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Siempre hubo dos versiones: o las jacarandas eran los árboles más hermosos del mundo (por su color malva excepcional), o las jacarandas eran los peores árboles del mundo (por el olor a orines que despiden sus flores).
Nosotros crecimos entre esas dos orillas, navegando el río de la contemplación absoluta, pues sin importar las construcciones que se nos quisieron imponer desde siempre, nosotros crecimos amando las jacarandas florecidas.
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Es cierto: Puebla, en primavera, es color lila.
Quizá sólo por eso no nos hemos largado de aquí
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Tomar fotos de las jacarandas en primavera, en Puebla, es igual que ir a Nueva York y fotografiar los taxis amarillos, o Times Square: es la cosa más básica del mundo. Tal vez (pero solo tal vez) esa fue la razón por la que, para esta serie, decidimos hacer sólo fotos de jacarandas. Así, nada más, fotos de diferentes jacarandas y sus flores perfectas.
Queríamos ver qué patrones violetas se formaban.
Queríamos hacer un cliché: fotógrafos poblanos hacen serie fotográfica sobre jacarandas poblanas.
Sorpresa.
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Pero el azar nos jugó una broma: el día que salimos a buscar las jacarandas más hermosas por toda la ciudad, teníamos, en una de nuestras mochilas, dos rollos Ektachrome listos para usar. Lo que no sabíamos es que uno de ellos, el que pusimos rápidamente en nuestra cámara, era un rollo ya expuesto que estábamos guardando para enviar a un amigo y hacer un film swap, está práctica interesantísima en que un fotógrafo expone un rollo y se lo manda a otro para que lo sobreexponga. Luego, al revelarse, los resultados van de lo serendípico hasta lo futil.
Sin saber lo anterior, pusimos el rollo y salimos a tirar.
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Cuando revelamos el rollo nos dimos cuenta del error que acabábamos de cometer y sólo nos quedó la resignación.
Las fotos de las jacarandas estaban arruinadas.
O no.
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Esta serie fotográfica es el resultado de un trabajo del azar, o de una estupidez, o de un despiste. Esta serie fotográfica es un autointercambio de películas, es un experimento involuntario que prueba nada más que, en primavera, Puebla (y nuestra cotidianeidad) es de color morado.
7
Siempre hubo dos versiones: o las jacarandas eran los árboles más hermosos del mundo (por su color malva excepcional), o las jacarandas eran los peores árboles del mundo (por el olor a orines que despiden sus flores).
Nosotros crecimos entre esas dos orillas, navegando el río de la contemplación absoluta, pues sin importar las construcciones que se nos quisieron imponer desde siempre, nosotros crecimos amando las jacarandas florecidas.