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sarah colmenares
Photo by: Long Thiên ©

Ya ni siquiera Dios se salva de ser estafado 

Los rincones más pequeños del planeta son los que esconden los secretos más grandes. Hay un lugar fantástico, que se construyó a sí mismo en religión, arte e historia. Se llama Sabanalarga y es el más extenso del Departamento de Atlántico en Colombia. 1 hora 20 minutos es todo lo que te tomará llegar a este pequeño recinto si partes desde Barranquilla Colombia. Sin embargo, esa hora y 20 minutos se sentirán como 3 horas por el calor abrazador que te acompaña en el trayecto. Si no tienes aire acondicionado en tu auto, te recomiendo no emprender este viaje. Pero, si cuentas con este y muchas ganas de explorar, enhorabuena, pues vas a encontrar un verdadero paraíso que no muchos conocen. 

“Tierra donde la inteligencia es peste” es un lema, muy curioso a mi parecer, que pertenece a este lugar tan peculiar. Pero que indiscutiblemente tiene toda la razón de ser, pues en este municipio colombiano han aparecido mentes brillantes. Algunas de ellas llenan de orgullo a toda Colombia, como por ejemplo Evaristo Sourdís quien fue ministro de Relaciones Exteriores y que, además fue Jefe de Misión ante el Vaticano y ante las Naciones Unidas. O José Agustín blanco, uno de los intelectuales más reconocidos de Colombia en el siglo 20. Personas extraordinarias, con mucho carisma, sentido altruista y calidad humana. La alegría y la tenacidad de estas personas es lo que da vida a este municipio, pues la unión hace la fuerza y gracias a la perseverancia de sus ciudadanos han resuelto diferentes problemas. Sin embargo, muchas veces la fe mueve en demasía el corazón de las personas y todavía más si hablamos de un municipio que tiene la religión como base. No es casual a mi parecer que tenga una de las iglesias más hermosas del país, la iglesia San Antonio de Padua. 

El amor a la religión en sí no es malo, sin embargo, cuando se convierte en un fanatismo extremo, puede llevar por derroteros equivocados y peligrosos. Infortunadamente es lo que pasó con los habitantes del municipio Sabanalarga.    

El ser humano necesita creer en algo, eso pareciera indiscutible. Pero, también necesita una estructura social para poder vivir. Tal y como lo plantea Aristóteles en su libro la política, cuando se está conformando “la polis”. Estas normas deberían aplicarse a todos sin excepción alguna, para así evitar la perversión de los falsos profetas quienes, sin ningún tipo de escrúpulos, se esconden tras un mandato eclesiástico con el único propósito de cometer fechorías.  

Las personas en momentos de tinieblas, esos en los cuales creen que el sol no volverá a aparecer y sienten que cada uno es su propio huracán, necesitan aferrarse a algo o alguien para recuperar la paz. A los amigos, a la familia, a uno que otro sueño olvidado, escondido, o a la religión, a sus creencias. Esto genera paz, armonía. El acto de rezar y alejarse de lo que atormenta es un ejercicio de catarsis que libera el alma. Lo que las personas de Sabanalarga ignoraban era que su fe sería utilizada para engañarlos.

Es lo que pasó cuando, el 17 de diciembre del año 2020, el supuesto pastor Gabriel Alberto Ferrer Luis se aprovechó de la ingenuidad de unos fanáticos religiosos, habitantes del corregimiento de Isabel López, en el municipio de Sabanalarga en Colombia. Veinte fieles que pertenecían a la iglesia cristiana llamada Berea hicieron ayuno y vendieron todas sus posesiones, esperando la llegada de un Mesías. La espera y el ayuno comenzaron el día 17 de diciembre. Seguidamente, el supuesto pastor, quien era también profesor de literatura de la Universidad del Atlántico, les dijo que debían seguir esperando hasta el 28 de enero. Les aseguró que Jesús vendría y se llevaría a los veinte creyentes. Plot twist … Jesús no apareció y el supuesto día del juicio final jamás llegó. Cuando llegó el tan esperado día, el 28 de enero, varios habitantes de la localidad, a las 12pm, decidieron repartir café, a los demás vecinos, emocionados todos por la segunda llegada del Mesías. 

No solamente no apareció el Mesías sino que tampoco lo hicieron el dinero y demás posesiones de los fieles. 

Algunos habitantes de este sector comentan que los comportamientos que tenía este grupo eran bastante peculiares e inusuales, que las personas jóvenes que entraban a esa iglesia actuaban de manera extraña y que muchos de ellos terminaban alejándose completamente de sus familias y amigos cercanos. Su extrema devoción no les permitía comentar absolutamente nada de lo que se hacía en dicha iglesia, que, para algunos habitantes, parecía más bien una secta. 

Tras la estafa algunos de los creyentes fueron hasta la casa del pastor Gabriel Alberto Ferrer Luis en el norte de Barranquilla, para recibir explicaciones y que se les devolviera el dinero y sus pertenencias. No obstante, cuando llegaron constataron que el pastor se había ido. Las autoridades aun buscan su paradero y las familias afectadas siguen sufriendo las consecuencias económicas de este aberrante acto.

Se descubrió así que los fieles, aun cuando cuestionaban algunas de las practicas propuestas por el pastor, las terminaron aceptando gracias a su discurso convincente. Una de las practicas que llamó la atención de los integrantes de la iglesia fue el ayuno, que según el pastor limpiaría sus almas y purificaría sus cuerpos. Los dejaría así aptos para recibir a Jesús. Otra rareza les pareció el hecho de que solo les hablara por video llamada. El pastor no compartió con ellos las actividades, y eso generó desconfianza entre los familiares de los seguidores, quienes, por otra parte, no podían hacer nada, ya que el pastor se lo impedía.  

Un pequeño corregimiento rural, en un municipio tan importante con un lema que es verdaderamente increíble. Cabe mencionar que esto para nada le quita crédito al municipio, pero es verdaderamente triste ver la profunda herida que dejó esa estafa en las personas engañadas. 

Y, finalmente, considero extremadamente interesante ver hasta qué punto la religión y la fe pueden llegar a influir sobre la vida de los seres humanos. 

Parece increíble constatar que en pleno siglo 21 ni siquiera Dios se salva de ser estafado.


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