Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Trump

Entre twits y decretos

Cual mago que saca del sombrero a cada momento un nuevo objeto para admirar, orgulloso, la sorpresa en la cara de los espectadores, el neo Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, extrae decretos a una velocidad supersónica con el afán de destruir todo lo que su antecesor había construido y dejar sumidas en el asombro a las millares de personas que desfilan su malcontento en calles y plazas. Y, cuando los decretos ya no son suficientes para expresar la alegría del poder, llena el vacío a golpe de twits.

Analistas y psiquiatras de todo el mundo han escrito ensayos y artículos sobre su personalidad que han definido narcisista, infantil etc etc.

Es posible que así sea pero quizás, como justamente comentó un agudo analista político y económico en el curso de una conversación, echar las culpas a la psique puede alejarnos de la gravedad de las acciones. Es lo que pasó con el ex Presidente Hugo Chávez en Venezuela. Pocos escuchaban y menos aún creían en las amenazas, que lanzaba cada domingo en sus oceánicos programas de televisión, entre cuentos de infancia, canciones y dichos populares. Fue un error porque las cumplió todas.

Hoy, al ver la actuación del Jefe de Estado norteamericano, no podemos dejar de recordar al extinto presidente venezolano. Y entonces sabemos que, si bien muchas de sus acciones podrían derivar de un cierto tipo de personalidad, lo más importante es entender que ninguna de sus amenazas caerá en el vacío y, más aún, que cada una de esas acciones está dirigida a dar señales claras a los sectores internos y externos que lo han apoyado hasta el presente y que seguirán haciéndolo en el futuro.

Está más que claro que los confines del nacionalismo de Trump son más estrechos que los confines del país, circunscriben a un sector muy específico de la sociedad. El neo Presidente gobernará para ellos, a sabiendas que el otro sector no lo amará nunca, y también reforzará alianzas internacionales con partners “seguros”, que nunca criticarán sus políticas internas por conveniencia económica o porque, como es el caso de Rusia, promueven en su interior políticas todavía más despreciables. Como botón de muestra, la nueva ley de Moscú que ya no considera un delito la violencia doméstica o las discriminaciones y los abusos de los cuales es víctima la comunidad LGBT, en ese país.

Ha pasado solamente una semana desde la llegada a la Casa Blanca del Presidente Trump y son tantos los decretos preocupantes que es difícil decir cuál podría tener peores consecuencias. Lamentablemente pareciera que poco le importa al Presidente firmar una hoja que puede representar una tragedia para millares de personas, sombras y nada más que viven detrás del muro que ya erigió y que ya separa a él mismo y a las personas de su entorno, del resto de la humanidad.

¿Que el mundo está a solo dos minutos y medio de su fin, como han decretado los científicos quienes cada año definen el Doomsday Clock, o sea los minutos de vida que le quedan a la tierra? ¿Que los oleoductos reactivados a golpes de decreto significarán un desastre para el ambiente y más todavía para las poblaciones que viven en esas tierras? ¿Que el proteccionismo sembrará el hambre entre sectores enteros de población de otros países y, más temprano que tarde, tendrá repercusiones negativas también en la sociedad norteamericana? ¿Que no tener acceso al aborto realizado por un médico, para muchas mujeres significará morir en manos de comadronas inexpertas en países donde el hambre y la violencia no permiten el nacimiento de un niño? ¿Que cerrar la puerta en la cara de una entera población solamente por sus ideas religiosas no solamente va en contra de la misma Constitución del país que dirige sino condena a muerte segura a quienes huyen de guerras, persecuciones y hambre? ¿Que amenazar a millones de inmigrantes latinoamericanos significa hundir en el terror a familias enteras, personas que en este país invierten cada día sudor y dinero para alcanzar ese sueño americano que un día existió? ¿Que limitar y amenazar la libertad de prensa no solamente va en contra de los principios fundamentales de la Constitución sino que significa arrastrar en el lodo uno de los puntos de orgullo de muchos estadounidenses? ¿Que los tratados comerciales no son juguetes que se hacen y deshacen sin dolor sino que significan terremotos económicos para los países involucrados? Y finalmente ¿que hablar del muro en la frontera con México con los tonos de quien se sabe poderoso e indetenible, además de representar una ofensa para una nación puede significar el desplome de la economía suya y de toda América Latina? Nada de esto pareciera importarle al neo Presidente y suena casi imposible que un único ser humano pueda hacer tanto daño a tantas personas en tan poco tiempo.

Sin embargo, no podemos dejar de ver la otra cara de la medalla, esa es la realidad que sueña y espera quien le ha dado su voto. El mensaje de los muchos decretos y de los twits que pían día y noche sin parar, está dirigido a ellos y a los mercados que han reaccionado favorablemente, como muestra la efervescencia de Wall Street que crece decreto tras decreto. En pocas palabras al mundo dorado al cual pertenece. Para los otros por ahora bastan unas mentiras disfrazadas de verdades como por ejemplo las cifras de los nuevos empleos que Trump se atribuye y que, en muchos casos, son parte de unos planes de largo plazo ya precedentemente definidos por las grandes empresas.

Sin embargo, si bien el efecto sorpresa y la cantidad de problemas que hay que enfrentar pudieran aturdir, la única manera de minimizar los efectos dañinos de un cierto tipo de política será a través de una oposición firme, pacífica, compacta, de todos, porque esta no es la batalla de las mujeres, de los inmigrantes, de los periodistas, de los mexicanos, de los ambientalistas, sino otra mucho más grande. Aquí se define el futuro nuestro, de nuestros hijos y nietos, es la batalla de todos quienes aborrecemos los odios raciales, las injusticias sociales, las guerras y estamos dispuestos a defender la tierra que nos cobija y que no merece morir.


Photo Credits: Gage Skidmore

Hey you,
¿nos brindas un café?