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biden inauguration
Photo by: GPA Photo Archive ©

Esperanza y dignidad vuelven a la Casa Blanca

La pandemia y Donald Trump han cambiado en profundidad uno de los momentos más solemnes de los norteamericanos: la juramentación de un nuevo Presidente.

La ceremonia se desarrolló en una Washington militarmente ocupada cual ciudad en guerra, en presencia de pocas personas debidamente separadas y con el rostro tapado por una mascarilla y sin el Jefe de Estado saliente. La investidura del nuevo Presidente de Estados Unidos será recordada por su excepcionalidad.

Donald Trump, a pesar del daño que logró infligir a su país tanto a nivel interno como en el escenario internacional durante los pasados cuatro años, al no ser afortunadamente reelecto, no tuvo la oportunidad de profundizar heridas que hubieran podido resultar mortales para una de las democracias más importantes del mundo.

Tras juramentar como 46avo Jefe de Estado, Joseph Jr. Biden ha impreso un cambio radical no solamente a la política de su predecesor sino a su manera de hablar, de comunicar. Se dirigió a todos y cada uno de sus ciudadanos mostrando empatía, comprensión, interés. Habló de solidaridad y de unión. Recordó, en un país desgarrado por las divisiones políticas, que en democracia los opositores son personas que piensan de manera distinta, mas no son enemigos. Fue un discurso que mostró su estatura de Presidente.

Siendo un político de gran experiencia, Joe Biden sabe que detrás de los votos que recibió Trump existen personas descontentas, seres humanos con problemas, asustados, que se sienten olvidados, abandonados y por ende han acumulado rabia y frustraciones. Sabe también que las palabras pueden ser grandes aliadas a la hora de destruir mas no sirven para construir. Son los hechos concretos los que pueden imprimir cambios orientados a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de esos millones de ciudadanos quienes atraviesan momentos difíciles. Y es esencialmente allí que debe poner su atención si quiere evitar que el trumpismo quede enraizado como un cáncer en la sociedad y la mate desde dentro.

En América Latina sabemos que la muerte o la salida del poder de un líder carismático no significa la muerte de sus ideas, sobre todo cuando esas ideas están basadas en sentimientos de odio, de miedo, de deseos de rescate y de venganza.

La triste y solitaria salida de Trump, incapaz de enfrentar con clase y altura una derrota inútilmente denegada, ha sido precedida por una serie de indultos a personajes diferentes y cercanos. El más llamativo y peligroso: a su ex asesor Steve Bannon. Se fue, pronunciando el mismo “por ahora” de otros autócratas peligrosos que han destruido sus países. Se fue, lanzando un desafío y una amenaza al partido que puso de rodillas durante cuatro años y que ahora está tratando de recuperar respeto y dignidad. Según indiscreciones del Wall Street Journal, estaría decidido a crear su propio partido, que se llamaría Patriot Party. Sin duda sería un partido en el cual confluirían los sectores más radicales, fascistas, xenófobos y racistas del país. Y muy probablemente Bannon será su asesor.

El peligro existe. Sin embargo, ahora es momento de mirar hacia adelante. Es lo que está haciendo Biden quien ya firmó 17 órdenes ejecutivas que dan la pauta de cual será su camino. 

Controlar la pandemia es uno de sus objetivos más apremiantes. En un país en el cual han muerto más de 400mil personas, urge tomar decisiones vueltas a proteger la salud de los demás ciudadanos. Al mismo tiempo, será necesario impulsar una política económica que permita la recuperación de quien perdió trabajos y negocios y que apunte a fortalecer y ampliar la clase media.

Otra de sus preocupaciones inmediatas será el cambio climático. Su decisión de volver a los acuerdos de París abre una esperanza para la humanidad.  

Muy importante para nosotros es el cambio radical que va a imprimir a la política migratoria. Serán abandonadas las prácticas inhumanas de su predecesor así como la construcción del muro en la frontera con México, se facilitará la regularización de los inmigrantes irregulares y de los dreamers, y será abolida la prohibición de entrada a los ciudadanos de 11 países musulmanes. Estados Unidos volverá a ser el país de las oportunidades, la tierra en la cual se puede soñar.

Si Joe Biden, con su actitud y su política, está devolviendo respeto y decoro a Norteamérica, la elección como Vicepresidenta de Kamala Harris es la gran innovación, el verdadero salto hacia delante, hacia el futuro. Por primera vez una mujer ocupa el cargo de Vice Presidenta. Ya eso representa una innovación política de gran relieve. Pero hay mucho más. Harris no es una mujer cualquiera, es afrocaraibica, hija de dos inmigrantes: madre indiana y padre jamaiquino. 

Nada de esto hubiera sido posible de haber ganado Donald Trump.

La esperanza y la dignidad volvieron a la Casa Blanca.


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