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La izquierda humillada de América Latina

Los escándalos de corrupción que están salpicando a personajes tan emblemáticos como Lula da Silva y Dilma Rousseff pueden resultar devastadores para la izquierda latinoamericana.

Los procuradores de Brasil, con la operación Lava Jato (Lava autos) denominada así porque empezó en una estación de gasolina desde donde, según los investigadores, enviaban dinero al exterior de forma clandestina, han destapado el más grave escándalo de corrupción de Brasil.

El juez Sergio Moro, quien ya en el pasado había mostrado su seriedad profesional al seguir otros escándalos similares aunque de menores proporciones, es el protagonista de esta triste historia que se está transformando en una avalancha con efectos más demoledores de los que era posible suponer.

La investigación que comenzó en el 2014, poco a poco fue descubriendo una red de sobornos e influencias en la cual fueron cayendo personajes como el ex jefe de Estado Mayor Civil de Lula, Jose Dirceu, el publicista y estratega de las campañas presidenciales de Lula y Dilma en Brasil y de Chávez y Maduro en Venezuela, políticos y funcionarios de distintos partidos entre ellos muchos del Partido de los Trabajadores.

Se habla de un desvío de casi 700 millones de dólares que habrían salido de las arcas de la estatal petrolera de Brasil Petrobras. Un escándalo en el cual estarían involucradas muchas de las más grandes empresas del país. Entre ellas las importantes constructoras Oderbrecht, Camargo Correa, OAS, Galvão Engenharia, Mendes Junion, Engevix y Andrade Gutiérrez que, según los investigadores, se aseguraban jugosas licitaciones gracias a estos sobornos.

En particular las investigaciones apuntan hacia Otávio Marques de Acevedo de la firma Andrade Gutiérrez y Marcelo Odebrecht del grupo homónimo quienes controlan la gran mayoría de las obras públicas relacionadas con los Juego Olímpicos así como del Mundial. Eso entre otros emprendimientos de grandes dimensiones como por ejemplo la construcción de la hidroeléctrica de Belo Monte. Pero, lo que es más grave, es el financiamiento de esos empresarios a políticos de todos los partidos.

El enfrentamiento entre la justicia y la política a raíz de estas investigaciones ha llegado a su climax en días pasados cuando oficiales de la Policía Federal fueron hasta la casa del ex Presidente Luiz Inacio Lula da Silva para llevarlo a declarar sobre supuestos desvíos de dinero y la red de corrupción que pareciera haber tejido la petrolera Petrobras. Más todavía se encendieron los ánimos cuando inmediatamente después tres fiscales brasileños pidieron la encarcelación preventiva de Lula a quien acusan de irrespeto hacia las instituciones e instigación a la violencia.

El caso Lava Jato pica y se extiende. Si en Brasil el poder político tiembla, ya empezaron a filtrarse informaciones que involucrarían a Jefes de Estado, políticos y funcionarios de otros países de América Latina.

Es todo muy vergonzoso y humillante.

Humillante sobre todo para las tantas personas honestas que soñaron durante un tiempo que líderes de izquierda admirados, considerados referencias internacionales, habrían cambiado la historia de nuestros países.

Humillante para quienes lucharon, fueron perseguidos, torturados y en muchos casos asesinados, para defender sus ideales y salir del yugo de las dictaduras.

El cambio esperado, la “primavera” latinoamericana, que supuestamente llegaría con las elecciones de los líderes de izquierda, parecieran destinados a estrellarse míseramente frente a una realidad que muestra con crudeza la podredumbre del poder y los mismos juegos sucios a los que nos tenían acostumbrados políticos de centro y de derecha.

La única verdadera víctima de tan profunda e imperdonable inmoralidad es la izquierda latinoamericana. Desnuda de ideales y valores corre el riesgo de quedar destruida y no será fácil reconstruirla de esos escombros.

El terreno quedaría así abonado para el florecimiento del más trivial populismo y de la antipolítica.


Photo Credits: Antonio Thomás Koenigka

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