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La Voce d’Italia
La Voce d'italia

El ABC de la deontología periodística

Que cierto tipo de políticos estén acostumbrados a lanzarse como depredadores sobre sus opositores en cuanto olfateen un poco de sangre, no nos sorprende. Que el ansia de poder, en muchos casos, no conozca de ética ni de moral, también lo sabemos. Que las fake news se hayan transformado en un arma letal porque prenden un ventilador frente a un montón de escoria, a sabiendas que por más que lo apaguen nunca será posible limpiar el aire en su totalidad, es otra realidad consabida.

Sin embargo, a pesar de las muchas vicisitudes que como seres humanos y como periodistas, hemos tenido que enfrentar, nunca pudimos imaginar que un día, todo lo anterior reunido, lo emplearía un medio de comunicación, supuestamente respetable, para denigrar a otro medio de comunicación con el fin último de atacar al gobierno.

Cada periodista, cada columnista tiene el derecho y hasta el deber de opinar libremente según sus convicciones e ideales. Sin embargo, nadie, que se considere un profesional serio y ético, debería utilizar la mentira y la difamación para lograr sus objetivos.

Menos aún debería hacerlo en momentos como estos en los cuales una población dolida por sus tantos muertos, angustiada por el futuro que la espera, necesitaría una prensa con altura moral en la cual poder confiar. Una prensa que, en lugar de soltar los tiburones dispuestos a ensañarse contra los peces más pequeños, con tal de derramar sangre, debería pedir serenidad y unidad a los políticos, para evitar que el país entero se ahogue en las aguas que ellos mismos se preocupan de revolver.

El diario La Voce d’Italia, cuyo corresponsal y director, debidamente acreditado en La Moncloa, miembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera en España, de la Asociación de Corresponsales de Prensa Iberoamericana en España, del Colegio Nacional de Periodistas en Venezuela, Presidente de la Asociación de Periodistas Italo-Venezolanos y miembro de la Junta Directiva de la “Federazione Unitaria della Stampa Italiana all’Estero”, fue invitado a una rueda de prensa del Presidente Sánchez. Al igual que el de otros colegas su nombre fue escogido al azar entre los periodistas acreditados en La Moncloa.

En calidad de director de un medio que nació en Venezuela el 1 de marzo de 1950 -como muestra la foto de la primera página de su primer número- y que hoy se dirige a todos los italianos en el exterior, Mauro Bafile, formuló tres preguntas al Jefe de Gobierno español. Las preguntas vertían sobre temáticas de interés para sus lectores, quienes son tan italianos e interesados en las vicisitudes de Europa y de Italia, como quienes residen en el país.

Una visión que no comparte quien, con tal de obtener bajos dividendos políticos, no dudó en lanzarse contra una presa que creyó débil. Es evidente que esas personas consideran a los emigrantes y por ende también a sus propios emigrantes, unos ciudadanos de serie B.

Llegó así la calumnia sin que mediara la mínima preocupación, por parte de la dirección, de verificar la credibilidad de una información con tintes difamatorios.

El ABC de la deontología periodística se ha transformado en el ABC de la mentira y la deshonestidad. Y, para remate, ni se otorgó al director de La Voce d’Italia el derecho a réplica, ni se publicaron las cartas enviadas por la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera y de la Asociación de Corresponsales de Prensa Iberoamericana en España, en las cuales expresaban solidaridad con uno de sus miembros.

Es realmente lamentable que diarios de carácter nacional hayan caído tan bajo solo para debilitar a un gobierno que está enfrentando una emergencia de dimensiones dantescas. Los ciudadanos españoles, tanto los que viven en patria como quienes han construido en otros países familias y trabajos, merecerían mucho más.

Por el contrario, podemos afirmar con orgullo, que ha sido y es muy diferente la historia de La Voce d’Italia. En la redacción de este diario, sin duda más pequeño, pero no por eso con menor peso específico, durante sus 70 años de vida ininterrumpida, se han formado generaciones de periodistas bajo el mando de un hombre, su fundador Gaetano Bafile, de gran honestidad profesional y humana, quien ejerció el periodismo con rectitud y pasión, y para el cual nunca hubo precio que pudiera comprarlo.

A continuación, publicamos integralmente la respuesta del director de la Voce d’Italia al director de ABC:

Estimado Director,

he leído con atención y, no lo niego, con sorpresa la nota publicada en su periódico a raíz de nuestra participación en la última rueda de prensa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Es evidente la inexperiencia de quien redactó el artículo. Esa no es una culpa. En cambio, resulta realmente grave su falta de interés por siquiera informarse sobre el diario al que tilda de “prácticamente desconocido”. Estamos seguros que, de haber cumplido su tarea a cabalidad como se enseña en las aulas universitarias, y de haberse tomado la molestia de investigar algo más sobre la trayectoria de nuestro Diario, no hubiera incurrido en el error de emplear esos términos despectivos para hablar de “La Voce d’Italia”. Pues bien, permítame contarle quienes somos.

“La Voce d’Italia” nació en 1950 en Venezuela. Hace justamente 70 años. Eran aquellos tiempos difíciles. La guerra recién había concluido dejando su rastro de muerte y destrucción. En aquel entonces, eran muchos los italianos que buscaban allende el océano lo que su tierra no podía ofrecer. También eran muchos los emigrantes españoles, aunque por otras razones. Pues bien, el fundador de “La Voce d’Italia”, Gaetano Bafile, era un joven que, en su Abruzzo natal, había dirigido un folletín de la resistencia y, antes de viajar, estaba trabajando como periodista en el diario “Il Messaggero”.

En plena dictadura militar en Venezuela, con los esbirros de la Seguridad Nacional torturando y matando sin piedad, al caer la noche, cuando las máquinas de escribir callaban, los integrantes de la Junta Patriótica, en no pocas ocasiones, escogían nuestra Redacción para sus reuniones clandestinas. Sabían que aquel era un lugar seguro así como el Director del Diario sabía lo que le esperaba, de ser descubierto. Le aconsejo que lea a Gabriel García Márquez, quien dedica un capítulo completo de su libro “Cuando era feliz e indocumentado” a una larga investigación realizada por Gaetano Bafile en esos años, o cualquier texto de historia del periodismo en Venezuela.

Nuestro Diario ha sido el único medio de comunicación extranjero en ganar el “Premio Nacional de Periodismo”, el Pulitzer venezolano. Es este un reconocimiento otorgado por la honestidad y el apego a la ética profesional que nos ha caracterizado ayer como hoy. Y por nuestra posición inequívoca en pro de la defensa de la libertad de expresión.

Tiene razón su periodista en señalar que somos un medio presente solo en la red. Se olvida precisar, sin embargo, que hoy en Venezuela no hay un solo diario independiente que esté presente en los quioscos. El Gobierno tiene el monopolio de las materias primas para la prensa – léase tinta y papel -. Y las niega a los medios de comunicación independientes.

“La Voce d’Italia”, desde sus comienzos, informa y orienta a los emigrantes italianos en Venezuela y defiende sus derechos. Sin embargo, desde hace algunos años, y gracias a las posibilidades de su formato online, informa, orienta y defiende también los intereses de los muchos italianos que viven fuera de Italia. Tal vez Usted no lo sepa, pero desde hace dos años tenemos corresponsal en Madrid y desde 2014 en Nueva York.

Menospreciar la importancia de un medio de comunicación es desestimar a la comunidad a la que se dirige. En nuestro caso, los emigrantes. Esto dice mucho sobre la opinión que probablemente tenga su medio hacia los millones de españoles que hoy residen en otros Países.

Señor Director, como Usted seguramente sabrá, lo importante, lo verdaderamente significativo no es la cantidad de ejemplares que un medio de comunicación pueda vender. Relevante es su capacidad de crear opinión. Eso no se logra de la noche a la mañana. La autoridad de un medio de comunicación es la suma de honestidad, ética y veracidad.

Emplear términos despectivos hacia un Diario para criticar indirectamente al Gobierno no es propio de un medio de comunicación serio. La Moncloa nos ha invitado a participar en la rueda de prensa del presidente del Gobierno. Es verdad. Y lo hizo porque los colegas que trabajan en la Oficina de Información no hacen diferencia entre medios “grandes” y “pequeños”, nacionales y extranjeros. Esto es respeto a la libertad de prensa y de expresión; algo que Usted, señor Director, debería apreciar en lugar de criticar.

Mauro Bafile

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