Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
priscila gac artigas
Photo by: Jeanne Menjoulet ©

Más allá del “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”

En 1999 Naciones Unidas designó el 25 de noviembre como el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer” en conmemoración del asesinato, en 1960, de tres de las cuatro hermanas Mirabal por la policía política del dictador Trujillo en la República Dominicana (1930-1961).

A casi sesenta años del asesinato de Minerva, Patria y María Teresa, veamos la situación hoy día en América Latina y el Caribe, una realidad que estremece:

– 3.500 feminicidios al año

– el 40% de las adolescentes entre 15 y 19 años ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja

– una de cada cinco mujeres ha sufrido violencia sexual por parte de su pareja

– 8 de cada 10 asesinatos de mujeres se dan en el contexto del hogar

– el 50% de las primeras relaciones sexuales de las jóvenes en el Caribe no han sido consensuadas; si se considera que “No es No”, estamos hablando de un 50% de jóvenes violadas en su primera relación

– uno de cada cinco bebés nacidos en la región proviene de madres adolescentes

– el porcentaje de mujeres sin ingreso propio bordea el 30%

– solo el 21% de mujeres, una de cada cinco, ocupa cargos directivos en empresas e instituciones

– menos del 30% ocupa cargos relevantes en la política

– con respecto a la igualdad salarial, las mujeres ganan en promedio 30% menos que sus colegas varones por el mismo trabajo e iguales cualificaciones

Persisten además otras caras más sutiles de violencia como la desigualdad en la distribución de las tareas del hogar que siguen considerándose responsabilidad de la mujer. O el sexismo, presente incluso en nuestra lengua, el español, sobre todo cuando se aborda el género gramatical en que se favorece al masculino como género no marcado o de referencia universal frente al femenino, particular y específico, y al número, en el que el masculino plural, en aras de economía, comprende al femenino aunque un grupo esté compuesto por 100 mujeres y un solo hombre.

Esta disonancia lingüística refleja la posición tradicional de supeditación e invisibilidad al que ha sido sometida la mujer a través de la historia en nuestras sociedades. Algunos pueden argüir que la lengua no ha creado esta realidad y que por lo tanto no tiene por qué cambiar, que es la sociedad la que debe hacerlo y ello, eventualmente, se reflejará en la lengua.

Sin embargo, como dijera Suzanne Romaine en El lenguaje en la sociedad: una introducción a la sociedad lingüística (1996) “el mundo no es como es, sino como lo hacemos nosotros a través del lenguaje.”

Entonces, si queremos lograr una sociedad más inclusiva debemos comenzar por buscar alternativas para nombrar esa inclusividad para que la misma se convierta en la realidad que deseamos.

Ningún tipo de discriminación ni de violencia de género debe tener cabida en nuestra sociedad.


Photo by: Jeanne Menjoulet ©

Hey you,
¿nos brindas un café?