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editorial viceversa migraciones
Photo by: Jim O'Neil ©

Inmigración, las dos caras de una misma moneda

Europa y Estados Unidos. Posturas diferentes, frente a un mismo problema: la inmigración. Las guerras y la pobreza parecieran ser las dos caras de una misma moneda. Quien emigra no lo hace por mero gusto. Dejar los lugares en los cuales se ha transcurrido gran parte de la infancia y la adolescencia, abandonar a los seres queridos, alejarse de los amigos, dejar costumbre y tradiciones representan un drama que deja cicatrices profundas.

Se emigra hacia países que, se cree, ofrecen seguridad y bienestar, trabajo y un mejor nivel de vida. A veces, esos países están muy lejos. Y para alcanzarlos es necesario enfrentar peligros, sufrir la violencia de los “mercaderes de la esperanza” y atravesar el Mediterráneo almacenados en barcos casi microscópicos como si fueran bestias llevadas al matadero. Otras, en cambio, están muy cerca. Es suficiente pasar la frontera. Mas, la cercanía no aleja los peligros.

Después de polémicas agrias y acusaciones recíprocas, Alemania, Finlandia, Francia, Italia y Malta parecieran haber encontrado el camino hacia un acuerdo que permita políticas conjuntas de acogida de inmigrantes. Por supuesto, todavía falta un trecho muy largo. Hay mucho por hacer. Sin embargo, es un intento de dictar reglas claras que permitan expresar solidaridad hacia quienes necesitan ayuda, comprensión y  apoyo. En el fondo, se trata de desarmar, privar de sus argumentos mejores a las corrientes xenófobas y racistas. En fin, evitar que los inmigrantes se vuelvan “chivos expiatorios”.

En Estados Unidos, en cambio, continúa la política de intolerancia y de discriminación hacia las migraciones. Y se teme que, en víspera de las elecciones presidenciales, se produzca su radicalización. Trump, como vaticinan expertos analistas, reeditará su campaña electoral de 2016, la que lo llevó a la Casa Blanca. Empleará los mismos tonos y exhibirá los mismos argumentos populistas y xenófobos. No importa si en el fondo lo que afirma es falso. La maquinaria propagandística se encargará de transformar sus mentiras en verdades. Su discurso está orientado hacia la América rural, la América blanca menos educada y más conservadora, hacia la masa de desempleados desplazados por la tecnología más que por la mano de obra extranjera – léase latinoamericana -. Su promesa será erigir muros más que construir caminos.

La inmigración, hoy, pone al descubierto dos maneras distintas y opuestas de hacer política. Mientras la Europa de Ursula Von Der Leyen busca proteger la inmigración con un Comisario “ad hoc” y aprovechar la riqueza que ella representa, en un mundo en el cual las fronteras se tornan cada vez más líquidas; los Estados Unidos de Donald Trump construyen barreras, reniegan de sus orígenes e insisten en su “cruzada” contra los inmigrantes culpables tan solo de querer labrarse un futuro y desear oportunidades mejores para sus hijos.


Photo by: Jim O’Neil ©

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