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paola maita
Photo Credits: MoreFunkThanYou ©

Y seremos más…

─Mi papá se quedó como el país.

─¿Cómo es eso?

─Atrasado.

El silencio se atravesó entre nosotros. Yo veía su cara tratando de descifrar si diría algo más, o si el comentario quedaba allí. La siguiente frase cambió de tema radicalmente, no sé si porque el aire quedó enrarecido o porque no había más que agregar.

En estos días ha sido imposible no pensar en los venezolanos que nos hemos ido, en los que se están yendo y en los que se irán (porque dudo que esto vaya a parar pronto), en condiciones cada vez más difíciles y fronteras más endurecidas.

Comencé a preguntarles a algunos amigos que también viven fuera por qué se fueron. Sabía que no habría una razón única y que variarían dependiendo de los recursos que se disponían, de la época en la cada quien se ha marchado, de los antecedentes e incluso hasta de la suerte.

Las respuesta que obtuve fueron estas: ver a la gente comiendo basura, temer lo que venía, la falta de oportunidades, no sentirse venezolano, la inseguridad, no ver oportunidades de futuro, necesidad de ayudar a la familia, deseo de huir de sí misma, dificultades para independizarse, sueldo insuficiente para vivir, no poder visualizar el futuro, deseo de alternativas y de construir algo diferente a lo que hicieron los papás, no comprometer el futuro a un sitio inestable, no soportar el sistema, falta de garantías para prosperar, la impunidad, búsqueda de un mejor sistema educativo… O como mejor me lo resumió una chica: “No tenía futuro, básicamente”.

Creo que lo que más me asustó de las respuestas fue la incertidumbre, porque nadie dijo que quería buscar un futuro mejor, sino que el presente en el que vivían cuando tomaron la decisión era tan horrible, que no veían uno. No es cuestión de ser pitonisos y saber exactamente qué pasará, sino de que nos fuimos para poder sembrar y cosechar esperanza en otros lugares. Me duele saber que soy parte de la generación de una población que decide abandonar su país porque este está en tales condiciones, que cualquier futuro es bueno.

No puedo evitar ver un cruel parecido con la frase que el gato de Cheshire le dice a Alicia: si no sabes a dónde vas, realmente no importa el camino que escojas. Tampoco olvido que alguien puede comparar el país en el que nacimos con alguien que ama pero es mayor y su futuro próximo es la muerte.

Quiero creer en lo que me dijo una de las amigas que respondió mi pregunta. Su novio es alemán, y al verla llorando por los vídeos de los venezolanos huyendo por las carreteras de un futuro con delirios nihilistas, le dijo que quizás necesitábamos irnos, como les pasó a sus propios paisanos en la post-guerra, para poder evolucionar.

Quizás tenga razón, y estemos siendo una especie de adolescente que se va de casa porque su papá y/o mamá lo maltrata, pero cuánto duele vivirlo. Por los momentos, solo estoy segura de que seremos más…


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