Esperanzadoramente, la sociedad denota un principio de despertar de consciencia. El camino hacia la liberación del ser, empieza a dar los primeros indicios de que hay una leve mejoría hacia lo que será la obtención de libertades necesarias para abandonar la opresión por parte de un sector minúsculo, pero histórica y universalmente opresor.
Asimismo, por ser el principio del despertar, estamos en condiciones de remarcar que aún queda mucho por aprender. Aún quedan muchas cadenas por romper, y así acercarnos a esa ansiada libertad y felicidad colectiva.
Y entre esas situaciones de las cuales aún debemos despertar, es del consumo del alcohol en bebidas espirituosas, que desde que nos dijeron que el vino es la sangre de Cristo, venimos padeciendo socialmente sus consecuencias.
La espiritualidad representándola como el tercer ojo, y la filosofía describiéndola como la glándula pineal, encuentra ese místico espacio de consciencia mental y espiritual, deshidratado por efectos del alcohol. Y esa glándula o tercer ojo, no es ni más ni menos, quien nos permite observar y analizar conscientemente la realidad. Pero, si esa glándula se deshidrata, difícilmente podamos tener una visión crítica de la realidad, sino más bien, todo lo contrario, admitiendo una posición de alienados, manipulados, ovejerizados.
El alcoholismo es un síndrome crónico, progresivo y fatal. Y tiene un doble impacto negativo, tanto en la salud de quien consume, como en la del entorno que lo rodea. Es aceptado como uno de los problemas de la salud pública en todo el mundo y representa una gran amenaza al bienestar y a la vida de la humanidad.
Nuestro cuerpo es 75 % agua, sin embargo, lo que menos consumimos es ese preciado líquido, “hidratando” con bebidas alcohólicas nuestra sangre, y que luego tanto le cuesta a nuestro cuerpo desprenderse de esa nociva sustancia.
¿Qué extraños factores nos conducen a la ingesta de alcohol? ¿cuánto dinero mueve el mercado alcoholémico? ¿Quiénes son los mayores beneficiarios con el consumo de bebidas alcohólicas en la sociedad? Y no solo económicamente, sino también con el adormecimiento de la conciencia que ocasiona dicho consumo.
¿Qué relación existe entre este consumo, con los casos de violaciones, femicidios y riñas en la sociedad?
La ingesta de alcohol ocasiona un importante trastorno de la conciencia, y por más dolorosa que sea la realidad, es la droga más consumida en el mundo. Su utilización en forma de brebaje, pareciera suceder desde que el hombre es hombre, y su vinculación a la prédica ritualista y puntualmente religiosa, fue la que dio lugar al consumo colectivo.
Las consecuencias de su consumo repercuten fisiológicamente en el sistema neurológico, en el digestivo, en el cardiovascular y en el genitourinario entre otros. En cuanto a los trastornos psíquicos, se observan casos de depresiones con tendencia suicidas, insomnios, pesadillas, celos enfermizos, alucinaciones auditivas y visuales, y otros padecimientos.
Vivimos en una sociedad que nos pone límites geográficos por todos lados, pero el consumo de alcohol no escatima en ello, ya que es capaz de evadir cualquier frontera, sin medir consecuencias. No importa si eres de Mendoza y te gusta el vino, mexicano tequilero o alemán adicto a la cerveza, es hora de cuestionar con más seriedad el consumo de bebidas alcohólicas y sus consecuencias individuales y sociales.
Hidratemos nuestra glándula pineal como ella se merece. Intentemos darle a nuestro ser la libertad que viene pidiendo a gritos desde nuestro interior y liberémonos de consumos mundanos.
Desarraiguémonos de todo lo que NO nos pertenece. El alcohol en sangre NO nos pertenece, el odio NO nos pertenece. El amor sí.