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Adrian Ferrero

Adrián Ferrero: Me atraen los desafíos y las exploraciones

Estudioso agudo, investigador acucioso, docente, crítico literario y escritor, Adrián Ferrero, es sobre todo una persona que no le teme a las críticas ni busca el éxito fácil. Originario de La Plata, Argentina, ciudad en la cual reside, ha dedicado toda su vida al estudio y a la escritura. Cuando una temática lo atrapa se sumerge en ella, la recorre en profundidad y sus análisis no son nunca banales ni mucho menos superficiales. Apreciado colaborador de ViceVersa Magazine así como de otras publicaciones nacionales e internacionales, sus artículos dan fe de la seriedad con la cual asume el reto de la escritura. Lector incansable, cuando un autor o una autora despiertan su curiosidad y admiración lee en profundidad sus obras y, si detrás de la palabra escrita, descubre a una persona ética, valiente y dispuesta a luchar por sus principios, le dedica ensayos, entrevistas y proyecta su obra con gran generosidad.

Adrián Ferrero es también poeta y narrador. Ha escrito varios libros, y recibido muchos premios. Sin embargo, en esta ocasión queremos subrayar su trabajo sobre algunas autoras de gran espesor a quienes ha dedicado horas y horas de estudio y de análisis. 

Su libro Sigilosas. Entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas es una recopilación de entrevistas a escritoras argentinas. Con ellas habla esencialmente de sus obras, de su poética, de su estilo literario. En ningún momento trata de hurgar en la privacidad de sus vidas, en busca del detalle sensacionalista. Protagonista incontestable del libro es la escritura. El resultado, asombroso. Treinta autoras, treinta voces diferentes: María Teresa Andruetto, Adela Basch, Diana Bellessi, Liliana Bodoc, Rosalba Campra, Esther Cross, Graciela Falbo, Inés Fernández Moreno, Luisa Futoransky, Griselda Gambaro, Angélica Gorodischer, Liliana Heer, Liliana Heker, Sylvia Iparraguirre, Tamara Kamenszain, Vlady Kociancich, María Martoccia, Tununa Mercado, Graciela Montes, María Negroni, Clara Obligado, Reina Roffé, Silvia Schujer, Ana María Shua, Patricia Suárez, Susana Torres Molina, Noemí Ulla, Luisa Valenzuela, Alicia Steimberg, Ema Wolfto, crean un testimonio impactante. Sigilosas muestra de manera irrefutable el gran aporte que han dado y siguen dando las escritoras a la cultura de Argentina y del mundo. 

Adrián Ferrero, en los años, se ha volcado con igual dedicación al estudio de escritores hombres y de autorxs pertenecientes a la comunidad LGTBQ+. Sin embargo, Sigilosas representa una piedra miliar en el conocimiento y valoración de las escritoras argentinas. Autoras de poéticas intensas, profundas, a quienes Ferrero se acerca con el entusiasmo y la humildad de quien a la luz de los reflectores prefiere la cálida luminosidad de los libros.        

 

 

La primera pregunta surge casi inevitable. ¿En qué momento y por qué decidiste escribir un libro tan complejo sobre literatura escrita exclusivamente por mujeres?

Para no faltar a la verdad, si yo retrospectivamente trazara una historia del libro, por llamarla de alguna manera (desde lo consciente), comenzó en 1996 cuando leí otro libro de la escritora argentina Angélica Gorodischer, La noche del inocente. Este último me resultó impactante. En un monasterio lleno de monjes corruptos, un novicio dialoga con la Virgen María. Y muy sutilmente, se insinúa (o se deja entrever de ese modo en función de la relación entablada), un contacto físico con la Virgen. No necesariamente carnal. Pero sí de naturaleza profana. Reseñé la novela para el diario de mi ciudad, viajé a Rosario, la ciudad de Argentina en la que reside su autora, grabador en mano y entrevisté a Angélica Gorodischer. Ella me habló de ese libro y trazó un intertexto implícito con el cuento “El derrumbamiento”, de Armonía Somers. No lo glosaré aquí, pero sugiero que ese cuento sea leído para entender a qué apunto con esta introducción en relación a La noche del inocente. De la entrevista surgieron varios puntos acerca de su poética que me interesaron mucho. Me habló de su feminismo en términos militantes, lo historió, y ese fue un primer velo que me vinculó a una autora que escribía con consciencia de género. A partir de allí yo terminé la carrera de Letras en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), sin haber leído jamás, que yo recordara, autoras (salvo en Literatura Española B y en Literatura Hispanoamericana unas pocas). Y tampoco el tema género circulaba. Hubo un seminario, si mal no recuerdo, que dictó una Prof. de la Universidad de Buenos Aires. Pero extracurricular. Yo gané a partir de 2000 tres becas bianuales sucesivas en las que investigué a cuatro autoras argentinas, como podría haberlo hecho con autores. No me planteé en ese momento, de modo consciente al menos, tomar una decisión con objeto de cumplir ni un acto reparador ni un acto de justicia crítica ni tomar posición desde el feminismo. La tesis de Licenciatura está consagrada íntegramente a la poética de Gorodischer. Pero no al tema género, salvo un capítulo. En la de doctorado, varios años más tarde, investigué en  un análisis contrastivo las poéticas de Gorodischer y la de Tununa Mercado, también narradora argentina y feminista. Tampoco aquí el tema género fue el eje sino un capítulo. A ella la había entrevistado en 2000 y publicado la entrevista en una revista independiente. Yo para las becas había entrevistado a todas las autoras cuyas poéticas investigaba. Me parecía una forma novedosa de acceder a información de primera mano, inédita, relativa a la génesis de escritura de los libros, de ciertos textos clave en particular de los corpus, de su proyecto creador, de la ideología que subyacía a su poética. Esto, me decían, no era frecuente entre los investigadores en Letras. De hecho, en los informes los evaluadores lo hacían notar positivamente. 

A pesar de vivir en una ciudad pequeña y bastante tradicional, Ferrero creció en una familia abierta, de mujeres fuertes y en la cual lo que más se valoraba era la cultura.

La ciudad de La Plata es una ciudad chica. Tiene una Universidad de mucho prestigio (de hecho, está siempre compitiendo con la Universidad de Buenos Aires por la calificación académica), grandes investigadores en algunas carreras. En otras, no existe tradición en investigación, o ella es más reciente. En lo relativo a la ciudad, solo diría que hasta donde lo puedo percibir está constituida por una sociedad con roles de género por lo general tradicionales, estables, conservadores, bastante estereotípicos. Es cierto que las sociedades cambian mucho. Pero advierto a esta sociedad poco permeable, entre otras cosas, a la aceptación en lo relativo a las sexualidades alternativas. Hay poca tolerancia hacia la diferencia sexual. 

Y en lo que hace a mi cultura familiar, tuve una abuela muy fuera de serie, que fue una universitaria. Le costó mucho trabajo estudiar, porque hubo oposición a que eso ocurriera. Pero sin embargo ella logró diplomarse en el Profesorado en Química y Mineralogía, ser docente, madre de cuatro hijos y luego dirigir uno de los Colegios dependientes de la Universidad Nacional de La Plata, el Liceo «Víctor Mercante». Allí ella organizó un Plan de estudios de enorme innovación. Fue un plan que todas las investigadoras de la carrera de Ciencias de la Educación, que fueron o son docentes universitarias, con las que yo me he cruzado en mi Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, recuerdan como de avanzada, de excelencia. De hecho el Plan fue publicado en libro por mi Facultad. Yo tengo ese libro. Ella era una mujer con un gran poder de determinación y creo que también ese modelo, esa imagen de que la mujer debía ser una profesional (y una profesional exigente) fue una suerte de gran lección que nos dejó a hijos, hijas, nietos y nietas. Ahora a sus bisnietos y bisnietas por extensión. Provengo de una familia completamente atípica por el lado materno en lo que hace a roles de género. Más un modelo que podría adscribirse a un matriarcado que a un patriarcado te diría. Puede que esta circunstancia también marcara mis inquietudes por el tema género. Me condujo a ver que las cosas podían ser de otra manera. Y que en parte los modelos familiares tradicionales comenzaron a resultarme, por un lado, poco atractivos. Por el otro, poco interesantes. No obstante, dudo que sea ese el origen de fondo de que yo me haya interesado por el tema género. Me apasionan muchos otros temas por fuera de ese campo de estudios. No obstante, el asistir, en mi familia, a la figura de mujeres carismáticas, trabajadoras fuera del hogar y que no eran personas sumisas frente a ningún varón indudablemente deja una huella. Uno ha convivido con ese modelo. No lo ha leído en los libros o estudiado en la Universidad en libros feministas. Ha sido su realidad cotidiana durante toda la vida.

Durante la etapa de las becas Adrián Ferrero siguió un seminario de posgrado con la Dra. María Luisa Femenías, una experta en teoría de género a nivel mundial, quien fue su codirectora de tesis doctoral. Otra mujer que tuvo una gran influencia en su formación y su escritura. Con gran admiración nos habla de la profunda influencia que tuvo en él. La Dra. María Luisa Femenías, además de ser pionera en estudios de género y haber denunciado la violencia contra las mujeres en América Latina, tuvo un rol fundamental en la creación del “Centro Interdisciplinario de Estudios de Género” en la Universidad Nacional de La Plata.  Muchos los premios y reconocimientos nacionales e internacionales que le han sido otorgados. Entre ellos: la beca Fulbright, la Erasmus, la Complutense y la DAAD. En 2016 recibió el Premio Konex en Estudios de Género 2016, dedicado a personalidades argentinas quienes se destacan en el quehacer artístico y también humanístico. 

 

 

Durante su seminario sobre filosofía de género, Ferrero profundizó el conocimiento de las teorías de Simone de Beauvoir, Judith Butler, Nancy Armstrong, entre muchas otras. Y nos comenta con entusiasmo un dejo de nostalgia: 

Digamos que, a partir de ese momento, de formarme en tres seminarios y equipos de investigación, de lecturas sistemáticas sobre el tema, coordinados por la Dra. Femenías perdí la ingenuidad en lo relativo al tema género. Yo ya estaba casado, tenía una hija. Reflexionaba también acerca de mi vida privada, de cómo era mi matrimonio, cómo compartíamos la vida con mi ex mujer, de en qué términos estaba criando a mi hija e iba a educarla, asistía críticamente a la sociedad con la que me tocaba convivir. Porque era más con lo que disentía, para ser completamente franco, que con lo que tuviera consenso en lo relativo al tema género. No veía a la ciudad de La Plata como una que adoptara puntos de vista frente al género, en el orden de lo social, que modificaran actitudes y conductas sino que las ratificaban. Y las ratificaban en su dimensión más intolerante.

El seminario con la Dra. Femenías lo hice desde la absorción descomunal de teoría. Leí mucha crítica y teoría sobre la especialidad de estudios sobre la mujer. Colaboré con revistas de ese campo de la UBA (Universidad de Buenos Aires), de la Universidad Nacional de La Pampa, de mi Universidad con artículos. Y la Dra. María Luisa Femenías conformó un equipo de investigación al cual me invitó a participar, de naturaleza interdisciplinaria, con investigadores de varias carreras distintas. El resultado de ese proyecto con sede en mi Universidad Nacional de La Plata pero en el Departamento de Filosofía fue el libro Feminismos de París a La Plata (Bs. As., Editorial Catálogos, 2006). Un capítulo que yo escribí integra esa compilación. Hice un trabajo en profundidad, además de leer la obra completa (que es profusa) de Simone de Beauvoir analizando la relación entre las teorías relativas a la feminidad, el feminismo y la transposición de esas ideas a algunas de sus ficciones. Este fue un libro importantísimo en mi  historia. Fue un hito. Y que lo compilara ella, con el aprecio y el respeto mutuo que nos dispensábamos ratificó un vínculo que quedó sellado para siempre. También, ahora que lo recuerdo, hubo otro seminario sobre el tema género muchos años antes, en la carrera de Letras, con el Dr. José Amícola, mi director de tesis de doctorado. También Premio Konex 2016 en Teoría lingüística y literaria. En ese seminario recuerdo a la perfección un libro de Toril Moil de crítica feminista. Porque fue un seminario  precisamente sobre esos contenidos. Un abordaje de la literatura desde la crítica feminista. Pero en ese momento no me manifesté interesado en el tema. Fue un seminario temprano en mi formación en el cual, en lo personal, no me despertó inquietudes, no porque él no fuera un buen docente o investigador o porque ese tópico me pareciera poco interesante, sino porque mis intereses, en ese momento, iban por otros caminos. Estaba indagando en la crítica sociológica y la crítica cultural. El Dr. José Amícola escribió muchos libros, tradujo a Manuel Puig del italiano, tiene toda una serie de estudios sobre literatura argentina, teoría literaria, autobiografía y, más recientemente, sobre estudios sobre la mujer pero, sobre todo, teoría queer. Es un gran experto en la poética de Manuel Puig. Se doctoró en la Universidad de Gotinga, Alemania. Es un gran traductor de distintos idiomas. Concretamente del alemán, del italiano, francés, inglés y ruso. Es Ciudadano Ilustre de la ciudad de La Plata. De modo que para el doctorado yo contaba con presencias fuertes a mi lado que avalaban mi trabajo teórico en el campo de los estudios de género. Si Femenías lo hacía desde la filosofía de género y el conocimiento de autoras desde una perspectiva teórica, Amícola lo hacía desde los estudios propiamente literarios, en diálogo con la teoría literaria, el análisis literario. Fundamentales ambos para el trabajo que yo me había propuesto desarrollar en la investigación  para la tesis. La tesis supuso un trabajo titánico, que consistió en articular literatura, filosofía y teoría literaria desde distintas orientaciones. 

Yo colaboro habitualmente con la revista Hispamérica. Revista de literatura, de la University of Maryland (EE.UU.), cuyo Editor es el Dr. Saúl Sosnowski. A partir de ese momento proseguí esa serie ya iniciada de entrevistas a autoras argentinas (que él fue publicando), como un camino que me conducía naturalmente por un sendero ya trazado de modo algo intuitivo. Algo me decía que debía ir por ese lado. Un hilo invisible. Una puerta se había abierto. Había comenzado a profundizar en un campo de trabajo sistemático adoptando también un género singular en el modo de abordaje. También publiqué dos entrevistas en la revista Chasqui: revista de literatura latinoamericana, de Arizona State University (EE.UU.) y en la revista Confluencia. Revista hispánica de cultura y literatura. University of Northern Colorado (EE.UU.), otras dos. Los EE.UU. son mi casa para la publicación de trabajos de investigación, especialmente entrevistas, reseñas y notas. También para revistas culturales o traducciones de mis cuentos al inglés. Es un misterio para mí por qué. Mi poética, mis estudios tienen buena recepción en ese país. 

Hasta que llegó el día decisivo. Yo tuve en mis manos 32 entrevistas a autoras argentinas publicadas en revistas académicas de  EE.UU. Habían pasado por varios filtros. El mío. El de las autoras. El de los editores y evaluadores de las revistas académicas. Sospeché (y solo sospeché), que ese podía llegar a ser un libro, que tenía un sentido. Un libro que tenía coherencia interna. Estaba sistematizado. Pero no solo porque fueran todas mujeres. Sino porque se trataba de personas (para el caso mujeres) que escribían. Yo soy escritor además de crítico. Me interesa la escritura creativa. Me interesaba este corpus en tanto que también eran personas consagradas al arte de escribir. Tenía en claro que mi especialidad eran los estudios literarios. Mi formación consistía en interrogar textos literarios, en interpretarlos, en hacer circular lecturas de ellos. Pero hubo alguien a quien yo no puedo dejar de mencionar en este preciso momento. Y es a la gran narradora argentina Inés Fernández Moreno. Ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz de México, varios en España y Argentina, con numerosos libros publicados. Cuando le escribí, dubitativo, como lo estaba haciendo con el resto de las autoras, para saber si me autorizaban a incluirlas en mi libro (yo quería esa autorización, aunque no fuera necesaria, por un tema de honestidad intelectual), Inés Fernández Moreno me dijo, no lo olvidaré jamás: “Por fin te decidiste”. Ella, con esa frase, puso en acción el engranaje. Me dijo en cuatro palabras que ese libro debía ser realizado. Debía ser un hecho. Y que era importante que lo fuera. Mi gratitud infinita entonces a Inés Fernández Moreno. El resto es fácilmente previsible. Solicitar las autorizaciones a las respectivas revistas académicas, cuyos editores de inmediato se manifestaron entusiastas. Ellos valoraban ese trabajo publicado en sus revistas. 

 

 

Conociendo tu trayectoria de estudioso, docente y crítico literario nos preguntamos ¿Por qué decidiste hacer unas entrevistas y no un análisis y crítica del trabajo literario de estas escritoras?

Ese hecho me lo he preguntado muchas veces y me ha generado, por un lado, frustración, por no haber hecho, o no haber sido capaz de realizar una investigación bajo la forma convencional de un ensayo, teniendo perfectamente la formación como para haberlo hecho. Por el otro, la entrevista me ha resultado una novedosa aproximación a la investigación rigurosa de poéticas argentinas o latinoamericanas contemporáneas, también de un modo alternativo al más frecuente del ensayo. Formulé hipótesis de lectura a partir de tener acceso al  corpus completo de cada autora (hay cuatro que lamentablemente han fallecido, que ubiqué al final, en un ANEXO). A partir de esas hipótesis de lectura la crítica literaria en los hechos estaba presente de modo nítido. Y se completaba con la voz de las autoras. Que a su vez replicaban, confirmaban, discutían, informaban, se explayaban, exponían, revelaban. Ello resulta no solo evidente sino claro si uno lee el libro. Y siempre me he inclinado más, ignoro muy bien por qué (probablemente porque desde 1994 ejerzo el periodismo cultural de modo ininterrumpido y la divulgación científica), tiendo a ejercer los géneros más “periodísticos” o “de actualidad” de la crítica literaria académica, si bien ello no supone falta de profundidad ni ligereza. Menos aún falta de formación. Me refiero a las entrevistas, las reseñas de novedades bibliográficas o films y en ocasiones notas críticas académicas que adoptan en particular la forma del ensayo más que el artículo crítico, tan frecuente entre mis colegas. En lo personal, el intercambio dialógico con autoras argentinas (la literatura argentina contemporánea es mi especialidad), la lectura de libros palpitando el presente, la posibilidad de interpretar claves de la sociocultura de mi país a partir de sus manifestaciones literarias a las cuales debía imprimirles estudio pero también pertinencia en los abordajes, me resulta fascinante. Entrevisté a varones, también, no solo a mujeres. Y la experiencia fue también riquísima. Pero el trabajo en entrevistas o reseñas no supone superficialidad o falta de conocimientos respecto de otras etapas de la historia literaria o de otras partes del mundo o incapacidad de escribir artículos. De hecho tengo muchos artículos académicos publicados. Como te decía, realizar entrevistas supone en primer lugar formular hipótesis de lectura  a partir de corpus completos (hasta ese momento al menos), que trate de  preguntas originales. Y te diría también que sí hubo estudios concretos de las autoras. Cada informe final de beca insumía unas 250 a 300 páginas de escritura crítica. Yo realicé muchas ponencias como expositor para congresos sobre autoras y autores. O bien notas críticas para revistas académicas sobre todo de EE.UU. Pero también para Argentina.

 

¿Cuál fue la etapa más complicada: preparar la entrevista, realizarla o escribirla y finalmente revisarla?

Para ser franco todo el trabajo era engorroso. Ubicar el email de cada autora. Presentarme. Interesar a cada una para realizar la entrevista estando ellas atareadas con múltiples compromisos (aprovecho para agradecer la entrega puestas en cada una a las entrevistas, fueron todas muy gentiles). Una vez aceptada la entrevista, leer el corpus completo de cada autora. Esa tarea en ocasiones demandaba meses. Recuerdo noches y más noches leyendo novelas u obras de teatro. Ensayos. Porque en algunos casos eran corpus muy frondosos. En otros de una extrema complejidad o radicalidad. Comprar libros inhallables por correo gracias a mi hermano Diego. En otros eran ellas las que tenían la deferencia de enviármelos. Algunas, residentes en el extranjero, llegaron al colmo: fotocopiar sus libros agotados o bien que no circulaban en Argentina, enviármelos por correo para que yo pudiera leerlos y estudiarlos. Finalmente, otro caso destacable fue el de quienes me confiaron inéditos. A continuación todo lo operativo de realizar una entrevista por escrito. Formular hipótesis de lectura con un cuestionario interesante, que invitara a cada autora a desplegar una exposición reflexiva acerca de su producción literaria o a narrar compases de su vida siempre estrictamente vinculados a su profesión: formación, metodología de trabajo, sistema de lecturas, sus maestros, cómo habían sido sus primeras publicaciones, en fin, procuraba siempre ceñirme a la esfera estrictamente vinculada a su producción literaria o a la profesional, para lo cual estudiaba cada caso en particular de modo meticuloso. Detectar sus núcleos semánticos y sus procedimientos formales a mis ojos más notables, qué tenían para decir acerca de ellos. Si reconocían puntos de giro en su producción literaria. Qué obstáculos se les habían presentado como escritoras a la hora de producir sus libros, encontrar (o no) buenos editores. Las experiencias, como te podrás imaginar, eran todas muy distintas. No estoy en condiciones de generalizar. Luego vino la etapa en la cual el generoso Dr. Saúl Sosnowski tuvo la deferencia de leerlas inéditas (lo que parcialmente ya había tenido lugar), y escribir su generosa contratapa. Encontrar un editor fue una hazaña. Un libro de 358 páginas, por más que el tema de la literatura escrita por mujeres comenzara a despertar interés y estuviera irrumpiendo en la esfera pública como un boom, no fue persuasivo en ese momento, en 2017. Todos ponderaban el libro pero pretendían que fuera yo quien lo financiara, lo que a mí no me parecía digno. Algunos solo señalaban que debía realizar un aporte económico parcial. Pero yo no financio mis libros, desde el primero que publiqué, de cuentos en 2000. Francamente no me parecía profesional actuar de ese modo. En particular que ello sucediera con un libro que tenía semejante masa bibliográfica estudiada (teórica y de corpus literario), semejante cantidad de procesamiento analítico desde la crítica literaria. Semejante trabajo de génesis y de investigación me parecía que merecía otro destino. Hasta que di con una editorial chica de la ciudad de La Plata, que lo presentó a un llamado a concurso de promoción editorial a nivel nacional del Ministerio de Cultura de la Nación. Y mi libro salió ganador por concurso de un Subsidio para ser publicado. La distribución fue relativa. Las editoriales de La Plata no tienen una distribución en Buenos Aires ni en todo el país similar a la que tienen alcance los grandes oligopolios. No son aceptadas en las grandes cadenas de librerías de Argentina. La Dra. María Luisa Femenías, lo difundió en un programa de radio en el cual me entrevistó. Lo conducía junto a otras tres responsables, llamado Mujerarte Radio, en Buenos Aires. Otro par de entrevistas me las hizo en La Plata por radio, el tan generoso blog de Eterna Cadencia, muy prestigioso por cierto, de Buenos Aires, a quienes escribí especialmente para agradecérselos. En mi ciudad le consagraron dos reseñas: el diario local y una revista. Pero también a mi juicio el enfoque del libro, al ser entrevistas académicas, no periodísticas, probablemente no colaboraba con el hecho de dar de él una imagen comercial. Yo elegí nombres para las entrevistas de autoras conocidas y otras que no lo eran en absoluto entre el público profano. De modo que también en ese punto había una desventaja. Por otra parte, yo no era una celebridad. Trabajar desde la ciudad de La Plata es siempre ser un provinciano (por más que en las redes mis artículos circulen o sean leídos) en un país fuertemente centralizado como Argentina desde la producción cultural y por más  prestigio que uno tenga en el extranjero y en particular en EE.UU. Yo era conocido en ámbitos académicos. Por otra parte, todos mis libros habían sido publicados en La Plata. También creo que un libro de entrevistas a escritoras es bastante específico. No sé si despierta el interés del lector profano que aspira a novelas, libros de divulgación de historia, biografías, autobiografías, en fin.  

 

¿En algún momento sentiste reticencia de parte de alguna de tus entrevistadas por considerar un poco extraño que un varón dedicara tanto tiempo y trabajo en la valorización de la escritura de autoras?

No, en absoluto. Más bien todo lo contrario. Se mostraron agradecidas de que alguien (para el caso un varón, como podría haberlo sido una mujer) se interesara críticamente por sus corpus, como te decía, con ese nivel de profundidad crítica. Colaboraron para realizar las entrevistas y entregarlas en un tiempo razonable. Por otra parte, al haber sido las entrevistas realizadas en forma independiente primero,  no con la premisa de un libro “de entrevistas a escritoras argentinas” desde un comienzo, ello no tuvo lugar sino de forma ulterior. Y como vieron que era un trabajo respetuoso hacia ellas, serio, que las había leído íntegras, que no se entrometía con sus vidas privadas en modo alguno sino con sus poéticas a fondo, que procuraba difundir esas mismas poéticas en el extranjero y en el país (habiendo poca crítica sobre algunas de ellas). Varias autoras colaboraron para difundirlo. Otras lo compraron por su cuenta sin siquiera solicitar un ejemplar a la editorial. Guardo recuerdos solamente de gratitud de su parte hacia mi trabajo. No de reticencia o recelo. Y por otra parte, se había roto ya el prejuicio de que un varón no pudiera escribir sobre mujeres o tuviera que escribir exclusivamente sobre varones. Tampoco me aqueja demasiado esa preocupación, te lo confieso, del qué dirán. O ellas o mis colegas. Yo estaba realizando un entusiasta trabajo de investigación. Con vocación e interés. Me lo tomé con la misma seriedad y el mismo amor a la literatura que los precedentes que había afrontado. Ese es un lugar común aberrante que no colabora ni para el entendimiento entre varones y mujeres, ni entre varones ni entre mujeres. En definitiva: para que las sociedades progresen saludablemente, para que la crítica literaria se manifieste más flexible a incorporar nuevos puntos de vista y matices acerca de los abordajes sobre los corpus. Para que el canon sea revisado críticamente. Me parece una mirada muy estrecha, muy pobre de parte de una persona (mujer o varón) que piense que debemos estudiar, ¿en honor a un mandato de género?, a una supuesta lealtad, de modo exclusivo debemos abordar corpus masculinos los varones. Es más, me parece ridículo.

 

¿Por qué crees que sigue siendo tan difícil para una mujer crearse un espacio en el mundo de la literatura? 

Yo creo que a una mujer le sigue resultando difícil crearse un espacio en el mundo en general. No puntualmente en el de la inserción literaria. Por otra parte, eso no sucede con todas. Y si eso sucede tiene que ver con un sistema que todos conocemos que denigra a la producción de mujeres (entre otras producciones), sin pensar en un pie de igualdad (como lo que en verdad son de hecho por su calificación y su excelencia), sobresaliente en muchos casos. Ahora muy por el contrario veo el citado boom de la literatura de mujeres, habría que indagar en si es un interés fehaciente o si se trata de otra de las tantas modas, a la cual el mercado le hace su juego. O si lo tomamos en serio, esto es, como un momento para ahondar en producciones literarias antes marginales. Si se articulan con los estudios sobre la mujer transdisciplinarios eso sí me parece fecundo. Eso está por verse. Por otra parte, han surgido poéticas de una enorme potencia creativa (no daré nombres porque todos en el mundo de la cultura los conocemos), que descuellan en el orden de la producción literaria. Son de una sutileza, de un nivel de capacidad de trabajo, de una cuidadosa factura, atentas no a las repercusiones comerciales sino más bien a generar proyectos coherentes, renovadores, que rompan con los estereotipos de la literatura. Están capacitadas teóricamente con un andamiaje descomunal. En otras son investigadoras o estudiosas. Por supuesto que también existe el bestsellerismo en el caso de ciertas mujeres. Eso estuvo siempre. Este punto me parece clave. La mujer se corre del lugar previsible que históricamente ha tenido, se le ha obligado a tener, ha acatado tener en ciertos casos, no tenía la capacidad o se tomaba los permisos de enunciación literaria. Se han construido tradiciones sólidas sobre las que las mujeres se apoyan las unas sobre las otras como formas de afirmarse de manera superadora. Esta sí me parece una clave importante. Y, por otro lado, trabajan entre ellas de modo solidario.

 

 

¿Cuáles fueron para ti las entrevistas más difíciles? 

Probablemente las más difíciles (no daré nombres), hayan sido las que más radicalidad presentaban frente a la lectura. Poéticas de una densidad semántica que te obligaba a pensar preguntas (y a presentir o presumir respuestas) que eran extremadamente complejas. Plantarse teóricamente frente a ese material era difícil. Hay autoras del libro erizadas de resistencia, de una reticencia al sistema comercial. Sus propuestas son inéditas. Eso a mí me dejaba pasmado. Me resultaba sorprendente su audacia, su creatividad, su nivel de ir al núcleo de la experiencia literaria que francamente en lo que a mí respecta, al menos, me parecía admirable. Admirable también e injusto que no fueran reconocidas en todo el alcance creativo y la renovación con la que afrontaban al mercado en sus costados más banales así como a los discursos sociales más triviales. En otros casos la formación con la que contaban. En otros su transgresión. En otros la capacidad de trabajo y la diversidad de sus corpus. Cuando el libro estuvo terminado me dije: “Esta literatura que tenemos es un patrimonio formidable”. A lo que agregué: “Y en muchos casos secreto”. Para preservar, difundir, divulgar, leer, producir crítica sobre ellas, se requieren más entrevistas aún. Más críticos que se ocupen de ellas además de mí. Pero la dificultad vino por el lado de la dificultad de analizar sus poéticas. Todo lo contrario, sentí la maravilla y el riquísimo fruto que tenía en mi casa. Y que en ese libro estaba sistematizado bajo la forma concreta de entrevistas. Era una producción nacional de talla, pareja, la de todas ellas. Pero no hubo entrevistas difíciles. Hubo sí, esto te lo podría contestar, mayor afinidad con ciertas autoras que con otras. Pero yo siempre fui muy respetuoso y amable con ellas. Y había algunas autoras a las que ya conocía de antemano, motivo por el cual la entrevista consistía en proseguir un diálogo previo que no había quedado interrumpido por otros medios. Se trataba de una continuidad.

 

¿En alguna ocasión sentiste que, después de la entrevista, cambiaba tu punto de vista sobre la escritura de alguna de ellas?

Es difícil contestar a esa pregunta. Ha pasado mucho tiempo desde que las hice. Los temas que vengo trabajando son otros ahora hace rato. Incluso si abordo la poética de esas mismas escritoras. Me detengo en otros detalles en general en nuevos libros, en los estudios literarios que me interesan, tanto de varones como de mujeres. Pero sus voces recuerdo que en ocasiones quedaban resonando en mí, como un eco que llamaba mi atención acerca de temas sobre los que yo jamás había reparado. Más que sobre su escritura propiamente dicha sobre sus punto de vista acerca de lo que significaba ser escritor o escritora, sobre lo que suponía trabajar en Argentina como escritora, sobre el modo admirable en que varias de ellas habían hecho malabarismos para poder escribir haciendo montones de otras cosas, que fuera compatible con la maternidad, la crianza de hijos, mantener una familia. Estas grandes creadoras indudablemente eran también en muchos casos grandes pensadoras. No solo sobre la poética. Habían reflexionado mucho acerca de la escritura, la ficción, su relación entre la escritura con la sociocultura, con el mercado editorial. Una noción de conjunto que me pintó un fresco gracias a sus voces que me llamaban la atención acerca del género de vida que suponía ser escritor o escritora. El oficio de consagrarse a él. Ese paisaje amplio, diverso, cambiante, histórico también, atravesado por tragedias nacionales (las de América Latina en general son terribles, como sabemos), por las que ellas mismas habían sido atravesadas. Esa fue la noción de conjunto que me llevé. No de una en particular. Era una suerte de enorme coro cuyas modulaciones ejecutaban una partitura que a mí en lo personal me situó en una posición informativa, transformadora, me conmovió y me llevó a meditar acerca de la profesión de escribir. También me fortaleció como investigador. Me llevaron a pensar en lo que suponía luego de la escritura todo el circuito de su circulación: la publicación, la relación con el mercado y la academia u otras instituciones dadoras de devoción cultural, el vínculo con los lectores y lectoras, las devoluciones, los exilios, la censura. Por otro lado, el libro abarca dramaturgas, autoras de literatura infantil, narradoras, poetas, ensayistas, muchas de ellas traductoras, editoras, compiladoras, autoras de libros objeto. Este abanico de poéticas y sus corpus respectivos era infinitamente rico. No fue sencillo abarcar semejante variedad de corpus en forma completa. Cada corpus me situaba frente a situaciones nuevas. Y, naturalmente, sí te diría que me quedó resonando lo que me dijo por teléfono la académica de la Universidad de la Sapienza, Roma, que había visibilizado un corpus.

 

 

¿Sigues en contacto con tus entrevistadas? ¿Te gustaría hacer un segundo volumen siguiendo este mismo criterio?

Sigo en contacto con algunas de ellas porque existen relaciones de respeto, aprecio o amistad personal. En ocasiones realizo un trabajo crítico sobre ellas o una reseña puntuales. Pero no un trabajo sistemático. Se los suelo enviar. Porque pienso que ellas se sentirán gratificadas al enterarse de que sus libros o su poética circularán por alguna clase de ámbito. Será interrogado críticamente. Conocer el alcance de lo que hacen. Cuáles son sus repercusiones concretas desde la crítica de sus libros.

¿Hacer otro libro siguiendo ese mismo criterio? A mi juicio sería repetir el mismo libro. Hacer un clon. Por más que las condiciones sociohistóricas hayan cambiado para ellas y para mí también. Pero las preguntas, las inquietudes, los corpus en lo fundamental seguirían siendo los mismos. A mí me gustan los desafíos. Cada libro, cada artículo, cada reseña, debe ponerme en problemas porque quiero poner en problemas al crítico y al escritor que soy. No trabajar en una inercia inconducente. Menos aún en una repetición. El trabajo debe dar siempre un paso más allá. Me atraen los desafíos y las exploraciones.

 

¿Proyectos futuros?

Hay dos libros de poesía inéditos que me interesa publicar. Tengo un libro de ensayos terminado (hay varias mujeres, pero también varones). Y estoy preparando otro libro de entrevistas. Lentamente y con varias salvedades. Esta vez en él hay varones y mujeres con otro perfil. Por lo general se trata de figuras más secretas. Y hay algunas celebridades. También me interesan poéticas que sean refractarias a la academia o la cultura oficial. Bucear en la producción de ciertos escritores varones que leo mucho y hace rato que considero relegados por el mercado y la academia. Tienen una inserción editorial pero no la merecida atención crítica. Estudio mucho sobre ellos. Porque en el mundo hay sigilosas. Pero también  hay sigilosos.

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