Rousseff-Temer, lo ha favorecido dándole más tiempo y algo de oxigeno. Sin embargo, pareciera ser una victoria pírrica; un triunfo con el sabor amargo de la derrota. De hecho, los analistas consideran que la decisión de los jueces, quienes absolvieron la polémica fórmula electoral, fue más un revés que un éxito. Después de todo, superó el examen por un solo voto.

La decisión del Tribunal Supremo Electoral pareciera haber sido dictada por razones políticas más que por principios estrictamente legales. Decimos, privó el criterio de que, poco más de un año después del traumático impeachment a Rousseff, un fallo contra el presidente Temer no habría hecho ningún bien al país: hubiera provocado la destitución del jefe de Estado con consecuencias terribles en el ámbito político y aun más en el institucional. Además, una condena de Temer hubiera creado un clima de desconfianza hacia el país, en momentos en que la economía, tras dos años de recesión profunda, empieza a dar señales reales de recuperación.

Sin embargo, para Temer los problemas no han concluido. El mandatario, ya investigado por intento de obstrucción de la Justicia, corrupción pasiva y asociación ilícita, ha salido del examen del Tribunal Supremo Electoral debilitado y ahora enfrenta la posibilidad de ser denunciado formalmente de corrupción. Su futuro pareciera estar en manos de la Cámara de Diputados a quien le tocaría decidir si apartarlo o no de su cargo.

El presidente Temer ha sido acusado de haber recibido recursos cuantiosos de carácter ilegal cuando integraba la fórmula Rousseff-Temer. Entre las empresas señaladas, Odebrecht, OAS, Andrade Gutierrez, Camargo Correa, UTC, todas involucradas en el esquema de corrupción que existió en Petrobras. Los fondos recibidos por Rousseff-Temer, es la acusación, otorgaban a la campaña oficialista «ventajas desproporcionales» frente a los adversarios en la contienda electoral.

El gobierno de Temer va pisando huevos y se tambalea al borde del precipicio desde que estalló el escándalo de sobornos del frigorífico JBS. Los dueños de la empresa, Joesley y Wesley Batista, firmaron un acuerdo con la justicia y entregaron a la Procuraduría General de la República la grabación de una conversación con Temer. El presidente de la República, de acuerdo a la grabación, pareciera dar el aval para que se cancelaran sumas millonaria al ex titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Todo a cambio de su silencio.

El futuro político del presidente Temer y la estabilidad institucional de Brasil penden de un hilo. De hecho, Temer no sólo enfrenta la posibilidad de que la Procuraduría General de la República presente una denuncia formal en su contra, algo que nunca había pasado en la historia del coloso del sur, sino que también corre el riesgo de que se rompa definitivamente la alianza con el Partido de la Social Democracia Brasileña. Sería la debacle para él y el comienzo de una etapa turbulenta para el país político.

El “caso Temer”, sin importar como termine, debe necesariamente abrir un debate político en Brasil y, en general, invitar a la reflexión en América Latina, un continente en el cual la corrupción se ha establecido y transformado en un cáncer que está consumiendo las bases morales y ética de las naciones. Lo que hoy pasa en Brasil y en Venezuela, en los opuestos geográfico de Suramérica; lo que, apenas ayer, ocurrió en la Argentina de Cristina Fernández o, lo que está sucediendo hoy en Nicaragua parecieran ser solo la punta del Iceberg. La pregunta es: ¿sabrán las nuevas generaciones, los nuevos líderes, dar el gran salto e iniciar una revolución ética en la política de sus países?


🇺🇸 Ahora puedes leer los Editoriales también en inglés: http://bit.ly/2roCROd

Photo Credits: Michel Temer

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