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12 de octubre historia america
Photo by: Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla ©

12 de octubre y las manipulaciones de la historia

Juntar las palabras historia y objetividad pareciera un oxímoron. El pasado permanece escrito en libros, documentos, y los historiadores tienen que reconstruirlo con la meticulosidad de un arqueólogo. Eso significa que siempre quedarán zonas de sombras, sectores de la sociedad que no lograrán salir a flote, detalles de la vida que nunca conoceremos en su totalidad. Sin contar que las interpretaciones de los historiadores muchas veces están influenciadas por el contexto cultural, religioso, geográfico en el cual viven y trabajan. Ellos mismos hablan de la “duda epistemológica” con la cual tiene que enfrentarse su trabajo y que depende de los paradigmas que permean el presente de cada uno.

A pesar de eso y de todos los debates sobre la ciencia histórica, la veracidad de la ciencia en general y sobre todo de las ciencias sociales, también es verdad que los historiadores utilizan técnicas y metodologías a través de las cuales tratan en lo posible de reconstruir el pasado con la mayor seriedad y honestidad posibles.

Diferente es la actitud de la política frente a la historia. Conscientes de la repercusión que el pasado, con su carga de valores y tradiciones, tiene en el presente, muchos políticos sienten el deseo de modificar, sobresaltar o eclipsar pasajes de la historia para amoldarla a sus necesidades.

Actitud que se agudiza en los regímenes autocráticos y dictatoriales y entre los movimientos y partidos más nacionalistas. 

Es lo que pasa con una de las páginas de historias más complejas de América. La llegada de Colón a América el 12 de octubre y la sucesiva colonización.

Si, por un lado, los partidos de derecha en España trataron y siguen tratando de vender una versión de la conquista en la cual se enaltecen los valores católicos y la importancia de la “exportación” de la civilización europea en sociedades tribales y sin cultura, por el otro lado se ha agudizado la imagen de la crueldad de los conquistadores y el bárbaro aniquilamiento de las culturas existentes.

Interpretaciones extremas que, al manipular la realidad histórica, tratan de silenciar los debates serios que invalidan ambas. 

Afortunadamente, a pesar de los esfuerzos de una derecha aguerrida, España se aleja cada vez más de una visión eurocéntrica de la conquista y en los colegios se estudian también las culturas precolombinas. Al mismo tiempo, en América Latina y el Caribe hay países en los cuales ambas culturas, la europea y la de los nativos son analizadas con igual respeto.

En otros países la situación es diferente. El 12 de octubre se ha transformado en un arma fácil para distraer a las poblaciones de realidades incómodas.

Es lo que pasó en Venezuela, país en el cual Hugo Chávez decidió reescribir la historia, cambiar los libros de texto para volcar en ellos todo su populismo en favor de los indígenas del pasado, mientras dejaba que las poblaciones originarias que viven en el país sufrieran privaciones y enfermedades. Las promesas que gritó al mundo cuando llegó a la presidencia, se fueron diluyendo en el tiempo hasta llegar al desastre actual.

Otro Presidente que trata de utilizar el pasado para recuperar popularidad es el mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien ha montado un gran teatro exigiendo a los españoles disculpas formales por las consecuencias de la que denomina la “invasión” en tierras mexicanas. Palabras redundantes que buscan opacar la realidad de los indígenas que actualmente viven en condiciones de miseria, con carencia de servicios sociales como escuelas y hospitales, víctimas de la violencia del narcotráfico y de políticos conniventes, con grave dificultad de integración al no hablar el español, y que, en el exterior y sobre todo en Estados Unidos muchas veces constituyen el sector más pobre de la inmigración mexicana.

Cada 12 de octubre las polémicas se reabren, los extremistas desempolvan sus argumentos, y, entre desfiles pro y contra, tratan de evitar que las poblaciones perciban las incongruencias de sus discursos.

Todavía lo logran, todavía hay sectores de las sociedades que buscan en las gestas heroicas del pasado el antídoto a la banalidad del presente.  Sin embargo, son siempre menos. Esa lenta erosión, fruto de una mayor consciencia y educación, es la que hay que alentar a través del debate dentro y fuera de los salones de estudio.  

Cultura y educación son, una vez más, las únicas armas que tenemos contra las manipulaciones del pasado y del presente.


Photo by: Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla ©

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