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elecciones ecuador
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Ecuador, un país dividido

La segunda vuelta electoral en Ecuador, que concluyó con un resultado de menos de dos puntos a favor del candidato oficialista Lenín Moreno en contra del opositor Guillermo Lasso, puso en evidencia la profunda fractura que existe en la sociedad de ese país.

No es una situación inédita en Ecuador, como no lo ha sido en otras naciones; mas, no por eso, es menos grave y peligrosa para el futuro de su población.

Recientemente hemos asistido, en Estados Unidos, a una división similar con una condición todavía peor ya que, si bien la mayoría de las personas había votado a favor de la candidata Hillary Clinton, resultó ganador Donald Trump. Sin embargo, a pesar del profundo descontento que ha suscitado el ascenso del actual Presidente a la Casa Blanca, las voces de protesta que hablaban de posibles fraudes fueron acalladas rápidamente.

La situación es muy distinta en América Latina donde la sospecha ronda muchas elecciones. En Ecuador los recelos, miedos y desconfianzas tienen profundas raíces y las diferencias en la población son tan marcadas que todo entendimiento y diálogo entre las partes pareciera imposible.

Durante la campaña electoral, mientras los seguidores de Lasso invocaban el espectro de la Venezuela chavista, los que apoyaban a Lenín sacaban el fantasma de Macri. La verdad es que ningún país se parece a otro, ningún gobierno es igual a otro. A pesar de la amistad entre Correa, Chávez y luego Maduro, a pesar de la actitud autoritaria y muchas veces grosera de los tres Presidentes, hay una gran diferencia entre la gestión económica y política que ha desarrollado cada uno de ellos en estos últimos años. Si bien la crisis económica ha golpeado y golpea fuertemente Ecuador, la calidad de vida de ese país no se puede comparar ni remotamente con la de Venezuela.

Queda el hecho de que estas elecciones han dejado un sabor amargo en la boca de muchos ecuatorianos. La imposibilidad para el candidato del gobierno de ganar en la primera vuelta, ha mostrado el grado de cansancio de una sociedad que ha transcurrido los últimos años en un clima de extrema pugnacidad. Lejos están los tiempos en los cuales el ex Presidente Correa gozaba de una popularidad tan amplia que la oposición parecía definitivamente acorralada.

Es muy posible que muchos de los votos que recibió Lenín más que responder a un verdadero apoyo a su candidatura hayan sido motivados por una profunda desconfianza hacia Lasso y todo lo que él representa. Es la parte de la población que, aún cansada por ciertos desmanes del gobierno de Correa, temía dejar el destino del país en las manos de alguien quien recordaba un pasado con grandes inequidades y que pudieran esfumarse las conquistas sociales que objetivamente ha llevado adelante el gobierno saliente.

No obstante, la diferencia de votos es tan exigua que cuesta aceptar la derrota. Desde el momento mismo en el cual el Consejo Nacional Electoral declaró la victoria de Lenín, el candidato opositor del Movimiento CREO-SUMA, está pidiendo el reconteo de los votos. Es un derecho que le otorga la Constitución, pero sus reclamos parecen destinados a perderse en el vacío ya que organismos internacionales como la OEA ya consideraron válidos los resultados.

En los próximos meses Lasso y sus seguidores más bien deberán dedicarse a organizar una oposición seria, firme, capaz no solamente de detectar y contrarrestar posibles derivas populistas de Lenín Moreno, similares a las que han acompañado la presidencia de Correa, sino a construir proyectos políticos alternativos que permitan disipar los miedos y preocupaciones de la población en los próximos procesos electorales.

Por su parte no queda que esperar que el nuevo Jefe de Estado, quien ya ha empezado a alejarse tanto de su predecesor Correa como de la Venezuela chavista, entienda que la Presidencia de un país democrático no es un reinado, que el país es de todos y que todos tienen derecho a hablar, a expresar sus ideas y sus críticas. Esperamos que construya puentes de entendimiento con la prensa, hasta con la más crítica porque una democracia sin prensa libre no es democracia.

Solamente con un gobierno de entendimiento, respeto y colaboración Ecuador podrá tener el desarrollo que merece, y enfrentar los problemas que derivan de unos precios del crudo que siguen siendo demasiado bajos para continuar a impulsar los programas sociales de su predecesor. El nuevo Presidente deberá necesariamente buscar un entendimiento con la empresa privada y manejar con extremo cuidado la financiación con crédito externo proveniente sobre todo de China, nación que está ocupando en América Latina muchos de los espacios que en el pasado estuvieron en manos del capital estadounidense o europeo y que, al igual que todos los demás, tampoco lo hace de manera gratuita. Y no podrá desestimar el profundo cambio en los equilibrios políticos de la región.

Una serenidad interna, visión de futuro y prudencia en la política exterior serán las únicas vías que podrán llevar el país a un crecimiento. La educación y la libertad de pensamiento serán otras dos áreas que pondrán a prueba la capacidad de liderazgo del nuevo Jefe de Estado.

Esperemos, en síntesis, que Lenín Moreno asuma el rol de Presidente y no de jefe de un partido, que sea capaz de reparar y no de profundizar las fracturas existentes y que tenga la fortaleza de resistir a los cantos de sirena del poder que enceguece.


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Photo Credits: Agencia de Noticias ANDES

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