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Image by: Fabián Chairez ©, "La Revolución"
Image by: Fabián Chairez ©, "La Revolución"

Zapata en tacones

El caballo es blanco, vigoroso y de genitales masculinos excitados, evidentes. Sobre su lomo, desnudo, se encuentra Emiliano Zapata. Él mira sobre su hombro coquetamente. Su cuerpo moreno dorado tiene bordes suaves, un listón tricolor se desliza sobre su espalda y sus brazos. Lleva el sombrero conocido, pero este es rosa, con un contorno decorado en pequeños adornos blancos. Calza unos zapatos de tacón, negros, casi modernos.

La pintura fue hecha por el artista Fabián Chairez en el 2015, y retomada para una muestra colaborativa en el Palacio de Bellas Artes inaugurada el pasado 27 de noviembre.

El objetivo de la muestra, resignificar y explorar a Zapata como personaje e ideal, tocó una fibra sensible. Pasó tan solo una semana para que la pieza llamara la atención del público e indignara al punto de pedir retirar la obra. El responsable de la petición fue uno de los descendientes del caudillo revolucionario Jorge Zapata, su nieto.

La falta de respeto para Jorge Zapata y un colectivo que se instaló para protestar alrededor de las instalaciones de la muestra, fue la incorrecta representación de la sexualidad del hombre.

«El general Zapata fue nuestro representante como lo que él fue: un charro, un hombre de veras, no un gay», sostuvo.

Las protestas culminaron incluso en violencia física al juntarse defensores del cuadro (en su mayoría de la comunidad LGBTQ+) y campesinos que se oponían a la exposición de arte.

Los golpes, patadas y narices rotas  evidencian dos problemáticas que muchos gustan dar por resueltas o esconder y que sin embargo no dejan de existir: la homofobia y el machismo que siguen reinando en la sociedad mexicana. Casi entrando al 2020, ésta sigue siendo una sociedad que mira a un hombre con rastros femeninos como un sinónimo de atrocidad, incluso peor si realmente es gay.

Curiosamente, en la descripción museográfica de la pieza, se sostiene que la intención de Cháirez fue resignificar un icono del machismo mexicano para visibilizar cuerpos morenos, afeminados y de clase popular. En el cuadro ni siquiera hay otro hombre con el que se pusiera en evidencia el gusto por el mismo sexo. Se infiere totalmente, por la pose y el color rosa.

Poco se habla hoy en día de Zapata para retomar luchas por demandas y justa distribución de las tierras. Especulaciones de una posible bisexualidad del revolucionario son sólo eso, y no es de extrañarse que hayan quedado sin desarrollo si una mera representación artística, planteando esta duda, tiene la capacidad de despertar una ira pasional en un gran sector de la sociedad, que invoca el respeto a los lábaros patrios, a las decisiones de los descendientes e incluso a la veneración popular casi en un sentido religioso.

«Eso es una denigración, una ofensa a nuestros líderes. Pretenden quitar del imaginario colectivo la imagen de lucha revolucionaria de hace 100 años.

Deben de retirar esa pintura» sostuvieron los presentes en la protesta. Desde hace un día, el cuadro no se exhibe más.

¿Zapata sería menos héroe si fuera afeminado? La triste respuesta parece ser que sí.


Image by: Fabián Chairez ©, «La Revolución»

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