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¿EL ocaso del populismo en América Latina?

¿Evolución o retroceso? Seguramente transición. Por el momento, no hay otra palabra para definir el proceso político complejo y delicado que, desde el año pasado, ha comenzado a transitar América Latina. Si se trata de evolución o de involución solo el tiempo lo dirá.

Triunfo y derrota. El éxito de Mauricio Macri, en las recientes presidenciales en Argentina, ha decretado la salida de la Casa Rosada de Cristina Fernández de Kirchner, el fin de una época y el ocaso de una dinastía política que ha dominado el escenario latinoamericano por más de una década. La derrota del “chavismo”, que tuvo que entregar el Parlamento a la Oposición, ha permitido la irrupción de un nuevo actor político en la escena nacional, el fin del poder absoluto y casi despótico del partido de gobierno y el comienzo de una dialéctica política que había quedado en los libros de historia.

La crisis económica, la cual aún sacude al mundo industrializado, ha tenido reflejos negativos en los países en desarrollo. Ha traído a flote sus debilidades y contradicciones. En el caso de esta parte del continente americano, puso al descubierto el agotamiento de un modelo político y económico que ahora se está viniendo abajo como un castillo de naipes.

La “revolución auténtica” y el “socialismo” moderno, pregonados por los gobiernos “bolivarianos”, han sido solo palabras vacías. Nadie fue capaz de reinventar un modelo político progresista que pudiese construir el “welfare” sobre la base de la convivencia entre Estado y empresa privada. Solo buenas intenciones. Sobreviven la demagogia y el populismo que permitieron a presidentes con clara vocación autoritaria edificar su poder.

Argentina, Bolivia, Ecuador y, en especial, Venezuela colocaron las exportaciones de petróleo o de las otras materias primas como pivote central del proceso económico. Y el gasto público, como correa de transmisión de los ingresos hacia los sectores de la población. Se inventaron “amortiguadores sociales” – “Misiones”, Chávez dixit -; mas no se pensó en impulsar la empresa privada generadora de empleos. Se crearon programas sociales; pero no se desarrolló un sector público eficiente. Mucho menos, se promovió el ahorro interno para nutrir el proceso de acumulación nacional. La gran cantidad de dinero que fluyó en las arcas de los Estados permitió alimentar corrupción y burocracia, y narcotizar conciencias. Los sueños, dibujados con palabras ampulosas, se quedaron en el tintero.

El proceso económico, al cual se dio el nombre ambicioso de “revolución” y que fuera objeto de una hábil campaña propagandista, perdió fuerza con la crisis económica mundial. El castillo de naipes se desmorona. Y de la “revolución” ya queda poco o nada.

El “eje bolivariano”, con la derrota del “chavismo” en las parlamentarias en Venezuela y del “kirchnerismo” en las presidenciales en Argentina, y con el “impeachment” contra la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, deja políticamente aislados a Bolivia y a Ecuador, países que, es justo reconocer, no presentan económicamente los mismos problemas de sus aliados.

Los demagogos son vendedores de sueños, encantadores de serpientes. Viven de la esperanza y de la ilusión. Promesas, propuestas, ofertas. Saben que no podrán cumplir. Y a veces hasta llegan a creer realmente en sus planteamientos. No son distintas las ofertas de Donald Trump – léase, un inmenso muro en la frontera con México, la deportación de millones de latinoamericanos, la prohibición de ingreso a Estados Unidos a los musulmanes – de las que hicieran en sus respectivos países Kirchner, Morales, Correa, Chávez o Maduro. Tarde o temprano, los sueños y las ilusiones se desvanecen. Ha pasado en Argentina y está pasando en Venezuela. Rafael Correa y Evo Morales perdieron sus principales aliados y ya comienzan a hablar de “seria reflexión”; reflexión que podría conducir a cambios en el discurso y en la orientación política en Ecuador y Bolivia. Está en camino un proceso lento de transformación en América Latina. Todo pareciera indicar que ha comenzado el ocaso del populismo y el comienzo de una primavera política.


Photo Credits: Adán Sánchez de Pedro

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Jorge Alvear
Jorge Alvear
8 years ago

Estimado Mauro, Muy buen artículo, sin embargo debo hacer una precisión. El éxito económico es exclusivamente boliviano, la situación ecuatoriana es calamitosa a nivel de reservas financieras, incumplimiento de pagos por inexistencia de recursos económicos dado que no tenemos moneda propia, una contracción económica que viene desde el 2015 y que nos puesto en recesión, falta de circulante monetario por la fuga de divisas y su extracción del sistema financiero por desconfianza… acá también, al igual que en Venezuela en muy poco tiempo entraremos en default, inevitablemente. Y la culpa no es del petróleo, la culpa es de lo que… Seguir leyendo »

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