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mariza bafile

El mundo imperfecto

Mientras en América Latina la visita de Obama a Cuba y Argentina marcaba un cambio de marcha en las relaciones entre Estados Unidos y nuestra región, del otro lado del Atlántico una absurda guerra hecha en nombre de funestas creencias, teñía de sangre inocente el aeropuerto y el metro de Bruxelles: ciudad símbolo, corazón de la Europa unida.

Parece una de las sagas de películas al estilo del “Señor de los anillos” en las cuales luz y oscuridad, blanco y negro, combaten luchas infinitas. Lamentablemente al salir de las páginas de los libros y de la pantalla de los cines, esas historias muestran sus muchos claroscuros y tanto el blanco como el negro se tiñen de grises.

Los atentados de Bruxelles, que dejaron un saldo de 31 muertos y más de 230 heridos, pusieron en evidencia las carencias de los servicios de seguridad europeos y terminarán por incrementar odios que bien saben utilizar los movimientos y partidos de la extrema derecha que siguen creciendo en toda Europa. Es exactamente lo que necesitan los fanáticos del Isis para reclutar a soldados dispuestos a morir por ellos.

Los viajes de Obama en América Latina también encierran muchos claroscuros. Si bien sea verdad que el que realizó a Cuba ha marcado un pasaje histórico para el cual no hay vuelta atrás y que está destinado a cambiar radicalmente la realidad de la isla en un futuro más o menos cercano, también lo es que la visita a Argentina, deja bien claro el valor que tienen las transacciones económicas en todas las decisiones políticas que toman los presidentes norteamericanos, sean cuales sean sus posiciones ideológicas.

Dejando de lado territorios “difíciles” como el de Brasil y Venezuela, y también de México, país que bien hubiera merecido una visita de Obama por múltiples razones, el Presidente norteamericano cruzó los aires del subcontinente para ir a abrazar al Presidente Macri quien ha cerrado la etapa proteccionista y antiamericana de los Kirchner y se ha transformado en el “perfecto” aliado estratégico.

Obama con su presencia en Argentina apunta a fortalecer el incipiente gobierno de Macri y a enviar una clara señal a los inversores extranjeros, necesarios para el Presidente argentino quien tiene que resolver serios problemas internos para consolidar su gobierno.

La visita de Obama a Cuba puso en evidencia el delicado trabajo diplomático que la precedió. El Presidente estadounidense, sin faltar de respeto a la dirigencia cubana, mantuvo bien clara su posición con respecto al proceso de democratización del país y, sorteando las restricciones normalmente impuestas a otros políticos en el pasado, logró reunirse a puertas cerradas con algunos representantes de la disidencia y sobre todo pudo dirigir un importante discurso al pueblo. Fue algo muy significativo porque permitió a la población ver el rostro, humano, del monstruo con el cual el régimen e, in primis Fidel Castro, los atemorizó durante decenios. Si las palabras del Presidente Obama llegaron al corazón de la gente con fuerza demoledora, un mejor acceso a Internet, así como prometió el Jefe de Estado norteamericano, tendrá el efecto de un tsunami al permitir el tránsito de ideas, informaciones y conocimientos.

Menos, mucho menos hábil fue la diplomacia en la preparación de la visita en Argentina. El Presidente norteamericano al llegar a Buenos Aires en un momento “poco oportuno”, cuando se conmemoraba el 40avo aniversario de la cruenta dictadura de Videla, que arrasó con una entera generación al matar, desaparecer y torturar a casi 30mil personas, en su mayoría jóvenes, echó leña al fuego de quienes viven con malestar su respaldo al Presidente Macri. La ausencia de las abuelas de Plaza de Mayor, en particular de su Presidenta Estela Carlotto, así como de otros representantes de organizaciones de derechos humanos, a la conmemoración que ambos Jefes de Estados realizaron en el Parque de la Memoria, muestra cuan profunda sea, todavía hoy, la herida dejada por esos años. Al mismo tiempo las blandas palabras de Obama al admitir la fuerte responsabilidad de Estados Unidos en esa masacre también demostraron que el Jefe de Estado no había puesto suficiente atención a ese tema, quizás por una valoración equivocada y superficial de la realidad argentina.

Las dos visitas que Obama ha realizado a Cuba y Argentina sin duda son muy emblemáticas, pero representan solamente el comienzo de un camino que no se prevé ni fácil ni corto.

Por ahora ha sembrado semillas que necesitan tiempo y cuidado para crecer.

En Cuba posiblemente empezaremos a ver cambios positivos, en lo que se refiere a derechos humanos y democratización política, tras el próximo Congreso del Partido Comunista y también cuando, en 2018, Raúl Castro debería dejar la Presidencia.

En el mientras un verdadero terremoto, quizás más profundo aún de la visita y el discurso de Obama, sacudió la isla cuando los Rolling Stones entonaron sus primeros acordes, recibidos con un grito liberatorio que habló más y mejor que mil palabras.

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