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Diana Fookes
Ilustración Diana Fookes

La pandemia en la sombra

Ilustración por Diana Fookes


El Covid-19 entró en nuestras casas con la fuerza de una tormenta. Y no solamente para infectarnos sino también para revolucionar nuestras rutinas y nuestra cotidianidad. Nos ha obligado a un encierro inimaginable hace solo pocas semanas. Si bien para la mayoría de las personas la prohibición de salir a la calle signifique un cambio en la manera de trabajar, de ocuparse de los quehaceres domésticos, de comunicar con parejas, familiares y amigos, para otros el encierro se puede transformar en un verdadero infierno.

En todos los países, sin excepción, está aumentando la violencia doméstica. Crece el número de mujeres, niñas, niños y adolescentes, quienes están expuestos a la agresividad de padres, maridos, amantes, hermanos. El encierro obligatorio, muchas veces agravado por la incertidumbre del futuro laboral, exacerba el malhumor, favorece un mayor consumo de alcohol y por lo tanto desemboca fácilmente en violencia. Como declaró a la agencia Efe la directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, Maria-Noel Vaeza, era previsible el aumento de la violencia hacia mujeres y niñas ante «el hecho de que el hombre no tenga acceso a fuentes de trabajo, tenga mayores frustraciones por no poder proveer para su familia, y carezca de distracciones como el deporte».

La Directora Ejecutiva de Onu Mujeres Phumzile Mlambo-Ngcuka, llamó esta realidad “la pandemia en la sombra”. Según datos de Onu Mujeres así como de las autoridades gubernamentales y las organizaciones que se dedican a ayudar a las mujeres y a los menores víctimas de violencia, las denuncias de violencia doméstica crecieron prácticamente en todo el mundo, desde Europa hasta Estados Unidos, América Latina, China, Australia. Si consideramos las cifras de quien no se atreve o no puede denunciar, entenderemos que el fenómeno tiene dimensiones aterradoras.   

En su declaración la Directora Ejecutiva de Onu Mujeres Phumzile Mlambo-Ngcuka subraya: “En los últimos 12 meses, 243 millones de mujeres y niñas (de edades entre 15 y 49 años) de todo el mundo han sufrido violencia sexual o física por parte de un compañero sentimental. Y, con el avance de la pandemia del Covid-19, es probable que esta cifra crezca con múltiples efectos en el bienestar de las mujeres, su salud sexual y reproductiva, su salud mental y su capacidad de liderar la recuperación de nuestras sociedades y economías, y de participar en ella”.

Phumzile Mlambo-Ngcuka  explica que la mayoría de las mujeres que sufren violencia no denuncian el delito y del 40 por ciento que se atreve a hacerlo solo el 10 por ciento acude a la policía. “Las circunstancias actuales – agregó la Directora Ejecutiva de Onu Mujeres – complican todavía más la posibilidad de denunciar, lo cual incluye las limitaciones de las mujeres y las niñas para acceder a teléfonos y líneas de atención y la alteración de servicios públicos como la policía, la justicia y los servicios sociales”.

Paralelamente Onu Mujeres alerta sobre las consecuencias que tendrá la crisis económica que parece inevitable a nivel mundial, en los sectores más vulnerables y en particular sobre las mujeres. Muchas trabajan en sectores como el turismo o la restauración, que ya están resintiendo los efectos del cierre de las ciudades y de los viajes, y muchas otras en la economía informal.

Considerando que, en los hogares, la mayoría de las mujeres se ocupa del cuidado de ancianos y niños, también es muy difícil la situación que viven quienes están obligadas a salir de sus casas para asegurar salud y bienes de primera necesidad a las poblaciones. Y no son pocas.

La Directora Ejecutiva Adjunta de ONU Mujeres Anita Bhatia dijo que: “según algunas estimaciones el 67 % de la fuerza de trabajo sanitario mundial corresponde a mujeres”.

A pesar de su esfuerzo y dedicación las mujeres están prácticamente excluidas del proceso de diseño y ejecución de la respuesta frente a la pandemia. Según Anita Bhatia esa realidad refleja la diferencia de participación entre hombres y mujeres en los órganos de toma de decisión, ya sean los gobiernos, parlamentos, gabinetes o corporaciones.

Muchos analistas, desde sus diferentes especialidades, están estudiando el momento actual para delinear la incidencia que puede llegar a tener en las sociedades e “imaginar” nuestro futuro. Hay previsiones optimistas y pesimistas, hay quien cree que este momento de pausa forzada nos ayudará a valorar más algunos aspectos de la vida como la amistad y la solidaridad, y que mejorará nuestra relación con la naturaleza y otros que prevén un recrudecimiento de sentimientos negativos como el nacionalismo, la xenofobia y el miedo al otro.

Imposible saber ahora como reaccionará la humanidad. Esperamos que acierten los optimistas, que, cuando de nuevo podremos reanudar la vida de siempre, podamos hacerlo con la consciencia de la necesidad de vivir en un mundo con una globalización más humana, más solidaria, más respetuosa del medio ambiente y de los animales.

Y esperamos que en ese nuevo contexto las mujeres logren tener el lugar que merecen, sin discriminaciones y sin violencia impune.

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