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trata de mujeres venezolanas
Photo by: Pavel Kalashnik ©

La corona de cartón

El resto del mundo alababa su belleza. La prensa de farándula las seguía en los certámenes de mises de los cuales muchas veces salían con la corona resplandeciente de la más bella del mundo.

Sin embargo las mujeres venezolanas eran y son mucho más que eso. Han destacado siempre por su fuerza y la capacidad de llevar adelante hogares en cuya mayoría son jefes de familia. Muchas trabajan, estudian y cuidan a sus hijos. Acostumbradas desde generaciones a ayudarse entre sí, madres, hijas, abuelas, crean una cadena de solidaridad sobre la cual se fundamenta la sociedad entera. Las mujeres, desde pequeñas, asumen responsabilidades y, cuando tienen hijos, están dispuestas a cualquier sacrificio con tal de llevar adelante la familia.

Desde que la crisis ha paralizado Venezuela volviéndola un país sin presente y sin futuro, el diario vivir de muchas mujeres se ha vuelto un verdadero vía crucis. Los alimentos son prácticamente inalcanzables para las clases medias y bajas a causa de una inflación salvaje que transforma en polvo los sueldos de quien logra encontrar un trabajo; y las enfermedades son una pesadilla de la cual muchas veces no se sale vivos.

Según el último informe “Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, presentado por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), junto con la OMS (Organización Mundial de la Salud), Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) y el Programa Mundial de Alimentos, en Venezuela la subalimentación pasó del 6,4 por ciento en el bienio 2012-2014 al 21,2 por ciento entre 2016-2018. También indica que la inflación en el país alcanzó el 10.000.000 por ciento y la contracción del PIB pasó de -3,9 en 2014 al -25 por ciento estimado en 2018.

Frente a esta situación muchas mujeres decidieron tomar el camino de la emigración con la esperanza de encontrar trabajos que les permitan enviar dinero a sus familias. De ellas depende que hijos y familiares sobrevivan al hambre.

El desespero las vuelve presa fácil de los traficantes de seres humanos. Generalmente son hombres de apariencia agradable, quienes logran ganar su confianza y les prometen trabajos honestos y bien remunerados. Posiblemente algunas intuyen el engaño pero la necesidad vence todo recelo. Y así emprenden los viajes. Hay quien lo hace en avión, quien en autobús, a pie o en embarcaciones precarias. Algunas no llegan nunca. Es lo que pasó a las que viajaban en pesqueros que se dirigían a Trinidad y Tobago. Tan sobrecargados estaban que se hundieron irremediablemente. El último lo hizo a finales de abril. Llevaba a 38 personas, la mayoría eran mujeres quienes, según la policía local, habían caído en una red de tráfico de personas. Sobrevivieron nueve.

Siempre en Trinidad y Tobago, en febrero, habían rescatado a 19 jóvenes venezolanas entre 15 y 19 años secuestradas por una banda de narcotraficantes que las obligaba a prostituirse.

Hace apenas un mes, en junio, otras 8 venezolanas fueron detenidas por prostitución en Lima. Y en España, hace pocos días, desmantelaron una red de trata de seres humanos con fines de explotación sexual y liberaron a 17 muchachas venezolanas que habían llegado con la certeza de encontrar trabajos bien remunerados. Los agentes explicaron que, en cuanto pisaban el aeropuerto de Madrid, las jóvenes eran trasladadas en diferentes lugares en los cuales las obligaban con la violencia a prostituirse. Tenían que aceptar cualquier práctica sexual con o sin protección. Las vigilaban en cada momento del día y las amenazaban con matarlas a ellas y a los familiares que habían quedado en Venezuela. Muchas tenían estudios universitarios.

En los últimos años los titulares de diferentes medios internacionales que hablan de la liberación de mujeres venezolanas obligadas a prostituirse se han multiplicado. Pero muchas más son las que todavía están sometidas y también las que escogieron vender su cuerpo con tal de reunir dinero para mantener a los hijos y madres quienes siguen en Venezuela.

En Colombia el 99,8 por ciento de las prostitutas extranjeras son venezolanas y 7 de cada 10 lo está haciendo por primera vez. Entran por Cúcuta e inmediatamente son captadas por los traficantes quienes las venden a otros o las obligan a prostituirse en Bogotá.

Lo denuncia de manera contundente el Informe Sombra sobre el Noveno Informe de Colombia ante el Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer, elaborado en febrero por la organización internacional Women’s Link Worldwide junto con CEPAZ, Centro Hispanoamericano de la Mujer FREYA, AVESA y Asociación Civil Mujeres en Línea, Ongs dedicadas a la defensa de los derechos de las mujeres en Venezuela. Destaca que el 44 por ciento de las personas que salen del país por el estado Táchira son mujeres en su mayoría entre 20 y 39 años. Ese tramo de la frontera, considerado uno de los más violentos, está dominado por diferentes grupos, incluyendo la Guardia Nacional de Venezuela y las mujeres que lo cruzan están particularmente expuestas a todo tipo de vejación. El informe subraya que Colombia se ha identificado históricamente como un país de origen, tránsito y destino de víctimas de trata.

Muchas de las mujeres que salen de Venezuela en condiciones de gran vulnerabilidad caen en las redes de traficantes de seres humanos y son despachadas en toda América Latina, Europa y Estados Unidos. Algunas son rescatadas, la mayoría queda sometida a la esclavitud sexual o laboral.

Profundas son las heridas que están dejando en Venezuela tantos años de un malgobierno cínico y corrupto. Han destruido hogares, han lanzado a calles extranjeras a millones de personas, han dejado morir a miles por falta de alimentos y medicinas, han mancillado los cuerpos de las mujeres. Han quebrado el alma de una sociedad entera y, cuando finalmente esta pesadilla terminará, serán necesarios años para reconstruir un tejido tan jironado.

Y muy probablemente tocará a las mujeres coser los pedazos sueltos de tanto dolor.


Photo by: Pavel Kalashnik ©

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