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Editorial viceversa magazine
Photo by: Martin Brigden ©

Del dicho al hecho…

El pasado 7 de agosto, los expertos del IPCC (The Intergovernmental Panel on Climate Change) presentaron su último informe mostrando los estragos del cambio climático y la responsabilidad de los seres humanos. Los hechos, incendios y aluviones confirmaban sus datos y palabras. Miles de personas perdieron sus casas y a veces sus vidas y en el hemisferio occidental se vivió uno de los veranos más calurosos de la historia. 

Con valentía y en medio de una soledad aterradora, miles y miles de activistas, indígenas, campesinos, siguen luchando para defender un territorio que no es solamente de ellos sino de una humanidad que evita escuchar sus peticiones de ayuda. 

Ahora, en Glasgow, una vez más los líderes del mundo se han reunido en ocasión de la COP26, una cumbre dedicada al cambio climático y a las políticas que habría que poner en marcha para evitar desastres mayores. Los expertos del IPCC advirtieron del peligro de no tomar decisiones reales para reducir las emisiones de CO2 y otros gases responsables del efecto invernadero. También explicaron que hay cambios que ya son irreversibles y que podrían únicamente ser ralentizados.

Es un panorama aterrador para la humanidad. En la cumbre de Glasgow pareció que el mundo político había aprendido la lección y que todos iban a contribuir a disminuir el efecto invernadero. Se lograron dos acuerdos importantes. El primero, liderado por Joe Biden y la Unión Europea, firmado por otros 103 países, tiene como objetivo reducir un 30 por ciento las emisiones de metano, y el otro, liderado por Boris Johnson promueve una alianza entre gobiernos, empresas y ONGs para detener la deforestación.

El metano, siempre según el informe del IPCC, es responsable del 25 por ciento del aumento de la temperatura y según un estudio de la Universidad de Maryland, a causa de las deforestaciones en 2020 se perdió un área arbórea más grande que el Reino Unido. Eso incluye 4.2 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios. Las consecuencias para el planeta y los seres humanos son devastadoras.

Los dos pactos que recibieron el apoyo de 103 países el primero y de más de 100 el segundo, podrían representar un gran adelanto, si no fueran extremadamente débiles. Ninguno de los dos tiene vinculación legal, y ponen como fecha límite el 2030 para lograr sus objetivos. 

La adhesión de países como Brasil al acuerdo para evitar la deforestación, suena casi a burla, un irrespeto hacia las miles de personas quienes sufren las consecuencias de la tala salvaje apoyada por el gobierno de Bolsonaro. ¿Cómo se puede aceptar por buena la declaración de alguien quien ha manifestado públicamente su posición sobre las protestas indígenas y los ambientalistas a quienes abiertamente desprecia? ¿Quién puede creer en alguien que, desde que llegó al poder, permitió y avaló la mayor devastación de la selva amazónica? En 2019 fueron talados 9.178 kilómetros cuadrados de árboles en Brasil y 8.500 en 2020. Este año la situación se ha agravado ulteriormente. Y, en video conferencia, la burla llegó a extremos tales que Bolsonaro pidió colaboración al resto del mundo para que lo ayuden a conservar los bosques.

Lo mismo podría decirse para Putin quien, al igual que el Presidente de Brasil, se conectó por video conferencia.

Sin embargo, no sería justo achacar todas las culpas a los mandatarios. Esos presidentes y jefes de gobierno los escogimos nosotros con nuestros votos. Ya vimos lo que significó para el clima la presidencia de Donald Trump. Todos los pasos hechos por Obama para implementar políticas vueltas a disminuir las emisiones, fueron anulados durante la presidencia de Trump con consecuencias gravísimas para la misma población de Estados Unidos que tuvo que hacerle frente a incendios y aluviones destructivas. 

Actualmente Joe Biden quisiera llevar adelante una política de vanguardia en temas ambientales y sociales, pero sus aspiraciones encuentran frenos no solamente entre los republicanos sino entre los mismos demócratas, como es el caso del senador Joe Manchin quien representa a Virginia Occidental, es decir uno de los estados productores de carbón y gas.

Si nosotros seguimos votando y los políticos gobernando, en función únicamente de nuestros intereses personales inmediatos, el planeta estará condenado a su destrucción global. Ya no se tratará de países pobres y países ricos. Todos de igual forma sufriremos las consecuencias de nuestra ceguera y nuestro egoísmo.

Por más buenas intenciones que pudiesen tener algunos gobernantes, entre lo que dicen y lo que realmente pueden hacer hay un trecho largo, un trecho que solo nosotros, con nuestro compromiso personal y social, con nuestros votos, podremos acortar.


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