Complejo y delicado. Es un enemigo común. De eso no hay dudas. Y, frente al peligro que este representa, algunos países de nuestro hemisferio han decidido promover el diseño de estrategias colectivas. A saber, dar juntos pasos firmes para evitar su contagio. El Ebola, que de epidemia se ha transformado en pandemia teniendo su punto focal en Africa, desde sus inicios hasta comienzos de octubre de este año ha provocado la muerte de más de 4 mil personas. Y, aun cuando el problema pareciera estar muy lejos de nuestras realidades, comienza a preocupar. Lo hace por sus repercusiones en términos de vidas humanas. Mas, no sólo por eso. También por sus efectos devastadores en las economías.
Más allá de las implicaciones políticas e ideológicas inherentes a la Alianza Bolivariana para la América, que no vienen al caso en esta oportunidad analizar, cabe destacar la importancia de la “mini-Cumbre” que tuvo lugar recientemente en La Habana. En ella se discutieron las estrategias inmediatas a seguir para construir un cerco sanitario contra el Ebola. Y, más importante aún, se hizo un llamado a los demás países para una “gran Cumbre” orientada a diseñar políticas comunes en materia sanitaria.
Ya se sabe. Los ‘summit’, en especial las grandes cumbres, las más de las veces resultan en meras declaraciones de principios. En fin, de buenos propósitos. Nada más. Sin embargo, el enemigo, en esta ocasión, no sólo es común sino tangible. De ahí la necesidad de una toma de conciencia que permita archivar las diferencias políticas y dar lugar a iniciativas concretas. La presencia del Ebola en nuestra región, sin duda alguna, resultaría una catástrofe.
Es evidente que América Latina no es África. El Ebola pudo propagarse en esos países porque encontró un caldo de cultivo que lo permitió. Decimos, un sistema de salud casi inexistente, pésimas comunicaciones, pocas carreteras, falta de agua limpia, carencia de higiene. Son, todas estas, características vinculadas a la pobreza.
Pobreza, miseria, indigencia. América Latina ha hecho grandes esfuerzos para mejorar la calidad de vida de su gente. De hecho, se estima que el crecimiento sostenido y políticas económicas sólidas han logrado mejorar el nivel de vida de millones de personas. Hay obviamente las excepciones. Mas, estas, precisamente por ser tales, confirman la regla.
De acuerdo a la CEPAL, el número de latinoamericanos que vivía en la pobreza, en el año 2002, se calculaba en alrededor de los 220 millones de personas. Es decir, el 43 por ciento de los habitantes de la región. Once años más tarde, el numero de latinoamericanos en situación de pobreza, siempre de acuerdo a cifras de la Cepal, se estimaba en 164 millones de personas. A saber, el 27,9 por ciento. De acuerdo a las cifras del Sedlac, los países más virtuosos fueron Urugay y Chile. A pesar de los esfuerzos de las naciones, la desigualdad y la pobreza siguen siendo muy elevadas en la región. Y eso representa un caldo de cultivo potencial para cualquier epidemia. De ahí la necesidad de iniciativas comunes que permitan evitar, en lo posible, el contagio con el Ebola ya que la enfermedad podría expandirse peligrosamente.
El reto que establece el Ebola es grande. Cabe preguntarse: ¿están nuestros países en condición de enfrentarlo y de superarlo? En nuestras naciones hay personal médico y paramédico capacitado, que se ha formado en las mejores universidades del exterior, y Hospitales dotados con tecnología de vanguardia. Sin embargo, es evidente que son muchos los aspectos que tendrán que atender. No será suficiente establecer protocolos o adquirir equipos médicos nuevos. Se hará necesario, entre otras tantas cosas, acordar una guía de manejo de los casos sospechosos, establecer medidas comunes de control de infección hospitalaria, determinar los métodos de traslado de los pacientes y el manejo de las muestras biológicas, estudiar los protocolos de limpieza, dotar los laboratorios de tecnología adecuada y disponer de una política común de comunicación de información sanitaria. Amén del control de entrada en nuestros países, que ya se está haciendo.
El Ebola es un problema de salud pública. Sus efectos, en el caso de desembarcar en nuestra región y de no atacarse adecuadamente podría contabilizarse en millares de muertes. Mas, no es tan sólo un problema sanitario. Como hemos dicho al principio de nuestro editorial, también lo es de carácter económico. Su impacto, en nuestro aparato productivo, podría ser severo. De hecho, por miedo al contagio, salen del mercado laboral un gran número de personas. Y, de esta manera, merma significativamente la participación al trabajo. También origina el cierre de complejos fabriles, interrumpe las actividades de transporte y motiva el cierre de aeropuertos y puertos. Además, provoca la reducción brusca de las inversiones.
Si todavía hay alguna duda sobre los efectos del Ebola en la economía, será suficiente una rápida mirada en las repercusiones que ha tenido en los países de África. De acuerdo al Fmi y al Banco Mundial, en Liberia, país en el cual se concentra el 48 por ciento de los casos mundiales y en el cual se ha registrado el 57 por ciento de las muertes, se estima que para este año el Producto Interno Bruto crecerá en poco más del 2 por ciento. Esto representa una caída de casi el 3,5 por ciento respecto de las estimaciones originales que establecían un crecimiento del 5,9 por ciento. En Sierra Leona el impacto económico no será menor. Su crecimiento, estimado en un principio en 11,3 por ciento, bajará en menos del 8 por ciento. Y en Guinea el Pib para 2014 no será superior al 2,4 por ciento, registrando una caída de más de 2 puntos.
Nuestros países, en los meses venideros, tendrán que enfrentar las consecuencias de la caída de sus exportaciones de materias primas, por efecto de la crisis mundial que aún muerde a las naciones industrializadas. De presentarse casos de Ebola sin duda alguna sería un grave golpe, con efectos inmediatos. Se perderán vidas humanas. Y no sólo esas. También habrá repercusiones negativas en el nivel de empleo, en la producción y ‘dulcis in fundo’ en el bienestar de la población. Esta es la razón por la cual, cualquier intento de promover protocolos, políticas y estrategias comunes contra el Ebola sólo puede ser saludado con interés, satisfacción y beneplácito. Venga de quien venga.