Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

La confianza en las instituciones

Ninguna duda. Es suficiente una mirada a los diarios, escuchar las noticias por radio, ver los noticieros de televisión o prestar atención a las conversaciones de los ciudadanos de a pie. Así de simple. Mientras Europa y Estados Unidos, no sin dificultad, alejan demonios y comienzan a recuperarse de sus apuros; América Latina sigue sumergida en una crisis política, institucional y social que no es tan sólo económica. Fantasmas y pesadillas que se tornan realidad.

Rompecabezas difícil de armar. La sociedad latinoamericana, hoy, nos ofrece una imagen compleja, difícil de interpretar. Atrás ha quedado la confianza en la política. Y son cada vez más los ciudadanos que manifiestan decepción por la incapacidad de sus líderes para dar soluciones reales a los problemas. En fin, se ha dejado de creer en ellos. De norte a sur. En Venezuela, la popularidad del presidente de la República, Nicolás Maduro, anda de capa caída. Ha alcanzado los niveles más bajos. El y su gobierno han sido incapaces de gerenciar y de redistribuir de manera eficiente los ingresos petroleros recibidos a lo largo de estos años. Y así el País, otrora una isla democrática y próspera, se ha empobrecido paulatina y aceleradamente.

En Brasil, al otro extremo de esta parte del continente americano, la presidente Dilma Rousseff naufraga en su gestión arrastrada por la violencia del escándalo de corrupción que sacude la Holding petrolera, la más grande de América Latina. Los brasileños piden la destitución de Rousseff. La Corte le ha dado un respiro pero la Oposición no cede en su solicitud de dimisiones. El impeachment pareciese inevitable, a pesar de las consecuencias dramáticas para el país. En fin, no pareciera haber un final feliz para una presidencia desafortunada.

Más arriba aún de Venezuela, en la tierra de “Pancho Villa”, los mexicanos siguen reclamando justicia. La desaparición de 43 jóvenes estudiantes activistas es una herida que no cicatriza. Y el gobierno de Peña Nieto trata de fijar rumbos en un escenario difícil, marcado por la violencia y la corrupción.

La decepción hacia la política pareciera generalizada. Muchos son los elementos que así lo demostrarían. No se trata de la desideologización, un fenómeno, hoy, que cobra fuerza en muchos países de nuestro hemisferio, sino de desconfianza hacia los líderes. Después de todo, la política se ha transformado en consignas vacías. Frases a las cuales resulta difícil, cuando no imposible, dar contenido. Son mensajes de mucho impacto psicológico, construidos en función de la nueva tecnología – léase twitter -, y para uso y consumo de una gran mayoría que no se detiene al análisis. Superficialidad que, en ocasiones, refleja la ignorancia tanto de gobernantes como de gobernados. Muchas promesas, pocos resultados. Un ‘mix’ de demagogia y populismo.

La última encuesta de “Latinobarómetro”, la Ong fundada en Chile, nos ofrece una fotografía global de América Latina. Los sondeos, realizados en nuestros países desde 1995 y analizados oportunamente, revelan la evolución de una galaxia en la cual destaca la caída de los índices de aprobación de los gobiernos. Además, la preocupación por el incremento de la corrupción, de la violencia, de la delincuencia.

De acuerdo a “Latinobarómetro”, el índice de aprobación de la gestión de gobierno, en 17 países del “macondo” latinoamericano, han sufrido una abrupta reducción pasando del 60 por ciento al 47 por ciento. No es todo, la moderación está dejando su lugar a la polarización. Blanco y negro. Los grises están desapareciendo. De hecho, los “centristas”, o los electores que se reputaban tales, se han reducido del 42 por ciento en 2008 al 33 por ciento en nuestros días. Más grave aun: se está perdiendo la confianza en las instituciones. La encuesta de “Latinobarómetro” revela que, en nuestros días tan sólo el 34 por ciento de los ciudadanos confía en ellas. En 2001, era el 42 por ciento.

La encuesta de “Latinobarómetro”, por supuesto, es mucho más compleja y articulada. Y, en ella, se analizan elementos relevantes del día a día: de la violencia a la corrupción, del desempleo a la educación y pare usted de contar. Sin embargo, cabe destacar un aspecto importante. Decimos, la relación cada vez más estrecha entre el apoyo a las instituciones democráticas y el desarrollo de la economía. De hecho, las cifras más bajas se registran en 2001, en medio de la última recesión que sacudió a nuestro hemisferio, al tiempo que las más altas en 2010, el año en el cual la región experimentó un incremento del Producto por efecto de un dinamismo mayor en la exportación de materias primas.

Son estos aspectos que los gobiernos de nuestros países deberían tener en cuenta. Medidas económicas efectivas, más que efectistas, fortalecen las instituciones y, por supuesto, la confianza que se tiene en ellas. En un mundo dinámico, globalizado y en transformación continua, es imprescindible tener en cuenta todas las realidades.

Hey you,
¿nos brindas un café?