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legalización de la marihuana

Entre avances y retrocesos

América Latina es región de grandes contrastes. Riquezas inmensas versus pobrezas inhumanas, mentes brillantes y universidades excelentes conviven con ínfimos niveles de educación, la corrupción corroe sociedades que, en su seno, generan a grandes innovadores. Eterno conflicto entre una realidad muchas veces dominada por una clase dirigente ineficiente y corrupta y una población que imagina y trabaja para un futuro más digno y diverso.

Si bien la fuerza de los poderes, sean ellos económicos, políticos o del crimen organizado, parezca inquebrantable, la historia enseña que hasta en las digas más compactas pueden insinuarse fisuras que a lo largo se transforman en brechas profundas capaces de derribar el muro entero.

Es lo que podría pasar en México gracias al fallo de la Corte Constitucional que autoriza el consumo, cultivo, transporte y posesión de la marihuana con fines lúdicos, a cuatro miembros de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART). Lo que pareciera una sentencia circunscripta únicamente a cuatro personas quienes interpusieron el recurso de amparo frente a los jueces de la Corte Constitucional, puede transformarse en el primer paso hacia una revolución profunda con consecuencias importantes dentro del mundo político, del narcotráfico y sobre todo de la sociedad.

El concepto de fondo que ha motivado la decisión de la Sala Primera de la Corte Constitucional, al considerar la preeminencia de la libertad individual sobre el daño a la salud, contiene en sí un potencial fuertemente explosivo. No solamente abre las puertas a otras acciones legales similares, sino que puede permear muchos otros campos de la sociedad.

La vida económica de algunas importantes áreas de México gira alrededor del tráfico de estupefacientes siendo este país el segundo productor mundial de marihuana y otras drogas, según el último reporte de la ONU, y uno de los más importantes exportadores de sustancias psicotrópicas hacia Estados Unidos.

México es un país herido por las drogas. Una herida profunda que no deja de sangrar. La lucha al narcotráfico, un mercado que mueve millones y millones de dólares, lejos de disminuir la fuerza de los carteles deja estelas de muertos en una aterrada sociedad civil y alimenta la corrupción y la connivencia entre los Capos y el poder político, económico, y de Policía tanto a nivel local como central.

Es una guerra que mueve muchísimo dinero. Estados Unidos invierte en ella millones de dólares y lo mismo hace el gobierno mexicano, sea cual sea su Presidente, pero los efectos han sido hasta ahora los mismos que tendría una mano tratando de parar una catarata. Un ejemplo: la rocambolesca evasión de El Chapo, el narcotraficante más rico del mundo según la revista Forbes, quien sigue en libertad a pesar del despliegue de fuerzas activado para su búsqueda.

Tanto dolor, miedo, indignación están posiblemente a la base de la desconfianza que siente gran parte de la población hacia la liberalización de la marihuana. Y la política que, pocas veces tiene la capacidad de dar un paso más allá de las preocupaciones electorales, ha reaccionado con mucha frialdad frente a la decisión de la Corte. Declaraciones del Presidente y sus ministros, están tratando de minimizar los efectos de una sentencia que en realidad tiene la fuerza de una avalancha.

Para nadie es misterio que la legalización de la marihuana con fines lúdicos no bastará para resolver el problema del narcotráfico y del consumo de drogas. Pero sin duda ofrece una alternativa a una política claramente inútil cual ha sido la de su criminalización. Mientras las cárceles se llenan de consumidores el tráfico sigue enriqueciendo a los señores de la droga quienes detienen un poder, en algunos casos, más amplio que el de los gobiernos locales.

La prohibición hasta el momento ha logrado únicamente agregar un elemento de aventura al consumo haciéndolo más atractivo para adolescentes y preadolescentes quienes desean romper reglas y rebelarse a la autoridad del mundo adulto.

Ya son muchos los estados norteamericanos que tomaron consciencia de esa realidad y optaron por la legalización de la marihuana. Una razón adicional para que México tome la misma decisión ya que, frente a una menor rentabilidad del mercado de exportación más importante, los carteles podrían focalizar su atención hacia un mercado interno, ilegal y por lo tanto más apetecible económicamente.

La lucha contra el narcotráfico es muy difícil y cuesta arriba. Los carteles tienen dinero suficiente para invertir en nuevos mercados y nuevas sustancias psicotrópicas. Sería demasiado ingenuo pensar que la sola legalización de la marihuana pueda resolver un problema tan arraigado como el consumo de drogas. Pero sin duda es un primer paso importante. El segundo sería invertir seriamente en la prevención a través de masivos programas de educación y sensibilización.


Photo Credits: elad abraham

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