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Construir la ciudad – Erasmo

Construir la ciudad, deshacerla. Construirla, hacerla nuestra, sentirla en la nostalgia por lo que está siendo, vivirla como nuestra. Una ciudad solo es habitable en la medida en que existe en la imaginación, y ¿cómo va a existir en nuestra imaginación sin novelas, poemas, cuentos, canciones, pinturas, esculturas y fotografías que la tejan? Entonces salimos Diego y yo a edificarla, no La ciudad, no Puebla, sino Nuestra ciudad, Nuestra Puebla: las calles que recorremos, los lugares que a golpe de constancia o de sucesos memorables nos hemos apropiado, atravesados por un eje enorme que también es el eje de la nueva Puebla: la vía Atlixcáyotl. Y para aprender sobre nosotros, el otro, ese espejo infinito en el que nunca termina nuestro re-conocimiento: solo sabemos que tenemos voz porque el eco de nuestras palabras vibra en la respuesta del que tenemos enfrente: existimos gracias al otro. Cuatro personas que también habitan la Atlixcáyotl y que, sin embargo, habitan otra ciudad, viven en otra Puebla. Durante una semana (la misma semana todos), Pablo, Jesús, Erasmo y El tío usaron una cámara desechable, ¿para tomarle fotos a qué? A lo que quisieran. La investigación, aunque siempre inconclusa, nos permite conocer un poco más de nuestra ciudad, o conocernos a nosotros, que al cabo es lo mismo.

 

Erasmo

Erasmo es vieneviene en el estacionamiento del súper. Me sorprende que nuestra propuesta no le sorprende. Es más, parece que le agrada. Toma la cámara, dispara, y se olvida de nosotros como si le hubiéramos dado un juguete a un niño, la examina, se asoma al lente y vuelve a girar la cámara…

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La ciudad es mentirosa. En la gran metrópoli uno siempre tendrá algo que hacer, la melancolía y la soledad han sido desterradas. Walter Benjamin dice que la ciudad es paisaje y casa, pues el flaneur encuentra una habitación, un refugio, en esa multitud que rellena los pasillos de nuestros centros comerciales. Pero esa multitud solo es una casa en la medida en que nuestro hogar es la soledad, porque tras cada nuevo edificio, en cada semáforo en rojo está la nostalgia de la ciudad donde se esconde el miedo a nosotros mismos. La sabia serpiente le da una lección al Principito: también se está solo entre los hombres.

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