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andrea arroyo

LGBTQ+ en tiempos de pandemia 

Tras más de un año de pandemia, llega un nuevo mes del Orgullo Gay, sin el brillo y la alegría que caracterizó, en años anteriores, esta celebración. 

No hay rincón del mundo que no haya sufrido el impacto de la Covid-19. Las sociedades, todas, sin excepción, han asistido impotentes a los estragos que un virus invisible causaba en sus vidas. Contagios, muertes, vacunas, distanciamiento social, mascarillas, oxígeno, son las palabras más pronunciadas en nuestro día a día.   

Todas las organizaciones internacionales, a partir de la Asamblea General de la ONU, han coincidido en afirmar que la pandemia ha golpeado con particular dureza a los sectores más vulnerables y pobres.

Se han disparado las cifras de violencia de género y para la comunidad LGBTQ+ el impacto ha sido abrumador. Según un estudio del IE SOGI (Experto Independiente de las Naciones Unidas sobre la orientación sexual) la respuesta a la pandemia en todo el mundo ha exacerbado los patrones de exclusión social y violencia que en muchos casos ya sufría. 

Obligadxs a quedarse en casa, muchas veces con familias que nunca aceptaron su sexualidad, han quedado mucho más expuestxs a violencias físicas y psicológicas. Durante los lockdowns se multiplicaron los abusos policiales, las detenciones arbitrarias y los malos tratos. 

Para muchxs de ellxs la cuarentena ha determinado la pérdida de sus trabajos. En algunos casos han caído en condiciones de miseria que lxs ha obligado a vivir en refugios inseguros, considerando el rechazo del que son objeto. 

A nivel de salud física, para las personas positivas al HIV, se ha vuelto mucho más difícil tener acceso a los medicamentos, y, en lo que a la salud mental se refiere el deterioro ha llegado a niveles preocupantes. El encierro, la imposibilidad de mantener relaciones con amigxs, parejas, centros de ayuda, la profundización del estigma que sufren en las familias, ha agravado los síntomas de depresión, ansiedad, stress post-traumático e impulsos suicidas. 

La diversidad sexual sigue siendo hoy una marca infamante que en algunos países es castigada con la cárcel y la muerte. En otros puede determinar la reclusión en “centros de readaptación” en los cuales son sometidxs a toda clase de abusos con la finalidad de “corregir sus tendencias sexuales”.

Según datos de Amnistía Internacional en alrededor de setenta países las personas pueden ser encarceladas por su orientación sexual o identidad de género y, en las cárceles, muchas veces padecen maltratos, torturas y violaciones. 

En 11 países pueden ser condenadxs a muerte y en muchos otros son víctimas de crímenes de odio impulsados por los discursos homófobos de gobernantes y religiosos.

En América Latina y el Caribe a pesar de algunos adelantos, como es el reconocimiento del matrimonio igualitario en seis naciones, la discriminación y el rechazo contra la comunidad LGBTQ+ sigue siendo muy profundo y arraigado.

En el último informe de la Red Regional de Información sobre Violencias LGBTI en América Latina y el Caribe, se lee que entre 2014 y 2019 más de 1300 miembros de este colectivo fueron asesinados en toda la región, sin contar a los de Brasil, a causa de lo que la Red define “crímenes de prejuicio”.

Honduras, tuvo la tasa más alta de homicidios en la región y Bolivia las más baja. La mayoría de las víctimas son hombres gay y mujeres trans. Se observa una tendencia al uso de armas de fuego, especialmente en Centroamérica. Sábados y domingos, y junio, julio y enero son los meses más violentos. Los lugares más peligrosos son la calle y la casa. Las víctimas suelen ser muy jóvenes. 

En Estados Unidos los derechos de esta comunidad han corrido serios riesgos durante la presidencia de Donald Trump quien impuso algunas discriminaciones que, afortunadamente, está rectificando la actual administración.

Sin embargo, justo cuando empezaba el mes del orgullo gay, el gobernador de Florida Ron De Santis firmó una ley que prohíbe a niñas y adolescentes trans participar en los deportes escolares. Leyes similares existen ya en Missisipi, Montana, Tennessee, Arkansas, Alabama y Virginia Occidental.

Siempre en Florida, el gobernador recortó los fondos para programas dirigidos a la comunidad LGBTQ+, entre ellos el que incluye ayuda psicológica para los sobrevivientes de la masacre en la discoteca Pulse, en Orlando, en la cual fueron asesinadas 49 personas y otras 53 quedaron heridas.

Es evidente que los derechos humanos de las minorías están constantemente en riesgo y requieren de la lucha de todos porque son patrimonio de todos, independientemente de nuestro sexo u orientación sexual. 

Vivir en una sociedad que legaliza la discriminación significa pasear sobre una bomba de tiempo sin saber en qué momento podría explotar.


Ilustración por Andrea Arroyo ©

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